PROPIEDAD INTELECTUAL

Lo que el juicio sobre plagio de un retrato de Prince pintado por Andy Warhol implica para el mundo del arte

Tras años de litigios, una demanda de la fotógrafa Lynn Goldsmith contra la Fundación Andy Warhol por el uso que hizo el artista de una de sus fotos de Prince ha llegado al Tribunal Supremo de Estados Unidos. La sentencia puede tener decisivas consecuencias para el mundo del arte. En España, según los expertos, podrían darse situaciones parecidas

La fotografía original de Lynn Goldsmith, a la izda., y una de los trabajos de Warhol que están siendo revisados por al Tribunal Supremo de EEUU.

La fotografía original de Lynn Goldsmith, a la izda., y una de los trabajos de Warhol que están siendo revisados por al Tribunal Supremo de EEUU. / Collection of the Supreme Court of the United States

El pasado mes de octubre, se celebró en el Tribunal Supremo estadounidense una peculiar audiencia. Se trataba del caso que enfrenta nada menos que a la fotógrafa Lynn Goldsmith con la Fundación Andy Warhol, heredera de los derechos del icono del arte pop, en torno a la utilización por parte de Warhol de una imagen de Prince tomada por Goldsmith como base para varios de sus cuadros y, en concreto, para la portada de una revista.

La disputa, como tantas otras que evalúa el máximo tribunal estadounidense, habría pasado desapercibida para el gran público de no ser por dos razones. La primera, la importancia dentro de la cultura contemporánea de todos los implicados en el caso y, la segunda, que la sentencia definitiva podría tener serias consecuencias en el futuro de las artes visuales, delimitando una línea que durante décadas ha estado tremendamente difusa, la que existe entre la inspiración y la apropiación. ¿Qué sería de las obras de tantos y tantos artistas actuales cuya obra se apoya total o parcialmente en el uso y reinterpretación de imágenes de otros sin su consentimiento?

Pero empecemos por el principio. En 1981, Goldsmith, ya por entonces famosa por sus retratos de iconos del rock and roll como Bob Dylan, Patty Smith, Bruce Springsteen o The Rolling Stones, tomó unos retratos de Prince para la revista Newsweek destinados a un reportaje que finalmente no fue publicado.

Tres años después, en 1984, tras el lanzamiento del disco Purple Rain y el ascenso de Prince al estrellato internacional, la revista Vanity Fair encargó a Warhol una ilustración para acompañar un artículo sobre el cantante.

Fue entonces cuando la publicación contactó con Goldsmith y adquirió los derechos de una de aquellas fotografías inéditas por 400 dólares, con el compromiso de citarla como autora de la imagen, y se la facilitó a Warhol para que creara la ilustración.

Hacía mucho que los días de gloria de Warhol habían pasado, pero el artista de Pittsburgh, tras un periodo de cierta decadencia, había vuelto a ponerse de moda gracias sobre todo a su asociación con algunos de los artistas jóvenes más interesantes de Nueva York como Jean-Michel Basquiat o Julian Schnabel. Siempre tan productivo, a partir de la imagen de Goldsmith, Warhol creó la serie Prince, que constaba de catorce serigrafías en diversos colores y dos dibujos a lápiz. Una de estas pinturas, la titulada Purple Prince, fue la destinada a iluminar las páginas de Vanity Fair.

El artículo original de 'Vanity Fair' con la foto de Prince reinterpretada por Warhol.

El artículo original de 'Vanity Fair' con la foto de Prince reinterpretada por Warhol. /

Aquí podría haber concluido la historia, pero los problemas comenzaron con la muerte de Prince en 2016 por una sobredosis accidental de fentanilo. Tras el fallecimiento de la superestrella, Condé Nast, la empresa editora de Vanity Fair, quiso publicar una revista conmemorativa dedicada al artista de Minneapolis titulada The Genius of Prince (El genio de Prince) y pagó más de diez mil dólares a la Fundación Andy Warhol por utilizar otra de las serigrafías creadas en 1984. En este caso se trató de Orange Prince.

Esta vez, Goldsmith no fue mencionada como autora de la imagen, ni recibió ningún tipo de compensación económica por su uso, con lo que, tras enterarse de la publicación de la revista y reconocer su imagen, la fotógrafa decidió reclamar una indemnización en los tribunales.

Desde la Fundación Warhol se defendieron de las acusaciones argumentando que el creador de la Factory había realizado un “uso justo” de la foto, autorizado por la ley, y que no estaba obligada a dar una compensación económica a Goldsmith. Tras fracasar a la hora de llegar a un acuerdo extrajudicial, la Fundación presentó una demanda preventiva solicitando a la justicia que confirmara que la serie Prince no suponía una violación de los derechos de propiedad intelectual de Goldsmith.

El primer tribunal de Manhattan que revisó el caso en 2019 falló a favor de la Fundación. Según la sentencia, Warhol había conseguido transformar la imagen del músico tomada por Goldsmith, que mostraba a una “persona vulnerable e incómoda” en “una figura icónica y extraordinaria”. Esta transformación le pareció suficiente al juez para dictaminar que no hacía falta realizar ningún pago adicional a la fotógrafa.

