LA INMOLACIÓN DE LOS DAVIDIANOS

La conspiranoia de extrema derecha nació en Waco, Texas, hace 30 años

El libro 'Koresh', del periodista Stephan Talty, relata la fascinante historia de la secta liderada por David Koresh, que se enfrentó al Gobierno durante un asedio saldado con 82 muertes, justo en la misma ciudad que Donald Trump eligió hace seis meses para proclamarse candidato presidencial. Hablamos con su autor

David Koresh en la docuserie 'Waco: American Apocalypse.'

David Koresh en la docuserie 'Waco: American Apocalypse.' / NETFLIX

¿Lo recuerdan? Fue hace 30 años. 82 personas se autoinmolaron con fuego en un rancho de Waco (Texas) tras 51 días sometidos al asedio policial. Ardieron todos. Llevaban meses armándose hasta los dientes. Eran los integrantes de la Rama Davidiana, una secta surgida como escisión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, liderada por David Koresh, un fanático ultrarreligioso con una lectura singularmente extremista de las sagradas escrituras. Se creía un nuevo Mesías. Un cóctel particularmente sureño y, cómo no, explosivo: religión y armas. Y con el país en vilo durante semanas, siguiendo en directo por televisión cómo el FBI trataba de hacerles entrar en razón.

Puede parecer una locura (o una casualidad) que fuera precisamente Waco la ciudad elegida por Donald Trump, acorralado por la justicia, para autoproclamarse candidato a las elecciones presidenciales de 2024. Fue a finales de marzo, casi coincidiendo con el 30 aniversario de la masacre de los davidianos. Pero no lo es: su reivindicación del asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, toda aquella turba alentada por QAnon y demás teorías conspirativas, comparte el mismo espíritu que alentaba a los davidianos. Un discurso antisistema que identifica al Gobierno de los EE.UU. como opresor, regido por instintos malignos. El actual pastor de los davidianos, Charles Pace, cree que los enemigos de Trump son los mismos que tuvo David Koresh.

Donald Trump durante su campaña en Waco en marzo de 2023.

Donald Trump durante su campaña en Waco en marzo de 2023. / SERGIO FLORES / BLOOMBERG

En 1993 no había internet, ni redes sociales. Los interminables hilos de Twitter alentando toda clase de delirantes teorías no existían. No se hablaba de fake news. Ni de realidades alternativas. Pero de aquellos polvos, estos lodos. La conexión con el presente es más que evidente. Es un túnel del tiempo que se sortea en un plis. Koresh, por cierto, tenía un perfil muy similar al de Charles Manson. Y su ejemplo sería seguido por Timothy McVeigh, uno de sus más fervientes seguidores, en el atentado de Oklahoma City en 1995.

Un libro fascinante

El periodista norteamericano Stephan Talty (Nueva York, 1964), quien ha escrito para la New York Times Magazine, The Chicago Review o The Irish Times, se ha pasado los últimos tres años trabajando en un fascinante libro, Koresh. La verdadera historia de David Koresh y la tragedia de Waco (Contra, 2023), recientemente publicado en castellano, cuya lectura es como vivir dentro del complejo de Mount Carmel durante aquellos días. Es entrar en la mente y en la cueva del monstruo. Como estar inmerso en una película. Un documentadísimo relato, de más de 500 páginas y armado con los testimonios de todos los implicados (supervivientes, periodistas, desertores de la secta como el esencial Marc Breault, miembros de la ATF –Departamento de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos – y el FBI), que atrapa al lector desde la primera de ellas. Con el mismo ritmo y vigor que otras obras maestras del true crime como Helter Skelter: Los crímenes de la familia Manson (Contra, 2019), de Vincent Bugliosi y Curt Gentry.

Tras 51 días de asedio policial, 82 personas integrantes de la secta Davidiana, liderada por David Koresh, se autoinmolaron con fuego en un rancho de Waco.

Tras 51 días de asedio policial, 82 personas integrantes de la secta Davidiana, liderada por David Koresh, se autoinmolaron con fuego en un rancho de Waco. / REUTER

“Mucha gente se ha olvidado o desconoce lo que ocurrió, pero en Norteamérica es relevante lo de Waco porque la extrema derecha lo ha convertido en un símbolo, como Plymouth Rock o El Álamo, de resistencia a la tiranía y la injusticia ejercida, en su opinión, por el Gobierno: un ataque a los americanos por parte de sus propios gobernantes, y la prueba es el discurso de Trump allí”, cuenta Stephan Talty por Zoom desde su casa en Nueva York. El fatal desenlace de Waco, en el que la secta, en la que había 25 niños y dos mujeres embarazadas, prefirió morir que verse atrapada por la policía, fue un cúmulo de despropósitos. Entre ellos, el error de cálculo del propio gobierno de un recién llegado Bill Clinton, que en un primer momento encargó la solución a la ATF, hasta que tuvo que entrar el FBI cuando la tensión y la desconfianza entre davidianos y fuerzas del orden había escalado hasta un punto de no retorno: “El Gobierno cometió muchos errores, y una de las cosas que más me frustran de las teorías conspirativas es que ocultan esos errores, porque el Gobierno culpó a los medios de comunicación y a Koresh, mientras las teorías conspirativas lo tapan: no mandó al FBI desde el principio porque consideró que era solo un caso de control de armas, por eso fue la ATF, pero posiblemente hubiera sido mejor mandar al FBI desde el principio, porque no puedes presionar a esta gente como lo harías con un traficante de droga; son más resilientes, con más fuerza de voluntad”, argumenta el periodista.

