ENTREVISTA

Dian Hanson, editora de revistas y libros para adultos: "Si quieres verdadera pornografía, los 70 fue la década"

Taschen publica ‘Dian Hanson’s: The History of Men’s Magazines’, una serie de libros que trazan el recorrido de las revistas pornográficas desde sus orígenes hasta los años 80. La editora lleva casi medio siglo trasladando al papel las fantasías sexuales de varias generaciones de hombres, pero también de algunas mujeres

Entrevista con Dian Hanson, editora de revistas y libros eróticos

Cada nueva tecnología trae una nueva forma de crear porno. Al igual que pasó con la llegada de internet al gran público en los años 90, en cuanto las primeras cámaras de fotos estuvieron disponibles en la década 1830, muchos hombres se lanzaron a tomar y distribuir fotos de mujeres desnudas. Ahí es dónde está el germen de las “revistas para hombres”, que aún tardarían unos años en llegar.

Las primeras publicaciones de este tipo a las que podemos llamar “revistas” aparecieron en Francia en torno a 1880 y se vendían como souvenir en los cabarets parisinos de la época. Pero su creciente éxito pronto despertó el interés de la industria editorial francesa que, alrededor de 1914, comenzó a incluir material erótico en antiguas revistas masculinas como La vie parisienne.

Pero entonces llegó la Primera Guerra Mundial. Los soldados combatientes descubrieron aquellas revistas y, los que consiguieron volver a casa de una pieza, se las llevaron en el macuto. El espíritu emprendedor estadounidense, una economía de posguerra en plena ebullición y con la energía de los locos años 20 a punto de estallar, convirtieron a las revistas eróticas en, literalmente, una mina de oro.

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'La vie parisienne', una revista erótica francesa de los años 20. / Cedida


Así es como se explican los inicios de la compleja y controvertida industria del porno en el primer tomo de la serie de libros sobre la historia de las revistas eróticas que acaba de editar en nuestro país la editorial alemana Taschen, titulada Dian Hanson’s: The History of Men’s Magazines. Una colección de seis libros, con más de 4.000 imágenes, que analiza la evolución de estas publicaciones a lo largo de casi un siglo, hasta 1979.

Tal y como reza el título, la editora de la colección es la estadounidense Dian Hanson, que desde 2001 es la Editora de libros de sexo de Taschen. Una veterana del mundo de las revistas porno que estuvo involucrada en la creación y edición de revistas como Juggs, Outlaw Biker o Leg Show desde 1976, conociendo lo peor y lo mejor del negocio. Contactamos con ella para que nos hablara un poco más de su propia trayectoria y de lo que podremos encontrar en The History of Men’s Magazines.

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'Leg Show' es una de las revistas que ha dirigido Dian Hanson. / Cedida


P. Siempre se ha considerado “born to porn” (nacida para el porno), ¿de dónde viene esta fascinación?

R. Comenzó muy pronto, con solo seis años. Siempre me había gustado mucho dibujar y en aquella época estaba fascinada con los pechos de las mujeres, me preguntaba qué habría dentro de aquellos sujetadores puntiagudos. Lo imaginaba, lo dibujaba y luego lo tiraba al fondo de la basura para que nadie lo viera. Unos años después, a los 14, encontré en la biblioteca de mi barrio un ejemplar de Psychopathia Sexualis de Richard von Krafft-Ebing, uno de los primeros libros de la historia sobre patologías sexuales. No era precisamente un libro destinado al público adolescente, así que me escondía a mirarlo en un rincón de la biblioteca.

P. ¿Cómo fueron sus inicios en la industria de las revistas para adultos?

R. En 1976, cuando tenía 25 años, vivía en una ciudad industrial de Pensilvania llamada Allentown. Allí salía con un chico al que su jefe, que era dueño de varias librerías para adultos, le encargó crear una nueva revista porno inspirada en Hustler que hacía poco había fundado Larry Flint. Dado mi interés por el porno, yo me ofrecí a ayudarlo. Pensamos “sí, podemos hacerlo. No tenemos ni idea de cómo, pero lo conseguiremos”. Así que convencimos a aquél hombre para que nos consiguiera un apartamento en Nueva York donde pudiéramos vivir y a la vez producir la revista. Se llamó Puritan, era bastante hardcore, y se vendía exclusivamente en librerías para adultos. Entrar en esta industria nos obligó también a tratar con la mafia. Era casi imposible no hacerlo en aquella época. No era raro recibir una llamada a las 11 de la noche para ir a una reunión en un oscuro restaurante de Little Italy. Fue un comienzo extraño. Salí de todo aquello cuando rompí con mi novio y comencé a trabajar para otro editor de porno, llamado Peter Wolf, que fue mi verdadero mentor. Poco tiempo después me enteré de que nuestro antiguo jefe había sido asesinado.

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Dian Hanson (izda.), con una modelo durante una sesión de fotos en 1979. / Cedida


En los 70 había muchos hippies haciendo revistas en California, los títulos más locos que te puedas imaginar. Existía, por ejemplo, una revista dedicada a fotos de ombligos"

P. Para usted, que la vivió desde dentro, ¿cuál diría que fue la edad dorada de las revistas pornográficas?

R. ¡Realmente depende de tus gustos! Quizá la primera edad dorada del porno fue la década de 1920, cuando se produjo la primera revolución sexual. La Primera Guerra Mundial abrió los ojos de la gente. Los soldados descubrieron aquellas increíbles revistas y las quisieron hacer en sus propios países. Después, en la década de 1960, tiene lugar la segunda revolución sexual, que propicia una gran explosión de material sexual muy experimental. Pero si quieres verdadera pornografía, la década de 1970 es tu período. Había muchos hippies haciendo revistas en California, los títulos más locos que te puedas imaginar. Existía, por ejemplo, una revista llamada Belly Buttons dedicada a fotos de ombligos y gente metiéndose los dedos en el ombligo. Había revistas dedicadas a la lucha libre en el barro, a hombres disfrazados de bebés… Realmente cualquier cosa. Todo esto está en los libros.

