NAVIDAD

Le estafaron, no cobró nada, fue a la cárcel… El calvario del niño de 'Mi burrito sabanero': “Me quedé traumatizado”

Ricardo Cuenci es la voz del famoso villancico que lleva 46 años colándose en nuestras casas: le explotaron, le engañaron y no le pagaron nada. Desde entonces, sobrevive como puede con trabajos de carpintero y ebanista

EL PERIÓDICO DE ESPAÑA se ha puesto en contacto con él para conocer de primera mano su historia al frente de La Rondallita: "Mi vida ha sido demasiado complicada. Somos muy humildes. Lo que ganamos es para comer"

El calvario del niño de 'Mi burrito sabanero': “Me quedé traumatizado”

EPE

Pedro del Corral

Pedro del Corral

Ricardo Cuenci lleva 46 años colándose en nuestros hogares. Lo hace cada Navidad. Casi sin darnos cuenta. Siempre está ahí. Acompañándonos. En España, su nombre apenas es conocido... pero su música es tremendamente querida. Él puso voz a El burrito sabanero que, con seguridad, ya haya escuchado en más de una ocasión este mes. No obstante, a pesar del hipotético éxito que se le podría atribuir, su vida ha estado bastante alejada de cualquier fortuna: le explotaron, no le pagaron nada, le prometieron giras, estuvo en la cárcel

“No recibí ni un bolívar partido por la mitad. Aunque lo he pasado mal, intento agarrar los obstáculos con humor. De lo contrario, sería muy doloroso. Me he sentido estafado, defraudado y engañado”, reconoce a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. No ha sido sencillo ponerse en contacto con él: no dispone de teléfono móvil y, tras desvalijarle la casa, ha estado moviéndose por Venezuela. Primero, en el Tigre. Y, hoy, en Caracas. Allí vive su hermana, quien sale en su búsqueda para hacer posible la conexión. La videollamada es de mala calidad, pero el entusiasmo que transmite puede con cualquier cosa.

Simón Díaz incluyó 'Mi burrito sabanero' en su primer disco, 'Las gaitas de Simón'. 

Simón Díaz incluyó 'Mi burrito sabanero' en su primer disco, 'Las gaitas de Simón'.  / EPE

“Es difícil no recordar. Cada vez que suena la canción, mis lágrimas brotan. Me trae recuerdos y alegría. No por lo que nunca gané, sino por la felicidad que produce. Soy una persona modesta y honesta”, dice. Por ello, ha sufrido tanto los vaivenes que el destino le tenía preparado. La música le dio todo, pero la industria le quitó todo. Si bien siempre tuvo claro que quería dedicarse a ella, jamás pensó que su mayor pasión podría acabar con él de un plumazo. Pizpireta y vivaracho desde el primer segundo, supo cómo conquistar a la gente con su garganta. “Como tenía una voz potente, mi papá me apuntó en el Coro Infantil que dirigía Raúl Cabrera. Quería ser el mejor. Me gustaba la perfección”, recuerda.

A los meses, el compositor Hugo Blanco se dirigió a la institución para regrabar la pieza que, en 1972, escribió para el cantautor Simón Díaz. Se trataba de El burrito sabanero, un aguinaldo que incluyó en Las gaitas de Simón y que pasó sin pena ni gloria. Así que, para darle una segunda oportunidad, pensó en rejuvenecerla con varios de los integrantes de esta coral.

En noviembre de 1975, Raúl y Hugo empezaron los ensayos. Sus expectativas eran altas, por lo que no querían conformarse con cualquiera. Dudaron, hasta que el flechazo tuvo lugar. Fue de lo más casual. “Estaba en el pasillo, tarareando. De vez en cuando, entonaba la letra. Y, de repente, ambos salieron del estudio corriendo. Les encajaba a la perfección mi voz. Querían que fuera el solista”, relata Ricardo, que hoy sobrepasa los 56 años.

Por aquel entonces, tenía ocho. Y la posibilidad de hacerse famoso le ilusionó como al que más. De esta manera, podría dar a sus padres ciertas comodidades: “No hablaba a la perfección y confundía la s con la t. De hecho, si te fijas, yo digo burrito tabanero. Pero eso les dio igual, querían a alguien que entrase al compás y fuese espabilado”. Con esta grabación nació La Rondallita, el grupo compuesto por los niños seleccionados del Coro Infantil. Su primer proyecto fue un sencillo que incluía sólo dos temas: Estampa campesina y El burrito de Belén (como se conocía entonces al villancico).

Ricardo Cuenci llegó al Coro Infantil de Venezuela con tan sólo ocho años. 

Ricardo Cuenci llegó al Coro Infantil de Venezuela con tan sólo ocho años.  / EPE

Una vez editado, empezó a distribuirse, venderse y popularizarse en las rockolas. En cuestión de días, estaba sonando en las radios del país. Y, al poco tiempo, llegó al extranjero. Puerto Rico fue uno de los primeros lugares en consagrar a la banda. Tal fue la notoriedad que recabó allí, que el empresario Carlos Feliciano llamo a Hubo y Raúl para que publicasen un disco completo y pudieran iniciar un gira. En ese momento, sólo tenían seis composiciones, por lo que la única opción era incluirlas junto a las versiones instrumentales de las mismas. Así, tendrían 12.