Otra estrella del rock frustrada

David Koresh sufrió abusos sexuales en su infancia. Creció sin amor, en una familia profundamente desestructurada. Fue un marginado social. Pura white trash. Él mismo acabaría abusando de jóvenes y adolescentes cuando ya había logrado engatusar a cerca de un centenar de fieles gracias a su poder de persuasión y sus inflamadas prédicas. Conocerle es entender su magnetismo personal, esa capacidad para lograr que decenas de personas lo dejen todo por ti sin necesidad de mancharte las manos, transformando sus arraigados complejos en una venganza contra el mundo. Un perfil pasivo-agresivo cautivador, con muchos puntos en común con el de Charles Manson, el inductor de la matanza de Sharon Tate y seis personas más en una mansión californiana en 1969. Cómo él, Koresh también componía canciones, tocaba la guitarra y quiso ser siempre una estrella del rock. No lo logró, ni remotamente.

El líder de la secta, David Koresh. / ARCHIVO


“Ambos grabaron rock, querían ser estrellas, de hecho, Koresh estaba obsesionado con Madonna, a quien quería secuestrar, convertirla y hacerla discípula”, cuenta Talty, quien recuerda que un chico al que entrevistó en Waco le dijo que “si Koresh hubiera tenido un éxito en el Top 10, Waco no hubiera ocurrido nunca”. En cierto modo, su banda era su secta. “Amaba y odiaba el rock a partes iguales, porque también sabía que implicaba cosas que la Biblia condenaba, y él veía un conflicto en la música porque la consideraba diabólica”, matiza el escritor. Era un cúmulo de contradicciones de consecuencias explosivas. Stephan Talty sonríe cuando se le recuerda que músicos como Marylin Manson, bandas como The Brian Jonestown Massacre o incluso discográficas como Waco (indie surgida en Asturias en los 90) son muestras del eco que esta clase de personajes recaban en la cultura pop.

“Tanto en Charles Manson como en Jim Jones – líder sectario y autor de la masacre de Jonestown en 1978, claro antecedente de Koresh – o en cualquiera de ellos, lo primero que destaca es su narcisismo: nacieron con grandes egos, que debían ser celebrados y adorados por el mundo, ensalzados como seres superiores, y si eso no ocurre, ellos hacen que ocurra”, explica el autor del libro. “David Koresh tenía la virtud de discernir lo que querías en la vida o lo que buscabas, en solo 30 segundos, y simulaba poder dártelo, ya fuera cierto alivio tras una terrible infancia o sobre abusos sexuales, que él mismo había sufrido: era manipulador, pero sabía leer los pensamientos de la gente, como Charles Manson”.

El kilómetro cero del sensacionalismo

reality showsRuta Destroydurante aquellas largas semanas, lo que el televidente se encontraba era la calma tensa que antecede al desastrethriller

Portada del libro Koresh. La verdadera historia de David Koresh y la tragedia de Waco (Contra, 2023), del periodista Stephan Talty. / ARCHIVO


“Coincidió con el nacimiento de la tele por cable en América y eso generó mucha competencia entre emisoras”, explica Stephan Talty, quien recuerda que aquella amplia cobertura fue como un arma de doble filo, porque en lo positivo “había un testigo público que no estaba antes, y que podía pedir al Gobierno que rindiera cuentas” pero en lo negativo “puso presión sobre el mismo Gobierno para ponerle fin, y acabó derivando en un show sensacionalista”. Fue el principio del fin para muchas cosas. Aunque Talty resalta que hoy en día, con las redes sociales, los canales son distintos.

Y aunque aún sea una incógnita saber qué puede ser del trumpismo sin Trump, porque el caldo de cultivo conspiranoico de extrema derecha que tanto lo alimenta, y que se nutre de victimismo ante las instituciones, supremacismo racial, nacionalismo extremo, fanatismo religioso y derecho a ir armado hasta los dientes viene de largo, y tiene su brote más visible en lo que ocurrió en Waco hace 30 años, lo que sí tiene claro el autor de Koresh (2023) es que hoy en día sería muy difícil que se repitiera algo así. “Esta clase de profetas impostores los ha habido siempre, desde los inicios del cristianismo, pero creo que hoy no podría ocurrir porque el FBI y la ATF aprendieron la lección, y ha habido otros casos similares desde 1993 que no han derivado en el desastre de Waco”. En algo hemos salido ganando.