P. Entiendo que el proceso de producción ha debido de ser muy laborioso.

R. Empezar desde cero uno de estos proyectos es complicado. eBay fue un gran aliado al principio, para comprar y para hablar con los vendedores. A través de algunos de ellos aprendí muchas cosas sobre la historia de estas revistas. También me fui encontrando con increíbles coleccionistas, como un hombre de San Francisco que había trabajado en la industria musical y que cuando comenzó a ganar dinero decidió que compraría todas las revistas porno que se hubieran editado a lo largo de la historia. Rápidamente comprendió que eso era imposible, pero había reunido una colección impresionante. De lo más vulgar a lo más refinado. Pagó cantidades de dinero que nadie hubiera pagado por algunos ejemplares. Pasé unos días muy felices con él en San Francisco revisando cajas.

P. Uno de los momentos clave de esta historia es la aparición en los años 50 de Playboy. ¿Qué importancia tuvo esta revista, qué cambió?

R. La pornografía es un complemento de la masturbación y, por lo tanto, ha existido desde siempre, pero la historia de Playboy fue, realmente, un punto de inflexión. Todo empezó con las pin-ups, que fueron muy importantes durante la Segunda Guerra Mundial para prevenir las enfermedades venéreas de los soldados. Si se masturbaban con aquellas imágenes, visitaban menos burdeles y contraían menos enfermedades. Una de las revistas que siempre incluía una pin-up era Esquire, donde trabajaba un hombre llamado Hugh Hefner. Hefner dejó Esquire porque le negaron un aumento de sueldo de cinco dólares y decidió que era el momento de crear su propia revista con la que pretendía llegar un poco más lejos que sus antiguos jefes.

P. ¿Cuál era esa diferencia?

R. Su publicación, Playboy, tuvo desde su primer número, en 1953, un carácter muy diferente a todas las de la competencia: mientras estas representaban a un hombre masculino, interesado en el deporte y las carreras de coches, Hefner apostó por una nueva versión del hombre ideal, más sofisticado, que podía tener éxito a través del consumismo. El empresario transmitió el mensaje de que si comprabas el estéreo correcto, si aprendías a preparar cócteles, si decorabas bien tu casa y si leías libros, podías conseguir mujeres. No tenías que ser fuerte, varonil, ni siquiera guapo. Solo tenías que comprar las cosas correctas. Y este nuevo paradigma les sonó muy bien a los hombres de la generación de la posguerra que se pasaban el día trabajando en oficinas. El éxito de Playboy fue enorme y su modelo imitado por decenas revistas de todo el mundo, lo que dejó un panorama muy aburrido en el sector, para ser honestos, durante al menos diez años.

Cuando llegaron los 80 y el sida, la pornografía evolucionó hacia formas muy poco saludables que parecían dañinas para las mujeres. Eso hizo que la segunda ola del feminismo fuera 'sex negative' "

P. La explosión cultural de los años 60 también llegó al porno, que se hizo mucho más político. ¿Hasta qué punto afectó el feminismo a las revistas para hombres?

R. Depende de las diferentes olas del feminismo. Yo pertenecí a la primera ola, a finales de los 60. Entonces el feminismo era sex positive porque, ya sabes, una de las cosas que oprimía a las mujeres era la represión sexual. Se esperaba que las mujeres se casaran, se quedaran en casa y tuvieran hijos. Pero queríamos tener el derecho de tener múltiples parejas sexuales, usar la píldora, ver pornografía, tener juguetes sexuales, poder masturbarnos, poder admitir que nos masturbábamos… Ese tipo de feminismo fue el que me inspiró al iniciar mi carrera. Me ayudó a sentirme cómoda yendo a un sex shop y comprando porno. Pero entonces llegaron los 80 y el sida, y la pornografía evolucionó hacia formas muy poco saludables que parecían dañinas para las mujeres. Eso hizo que la segunda ola del feminismo fuera sex negative y se afirmara que la pornografía propiciaba la violencia contra las mujeres. De repente, cuando iba a una fiesta y le decía a la gente en lo que trabajaba, tanto hombres como mujeres discutían conmigo, me despreciaban. Yo no sentía que estuviera trabajando en contra de las mujeres: contrataba a mujeres fotógrafas, maquilladoras, estilistas, modelos… Veía nuestro trabajo como una forma de explotar a los hombres. “No, estás haciendo que los hombres salgan y violen a las mujeres”, me decían. Pero hay estudios que demuestran que es al contrario: si un hombre se masturba es más difícil que cometa actos violentos.

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En los 60 la política invade las revistas eróticas. / Cedida


P. La historia acaba en los años 70. ¿Por qué?

R. En los 80 todo se volvió más profesional y aburrido. Los editores habían averiguado qué se vendía y qué no, y eso redujo enormemente la variedad y la creatividad de las revistas. Si poniendo a una chica rubia de grandes pechos en portada vendían más, pues solo ponían a chicas rubias de grandes pechos en portada.

P. ¿Aparece en algún momento España en esta historia de las revistas eróticas?

R. España no entró en todo esto de las revistas hasta que cayó la dictadura de Franco. No ocurrió como en Italia, cuyo mercado estalló en los años 70. Aunque sí que hay un fértil mercado de porno en español en México y Argentina a principios del siglo XX, creado en gran parte por emigrantes españoles e italianos.