Funcionó, aunque Ricardo fue el principal perjudicado: no participó en los conciertos, doblaron su voz para hacerse pasar por él. “Mi papá no quiso que fuese porque había tenido distintas peleas con Raúl, que actuaba como nuestro representante. Le prometieron que nos pagarían en dólares, pero nunca lo hicieron”, explica Ricardo. Sin embargo, todo cambió a las semanas: Feliciano se plantó en su casa para convencer a la familia y retomar la agrupación original. Aceptaron. Y las cifras se multiplicaron.

Del Coro Infantil de Venezuela surgió La Rondallita, el grupo que popularizo 'Mi burrito sabanero'. 

Del Coro Infantil de Venezuela surgió La Rondallita, el grupo que popularizo 'Mi burrito sabanero'.  / EPE

430 dólares por presentación

Llegaron los viajes, las fotografías, los hoteles y los fans. Las entradas se vendían por miles. Protagonizaban revistas. “Las niñas me tiraban anillos y billetes. Me sentía un rey. Fue hermoso”, asegura el artista. Una crónica de El Universal lo corroboró entonces: “Es el más popular de su colegio y firma autógrafos en los sitios donde se presenta. Se ríe mucho de la situación y no entiende por qué la gente le tira besos, le rodea hasta que pierde la vista y lo vitorea. No tiene claro el panorama. Se divierte y nada más”.

Ahora bien, ni Ricardo ni sus compañeros cobraron nada. “Nunca nos hicieron un contrato. Creo que nos correspondían 430 dólares por presentación. Jamás recibimos nada. Incluso hubo periodos en los que tenía las cuerdas vocales débiles de la chicha que me sacaron”, añade. Este no fue el único revés que padeció: el productor de los shows, Edgardo Díaz, le propuso formar parte de Menudo, la banda de la que salió catapultado Ricky Martin en los 80. De nuevo, su padre se negó. “No sé cuáles fueron las razones. Él me dijo que le parecía correcto, pero que no quería separarse de mí porque era menor de edad”.

Los periódicos de la época recogieron las aventuras Ricardo Cuenci y sus compañeros. 

Los periódicos de la época recogieron las aventuras Ricardo Cuenci y sus compañeros.  / EPE

El éxito de La Rondallita protagonizó páginas y páginas de periódicos.

El éxito de La Rondallita protagonizó páginas y páginas de periódicos. / EPE

Ahí terminó todo. Si bien es verdad que se dedicó a aprender solfeo y a tocar en una orquesta, no ha vuelto a pisar los grandes escenarios. E, igualmente, tampoco ha recibido el reconocimiento que esperaba. “Después de tanta lucha, me quedé traumatizado”, sostiene. Así que se dedicó a los suyos. Aunque tuvo que enfrentarse a un golpe inesperado: según desveló El Tiempo de Bogotá, un día antes de cumplir 18, le pillaron robando en un almacén y fue encarcelado. Estuvo tres meses preso hasta que un amigo pagó la fianza.

A partir de ahí, decidió bajar las revoluciones: “Mi vida ha sido demasiado complicada. He pasado por cuestiones complejas. Somos muy humildes. Y lo que ganamos es para comer”. En la actualidad, trabaja como carpintero, ebanista, laminador... Y da sustento a una familia que se cuenta por decenas. “Necesito producir. Ojalá alguien me pudiera ayudar para volver a subirme a una tarima. Yo aún canto. El burrito no estaba muerto, sino de parranda. Sólo quiero un apoyo”, reclama.

La canción rápidamente se convirtió en un éxito y se extendió más allá de Venezuela. 

La canción rápidamente se convirtió en un éxito y se extendió más allá de Venezuela.  / EPE

Asimismo, pelea por recuperar las regalías que le negaron en el pasado: “Estoy viendo qué posibilidades hay. No tengo plata para pagar un abogado, pero puede que aparezca una mano que quiera hacer justicia”. Por ahora, el periodista César Muñoz ha puesto en marcha un crowdfunding que tiene por objetivo “brindarle la oportunidad de rehacer su vida, además de compensar económicamente las alegrías que por más de cuatro décadas nos ha brindado gracias a su legendaria interpretación”. Al cierre de esta edición, la campaña supera los 4.500 dólares.

Con ellos, podría poner en marcha la fundación que tanto ansía: “Quiero ayudar a los niños de las zonas rurales a través de la música. Y, para ello, necesito dinero”. Mientras llega, seguirá templando cada Navidad con la canción que Juanes y Adrianne Houghton también han versionado. Tal es su efecto reconfortante, que la revista Billboard la ha incluido entre los 100 mejores villancicos de la historia: “Me llena de orgullo que la gente ponga El burrito sabanero y comparta momentos. Aún así, sé que puedo dar más. Tengo fe en lo que estoy haciendo. A pesar de las circunstancias, me gusta soñar. Y reír. Eso siempre”.