ENTREVISTA

José Ángel Mañas, escritor: “Juntar Castilla con León fue una idea nefasta”

El autor, que debutó con 'Historias del Kronen' y fue uno de los miembros de aquella Generación X que marcó la literatura joven española de los 90, se consolida como prolífico autor de novela histórica cerrando su última trilogía con la obra '¡Berenguela!'

El escritor de novela histórica José Ángel Mañas.

El escritor de novela histórica José Ángel Mañas. / ASÍS G. AYERBE

Se te puede hacer de noche con José Ángel Mañas (Madrid, 1971). Tiene mucho que contar, y cuenta. Pero no es un chapas, sino un tipo con el que da gusto tomarse un par de cervezas. Sabe estar: se quita la gorra cuando entra al local donde se hace la siguiente entrevista. Estrecha la mano, va a la barra él mismo y, antes de pedir, pregunta mirando hacia el entrevistador: “¿Quieres una cerveza?”. Es un profesional. El escritor cierra su trilogía histórica con ¡Berenguela! (La Esfera de los Libros, 2023) después de ¡Fernán González! (La Esfera de los Libros, 2022) y ¡Pelayo! (La Esfera de los Libros, 2021). Cuenta que ahora está escribiendo ciencia ficción. Llegan las dos copas. De momento, será el Reino de León el que protagonice la charla. Y aunque los personajes con los que ha trabajado son cosa del pasado, Mañas sigue hablando de ellos.

Portada de ‘¡Berenguela!’, de José Ángel Mañas. / ARCHIVO


P. Le leí decir que "si quieres ser universal has de escribir sobre tu pueblo". Pero usted es de Madrid...

R. (Risas) Hombre, sí, pero yo el pueblo lo entiendo un poco amplio. Vamos a dejarlo en la península. Lo principal no deja de ser Madrid, que es la parte que controlo más, y luego me he ido saliendo. Siempre pongo el ejemplo de Manuel Vázquez Montalbán y la diferencia –para mí, absoluta– que hay entre La soledad del manager y sus novelas no barcelonesas. De repente sale a Madrid y es un turista más; se toma cuatro copas con Juan Madrid y se ha ido a por la Costa Polvoranca... Sí, ha estado en los sitios, pero no tiene esa sensación que tú tienes porque él conoce a esas familias barcelonesas, dónde se toman las copas, dónde se van de putas, dónde se van de vacaciones... Ese conocimiento perfecto que puedes tener, sólo lo puedes tener de muy pocas cosas. Jane Austen decía que se pueden escribir novelas con conocer bien a cuatro familias. Esa es la base para mí del arte: lo más local, lo más cercano... Pero, evidentemente, hay que crecer y explorar también el mundo.

P. Hablando de conocer familias, dedica ¡Berenguela! a sus dos bisabuelos castellanos viejos: Martín Martínez López-Salazar (de Torme, en Burgos) y Mateo Hernández Pérez (de San Pelayo, en Valladolid).

R. Cuando vas a la historia, te vas a las raíces. Mi madre es astur-leonesa y mi padre es madrileño, pero viene un poco de estos dos castellanos viejos y hay alguno que viene de Ciudad Real. Tiene que ver con lo histórico esa búsqueda de raíces que estimula una serie de componentes que todos tenemos. He escrito seis novelas muy seguidas: Conquistadores de lo imposible, El hispano, Guerrero... y las tres medievales: ¡Fernán González!, ¡Pelayo! y ¡Berenguela!. Cada una en un momento que yo considero clave en la historia. Y esto para mí responde un poco al gripazo identitario que hemos pillado todos desde 2017. Yo nunca había visto banderas españolas en Madrid, jamás, y de repente empiezan a salir. A todos nos ha afectado de alguna manera y yo lo he exorcizado escribiendo novela histórica.

P. Dice que escribir estas novelas históricas le ha ayudado a entender mejor a su familia. ¿Pero también le ha ayudado a entender mejor a España?

R. Sí. Exactamente, la idea era esa: toda esta línea de novelas históricas es una indagación del país, dónde vivo, de dónde nace, cómo se forma, qué es esto que llamamos España... Hoy es un reino, pero mañana Dios sabe. Yo he tirado por la línea que a mí me toca y me interesa: el Reino de Asturias, el Reino de León, la Corona de Castilla... Ha sido una exploración. Y todo lo que he ido leyendo se lo traslado al lector siempre de una manera amena. Por otra parte, también es cierto que te agotas; las carreras largas tienen que sorprenderte a ti mismo. Yo tenía la sensación de que estaba un poco agotada la veta en su momento, luego me metí en el género negro y después en el histórico. Y en los siguientes años voy a explorar la ciencia ficción. A todos nos afecta el momento y nos hemos cuestionado a ese nivel. A mí me ha dado por esto, por la historia, y he aprendido un montón de cosas. Pensaba que conocía el país y resulta que no tenía ni puta idea. Berenguela I de Castilla ha sido un descubrimiento.

El escritor José Ángel Mañas. / ASÍS G. AYERBE


P. ¿Cree que León está infravalorada?

R. Sí. El Reino de Asturias está mucho más realzado, pero no se habla de la importancia que tuvo Berenguela en la noción que tenemos de lo que es España hoy y en la minusvaloración de León. Es que es muy curioso. Ricardo Chao, que es muy leonesista, decía que Berenguela fue la artífice de la decadencia de León. Berenguela es una tía personalista que por sus acciones incide en ese momento y cambia la historia. El leonesismo tiene su razón de ser y, desde luego, juntar Castilla con León fue una idea nefasta. Me parece que León está más pegado a Asturias. Y Cantabria para mí forma parte de Castilla. Si Cantabria no es Castilla, que venga Dios y lo vea.

