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David Toscana, escritor: "Rusia nunca ha conocido la plena libertad de expresión"

El autor mexicano obtuvo el premio de novela Vargas Llosa con 'El peso de vivir en la tierra', una sátira del poder soviético pespunteada por una enorme erudición literaria.

David Toscana, escritor.

David Toscana, escritor. / José Luis Roca

Juan Cruz

Juan Cruz

David Toscana (Monterrey, México, 1961) ha ganado el Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, que se falla en la sede habitual de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México.

La novela con la que obtuvo este galardón es El peso de vivir en la tierra, una sátira del poder soviético pespunteado por una enorme erudición literaria que lleva al autor, ingeniero y novelista, a mezclar la trama de locura que es la novela con una antología insólita de referencias a escritores clásicos de la Rusia de los zares y más acá.

El Nobel que da nombre al premio escribió en su habitual columna de El País: “Todavía no acabo de entender del todo los métodos de los que se vale el autor para producir las transformaciones que a cada paso nos descolocan y asombran en esta ingeniosa novela”, que se produce en medio de “la realidad mexicana” para adentrarse en “una excentricidad rusa”.

El autor, residente ahora en España pero habitante en el pasado de su propio país y de Polonia, ha ganado ya muchos premios, entre ellos el de Casa de las Américas, y los premios Xavier Villaurrutia y Elena Poniatowska por Olegaray.

El jurado del premio, en el que no interviene nunca Vargas Llosa, que le da nombre, estuvo compuesto por Soledad Álvarez, Michi Strausfeld, Jesús Ruiz Mantilla, Giovanna Pollarolo, Juan Gabriel Vásquez y Raúl Tola (este último sin voto). En justificación del premio, este jurado asegura que lo que propone Toscana es “una profunda meditación, de orgullosa estirpe cervantina, sobre el poder de la imaginación en nuestras vidas”. De ese modo desarrolla una “destreza formal” que reivindica “el humor y la ironía”, con “una mirada compasiva sobre el ser humano y su fértil diálogo con la mejor tradición literaria”.

Del principio al final el asunto de la novela es la locura de unos mexicanos que, ante el accidente que acaba con las vidas de astronautas rusos, deciden que la modesta cantina en la que viven sus vidas sin importancia es el lugar de salida de una nueva invasión de los cielos.

Hablamos en Madrid con Toscana, que es más tímido y más sensato que los protagonistas de esta aventura que podría constituir también una sátira de la Rusia de hoy, y por esto mismo le preguntamos en primer lugar.

P. ¿Podría decirse que este libro es una sátira de la Rusia contemporánea?

R. La novela transcurre en 1971, un año en el que mis personajes no alcanzaron a conocer obras que estaban enlatadas como Vida y destino, de Vasili Grossman, por ejemplo. Lo que pasa es que Rusia nunca ha conocido la plena libertad de expresión. No la tuvo con los zares, ni con el comunismo, ni ahora. Bueno, hoy se persigue más a los periodistas rusos que a los escritores rusos, pero esa falta de libertad estuvo antes y está hoy. En 1989, al acabar el periodo soviético, se habló mucho de que iban a salir obras que estaban almacenadas en los sótanos de la KGB, pero luego no apareció nada. La nueva generación de escritores pues… se ha visto opacada por muchos factores y no tenemos noticia de grandes escritores rusos.

P. ¿Cómo se le ocurrió la historia que cuenta en estas páginas?

R. Mis personajes leen novelas rusas y quieren tocar el mundo de alcohólicos, tuberculosos, asesinos, prostitutas… todo ese mundo bajo, pero no para degradarse sino para tener contacto con la condición humana. Se dice mucho eso de “nada humano me es ajeno”, pero un día me dije a mí mismo: ‘soy humano y muchas cosas humanas me son ajenas.’ Yo no he estado preso, ni en un manicomio, ni he ido a la guerra… Bueno, pues a todo eso que me es ajeno llego gracias a la literatura.

P. ¿Cómo creó la conexión entre la realidad de esos locos y la escritura de grandes autores?

R. Hay una frase de José Donoso que me gusta: “las novelas no se escriben, se descubren.” Cuando comencé a escribir esta novela no tenía idea para dónde iba. Partí de una premisa, claro, pero fui avanzando sin saber hacia dónde. Yo había leído varias biografías de escritores desterrados, encarcelados, perseguidos, ejecutados… Todas interesantísimas, y algo de esas vidas fue cayendo en este libro. Y así descubrí la novela, creo yo. O así la fui descubriendo, poco a poco.

Me gusta pensar que el lector no es un simple espectador sino un participante. Yo fui avanzado en la escritura por intuición, fui encajando piezas, pero dejé cierta ambigüedad, una tarea para el lector"

P. La raíz de la novela es un drama, pero también hay mucho humor.

R. Sí, pero es un humor que no tiene que ver con el chiste. Pero tampoco es humor negro, es… un guiño a situaciones que se acercan al absurdo y de cada lector depende cómo lo entienda. Yo pongo la mitad de los ingredientes y el lector la otra mitad. Porque me gusta pensar que el lector no es un simple espectador sino un participante. Yo fui avanzado en la escritura por intuición, fui encajando piezas, pero dejé cierta ambigüedad, una tarea para el lector. Espero que el tono de la novela provoque diferentes reacciones en el lector.

