LITERATURA

La última sorpresa de Blasco Ibáñez se escondía en un cajón

El investigador Carlos Aimeur halla en el archivo personal del periodista Rafael Ventura Melià un guion del escritor valenciano para una película bélica que nunca se rodó

Vicente Blasco Ibáñez.

Vicente Blasco Ibáñez. / AYUNTAMIENTO DE VALÈNCIA

Voro Contreras

Voro Contreras

El cineasta Vicente Blasco Ibáñez no para de dar sorpresas. Sí, el cineasta, porque hubo unos años -en la segunda década del siglo XX- en las que el escritor valenciano más famoso de la historia puso más interés en las películas que en los libros.

Así lo constata el periodista e investigador Carlos Aimeur, responsable de la “sorpresa” a la que hacíamos alusión al principio del artículo. Aimeur acaba de recibir la beca Blasco Ibáñez del Ayuntamiento de València para analizar, traducir e investigar el origen de un guion escrito entre 1916 y 1917 por el autor de Cañas y barro.

Se trata del guion original -escrito a máquina y en francés-, de Le romancier (El novelista), la adaptación para el cine que Blasco Ibáñez hizo de un relato suyo del mismo nombre y que el propio Aimeur ha localizado en el archivo personal de otro periodista: Rafael Ventura Melià, redactor de Levante-EMV, del grupo Prensa Ibérica, fallecido en enero de 2020.

Una carpeta en un cajón

Aimeur conocía la existencia de este guion -que nunca se llevó a la pantalla- porque su autor hizo varias referencias al mismo en algunas cartas que escribió en 1916 y que otro investigador, el catedrático de Literatura Miguel Herráez, recopiló y publicó hace unos años. “Miguel es el director de la tesis que estoy haciendo sobre otro texto de Blasco, el de ‘Flor de mayo’, y a través de él contacté con el novelista Joan Carles Ventura para acceder al archivo de su tío Rafa, porque sabíamos que había estudiado a fondo la faceta de Blasco como cineasta”.

Y allí, en el archivo de Ventura Melià, en una carpeta que había permanecido durante años escondida en un cajón, se topó Aimeur con el guion original de Le romancier. El que fuera durante años periodista de Cultura de Levante-EMV ya había hecho referencia en algunas ocasiones a este proyecto de película, tanto en artículos como en conferencias. Allí describía este libreto como el “más audaz” de los escritos por Blasco.

“Lo es -confirma Aimeur-. El cuento original que él mismo escribió es un relato normal de seis páginas y éste es un guion de cine en toda regla, de 21 páginas y con momentos muy innovadores”. "De alguna manera, con esta investigación siento que estoy acabando el trabajo que empezó Rafa", añade el investigador.

Basado en Arthur Conan Doyle

Tal como también indica Aimeur, Le romancier forma parte de los trabajos que el autor valenciano escribió en el contexto de la Primera Guerra Mundial y en los que muestra su apoyo a la causa aliada. En este caso, cuenta la historia de un novelista mundialmente famoso cuyo hijo se alista en el ejército y muere en el frente.

Blasco se basó para trazar a su protagonista en el escritor inglés Arthur Conan Doyle, cuyo hijo también combatió en la IGM y falleció en 1918 (dos años después de que el valenciano escribiera la historia) a causa de una neumonía de la que se contagió durante sus años de campaña.

En ese 1916 en el que Aimeur cree que Blasco Ibáñez pudo mecanografíar el guion de Le romancier, el escritor también rodó su primera película como guionista, productor y director: su propia adaptación de Sangre y arena.

Como hizo en tantos otros proyectos, Blasco se había apasionado primero y lanzado inmediantemante sin paracaídas en la industria del cine, creando una productora en París y buscando socios franceses para llevar a cabo sus proyectos.

Hollywood y Primo de Rivera

Además del de Le romancier y el de Sangre y arena, en esta época el valenciano habría escrito también los guiones de Flor de mayo y La vieja del cinema (que se rodó en 1917 en Francia), al tiempo que trabajaba en su adaptación para el cine del Quijote (que estuvo a punto de rodar en Estados Unidos), y proyectaba escribir los guiones de Don Juan Tenorio y el Lazarillo de Tormes e incluso rodar él mismo las adaptaciones de Entre naranjos y La barraca.

En esta época también se adaptó por primera vez Los cuatro jinetes del Apocalipsis, novela que en 1921 se volvería a llevar a la pantalla pero esta vez en Hollywood y en una versión que le dio a Blasco la definitiva fama internacional. Fred Niblo dirigió en 1922 Sangre y arena, con Rodolfo Valentino en el papel estelar, en 1923 Alan Crossland se hizo cargo de la dirección de Los enemigos de la mujer y en 1926 Monta Bell realizó The Torrent, título americano para la adaptación de Entre naranjos.

Pero en esos años, según explica Aimeur, el impetuoso Blasco Ibánez ya había cambiado el cine por la última de sus grandes pasiones: su oposición a la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Pero esa, es otra historia.