P. Berenguela, como León, ¿es una “joya” oculta?

R. Es una figura que ha quedado muy oculta porque es hija de Alfonso VIII, que es el vencedor de la Batalla de Las Navas de Tolosa, y ella, a su vez, fue madre de Fernando III el Santo, que es el que reconqusita Andalucía. Juan Eslava-Galán dice que es el rey más importante, porque cae en el reino de Córdoba, que era la capital del Califato, Jaén y Sevilla, y quedaba solo Granada. A partir de ese momento, el partido de la Reconquista estaba ganado.

P. Pero quedaba el Reino de Granada...

R. Sí, pero ya es una cosa residual e iba a caer tarde o temprano. Tardó un par de siglos, pero el tema ya estaba resuelto. Pero, claro, en el medio está Berenguela. Yo entré con una idea: la historiografía tradicional habla de ella como en términos de una mujer resignada (dicen los historiadores más clásicos). Reinó un día, pero formalmente fue el tiempo que tardó en coger la corona y colocársela a su hijo. Yo pensaba que me iba a encontrar a una mujer frustrada, pero luego resulta que era un pedazo bicho, una terminator, una tía que arrasa, que ha sacado a Alfonso IX [su marido y rey de León] de la historia. ¡Es alucinante! Castilla y León, tarde o temprano, se iba a comer el uno al otro y pudo llegar a unificarse bajo la persona de Alfonso IX si se llega a aplicar el Tratado de Sahagún. El tío hizo bastantes cosas, pero se topa con Berneguela y lo echa. En los momentos clave, le come la tostada, le gana la partida. Cuando corona a su hijo, el otro viene y llega tarde. Berenguela era una castellanista feroz.

P. ¿También por la influencia de Doña Urraca?

R. Sí, pero fue más inconsistente. Es que Berenguela, como digo, era una terminator. Doña Urraca también se las traía, ¿eh? Pero quizás era más novelesca, más romántica... Berenguela era de ideas fijas. Mientras su hijo estaba abajo, ella gobernaba Castilla y León. Realmente ejerció. Conocemos a Isabel la Católica, a Juana de Castilla... Una era la victoriosa y la otra era la víctima, por así decirlo. Y es curioso, porque pensaba que Berenguela iba a ser más como Juana, pero me encontré con una auténtica triunfadora. Me sorprende que no estuviera en nuestro radar como personaje femenino poderoso.

P. ¿Cuánto tiempo le ha llevado escribir este libro?

R. Es que yo estoy loco, escribo a todas horas todos los días (risas), entonces hay un momento en el que ya no sé muy bien dónde estoy. Había pasado por la Facultad de Historia, pero ni lo mencionaba, aunque es verdad que aquello al final me formó más de lo que pensaba. Hay una visión historizante de la realidad que se nota en estas novelas y de alguna manera ha surgido. Estaba muy metido, con lo cual, parte del trabajo de documentación de ¡Berenguela! ya estaba haciéndolo según escribía el libro anterior, ¡Fernán González!. Me llevó más o menos un año. Ya tengo mucha experiencia. Cuanto más escribes, más fácil te resulta. Las primeras novelas te cuestan horrores, claro, y según vas siguiendo, al final la cantidad acaba transmutándose de alguna manera en calidad. Tienes más formación, no pierdes tiempo, sabes las escenas y la estructura muy bien, lo guionizas...

P. ¿Tiene pensamiento de guionista?

R. Sí. Es verdad que he estado trabajando en series, pero es verdad que estructuro mucho. Menos al principio, cuando tenía menos ideas. Pero en los últimos tiempos, a raíz de mi trabajo en el cine, estructuro mucho.

"Yo hago una novelización; no invento personajes, cojo los que hay, y eso me ciñe a unos parámetros"

P. Habla de las geografías como referencia.

R. Absolutamente. Tengo que ver cómo es el entorno aunque a lo mejor luego salgan tres pinceladas. Como decías antes, para conocernos tengo que ir a los sitios. Una vez que tengo ya secuenciada la novela, visito los escenarios. Mi base en la imaginación es la geografía. No me cuesta inventar de cero, pero con los lugares no se puede.

P. ¿Y en la ciencia ficción?

R. Yo hago una ciencia ficción un poco a lo Black Mirror, como muy pegadita, que es la gracia. Es un thriller que he empezado –ya llevo tres– y por ahí voy a tirar. Sucede muy cerquita de aquí, con lo cual los lugares son prácticamente los mismos

P. Pero está menos encorsetado con la ciencia ficción, entiendo.

R. Sí, te permite más libertad. El género histórico lo que tiene es que está muy pegada la historia. Y yo, además, hago una novelización; no invento personajes, cojo los que hay, y eso me ciñe a unos parámetros. En general he trabajado con personajes históricos de verdad, entonces no puedo tener una libertad que sí me da la ciencia ficción. Tú cambias en función del género. No eres la misma persona cuando escribes novela histórica que cuando escribes novela negra. Cada uno interpreta la historia, pero es verdad que atrae a la parte un poco más conservadora y clásica. En la novela negra sacas tu parte más crítica, y en la ciencia ficción sale tu lado más de ingeniería social. Eso estimula partes que tú tienes dentro. No corres igual con unas chanclas que con unas botas de montaña. El género te saca unos matices diferentes, que es lo bonito de cambiar de género, porque tú mismo te vas descubriendo como un escritor diferente.