P. El Quijote está desde el arranque del libro.

R. Sí, desde el arranque. Porque está ese espíritu de lanzarse a vivir la vida sin otro afán que la vida que hay por delante.

P. Y hay parodia y hay autocrítica, también.

R. No conscientemente, pero eso también está. Es que la novela camina con un movimiento propio. Decía Octavio Paz que la novela dice cosas que el autor no pensó decir y yo creo que es verdad. Hay un libro muy interesante que se llama El escriba de Stalin, que repasa la historia de un hombre que fue premiado por Stalin con todas las distinciones del régimen, y de las desavenencias que eso creó entre el resto de los escritores. Ese escriba está al servicio de Stalin, pero dice más de lo que quiere expresar Stalin. Entonces, si él, que tenía un corsé, dice más, con más razón los que escribimos con libertad.

P. Stalin hizo autocríticas, pero ninguna quedó grabada. Fidel Castro, en cambio, sí. Ahí está el Caso Padilla.

R. Sí se grababan muchas cosas, pero supongo que están guardadas. Hubo muchos arrestados y muchos interrogatorios y seguramente estarán por ahí. En México, por ejemplo, está grabada la vez en la que el entonces persidente Vicente Fox habló con Fidel Castro y le dijo que, como también Bush iría a una cumbre internacional que se iba a llevar a cabo en México, le pedía a él que sólo comiera y se fuera. Y así Fidel Castro demostró que Fox lo echó de México. Fox lo negó y Fidel sacó la grabación. En el caso de los soviéticos, yo creo que también grababan varias cosas. Hay un libro espeluznante que se llama La palabra arrestada en el que se da un seguimiento a las confesiones y testimonios de muchos autores arrestados. O sea: cosas escritas hay muchas, pero grabadas… pues algún juicio sí que hay.

David Toscana, el día de la entrevista.

David Toscana, el día de la entrevista. / José Luis Roca

P. ¿De qué manera la dictadura soviética precipitó o mejoró determinadas literaturas?

R. Durante mucho tiempo, en la época de los zares, se pensaba que había que hacer muchas reformas. Por eso hay varios libros que hablan de situaciones sociales, de campesinos, de injusticas, de pobreza… Esa literatura sirvió para después encender la mecha de la Revolución, pero una vez que los bolcheviques toman el poder esos libros empezaron a ser incómodos. Entonces empezó a aparecer una literatura, digamos, más al servicio del régimen con cosas que no eran interesantes, la verdad. Luego empezó a decirse: ¿por qué prohíben, por ejemplo, una novela como Doctor Zhivago, la obra de Pasternak, si no es una novela crítica con el Estado? Es una historia de amor, con un poeta… Pero también tenía un liberalismo que no cabía en el mundo bolchevique. Después de un golpe de Estado, Nikita Jrushchov dice que esa novela se debió publicar, pero… ¿por qué no permitió él que se publicara mientras estuvo en el poder? Así fueron anulados muchos autores.

P. La novela está pespunteada por un enorme bagaje de frases de autores rusos que usted aporta como parte las referencias que le inspiran sus personajes. ¿De dónde las saca?

R. He estado toda mi vida recogiendo y subrayando frases de autores rusos, de todas las épocas; así que he llenado páginas y páginas con esos recortes que ahora han servido para oponer a las peripecias de los protagonistas de esta sátira lo que es el pensamiento o la invención de una literatura tan rica. Nunca he dejado de tomar esas notas y ahora resultan que me han acompañado en la peripecia de una ficción que pasa en México pero que tiene sus raíces en la Rusia en la que se produce la ficción que viven mis propios personajes.

Jruschov sintió que era un hombre libre. La muerte, sin embargo, puso de relieve que era un hombre destinado al olvido"

P. Hay en el libro una reconstrucción de los últimos años de Jruschov, en ese encierro que precedió al olvido…

R. Sí, ese episodio de encierro o cárcel domiciliario del exmandatario en su dacha lejos de Moscú le da a él ese aspecto de abuelo que, como decía su nieto, se dedicaba a llorar y a llorar en medio de su cancelamiento. Pero entre esos llantos escribió clandestinamente sus memorias, que hizo sacar a Estados Unidos en una acción que él precisamente le había reprochado a Pasternak. Pero Jruschov sintió que era un hombre libre. La muerte, sin embargo, puso de relieve que era un hombre destinado al olvido, pues salió de su casa clandestinamente, cruzó Moscú sin funeral de Estado hasta el destino final, sin que por medio hubiera apenas una nota de prensa.

P. Juri Gagarin forma parte de los mitos olvidados de aquella lucha por conquistar el universo de las estrellas…

R. Y se ha dicho si fue asesinado en lugar de morir en un accidente… Fue un extraño final para este hombre que había sido la imagen viva de los éxitos de Jruschov. Pero, para que no permaneciera como tal, fue preterido hasta que se produjo esa extraña muerte. Algo que no le sucedió a Valentina Tereskova, su compañera en las hazañas del espacio, que ahí está aun en el Gobierno de Putin, vivita y coleando.