Pero en 2021, otro juzgado revocó el fallo inicial, dándole la razón a Goldsmith. También calificó la anterior sentencia como “un error”, acusando al juez de 2019 de estar ejerciendo de crítico de arte, de asignarse el papel de interpretar la intención o el significado de las obras en cuestión. El juez Gerard E. Lynch sentenció que, quizá atribuyéndose entonces él mismo el papel de crítico, “para que una obra no sea considerada como derivada se requiere algo más que la superposición del estilo de otro artista sobre la obra inicial”.

La decisión última y definitiva queda ahora en manos del Tribunal Supremo, que ya ha escuchado a las partes y que se espera que se pronuncie a mediados del año que viene. El caso plantea un conflicto que podría tener enormes consecuencias en el mundo del arte dependiendo del fallo final. Para la fundación Warhol, una sentencia en su contra restringiría las libertades de los artistas que utilizan la apropiación como parte de su proceso y dañaría la expresión creativa. Desde el punto de vista de Goldsmith, una sentencia que no le diera la razón dejaría desprotegidos a los creadores de obras de arte originales que, como en su caso, no recibirían ninguna compensación económica si alguien utilizaba alguna de sus obras.

La situación en España

Se trata, está claro, de un tema complejo y cuyas consecuencias son difíciles de prever. ¿Qué pasaría si algo así sucediera dentro de nuestras fronteras? “Me cuesta muchísimo opinar sobre si es correcta o no la utilización por parte de los artistas de las imágenes creadas por otros en su arte porque yo soy uno de esos artistas que se apropia de imágenes para dar lugar a su obra”, afirma el pintor David Macho, cuyas obras se caracterizan por un horror vacui extremo poblado por decenas de personajes y situaciones sacados de sus obsesiones, la actualidad y la cultura pop. “Además eso se lleva haciendo 100 años, lo hizo Duchamp y luego Dalí con la Mona Lisa, por ejemplo”.

“Los artistas apropiacionistas están en una situación complicada en términos de seguridad jurídica”, explica Belén Álvarez, abogada senior y experta en propiedad intelectual del despacho Gabeiras y Asociados, que aclara que en nuestro país se podría dar una situación similar a la que se está enfrentando el Tribunal Supremo de Estados Unidos. “La Ley de Propiedad Intelectual española reconoce a los autores, entre los que se encuentran los pintores y fotógrafos, el derecho exclusivo a autorizar o prohibir la reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de sus obras”, sostiene la letrada. “De esta manera, si un autor quiere utilizar la obra de otro para incorporarla en la suya o bien tiene interés en modificar una obra preexistente para crear una nueva, necesita la autorización del autor de la obra originaria”. Esto implica que, con la ley en la mano, miles de obras podrían ser objeto de demandas.

Si el caso se resolviera teniendo en cuenta la legislación española, es muy probable que el Tribunal le diese la razón a la fotógrafa, pues el retrato de Prince creado por Warhol no encaja en ninguna de las posibles excepciones"

— Belén Álvarez, abogada experta en propiedad intelectual

La ley española, sin embargo, sí que reconoce unos pocos casos en los que se podría usar una obra ajena sin permiso de su autor, como el derecho de acceso a la cultura, a la educación o a la información. Por tanto, “si el caso de la Fundación Warhol contra Lynn Goldsmith se resolviera teniendo en cuenta la legislación española, es muy probable que el Tribunal le diese la razón a la fotógrafa, pues el retrato de Prince creado por Warhol no encaja en ninguna de las posibles excepciones”.

Pero aplicar esta ley tal y como está redactada, ¿no supondría un freno insalvable para la libertad creativa? Desde el punto de vista del artista, Macho cree que “crear una imagen totalmente nueva hoy en día es muy complicado porque cada hora estamos expuestos a miles de imágenes que se quedan grabadas en nuestra mente de forma casi inconsciente y que nos hacen plagiar constantemente, las reproducimos casi sin querer”.

Detalle de una obra de David Macho.

Detalle de una obra de David Macho. / Cedida

“Evidentemente”, continúa, “también creo que hay que luchar por los derechos de los autores. No porque sean genios, sino para que las grandes empresas no se aprovechen de su obra y saquen un rédito económico que les pertenece a ellos. Estamos en un sistema que castiga muchísimo al creador y le absorbe hasta el punto de desalmarle. Con el caso de Warhol y Goldsmith tengo muchas dudas, pero creo que, en este caso, la fotógrafa y Warhol colaboraron al crear una serie de obras. Una puso la imagen y el otro pintó encima, se trató de una colaboración y las colaboraciones son de doble autoría. Por tanto, Goldsmith debería seguir recibiendo una parte del dinero”.

Por su parte, Álvarez reconoce que quizá el problema, tanto en la legislación estadounidense como en la española, está en que los supuestos reconocidos en las leyes de propiedad intelectual vigentes no recogen correctamente las tendencias y los usos cada vez más habituales en el arte actual. El apropiacionismo genera cada año multitud de conflictos a nivel mundial entre autores. “Creo que podría ser interesante valorar la posibilidad de incorporar en la Ley de Propiedad Intelectual un nuevo límite que permita el uso de las obras protegidas por parte de los artistas visuales con la finalidad de integrarlas en su propia creación, respetando el derecho de paternidad sobre la obra preexistente, siempre y cuando tal utilización se lleve a cabo con la intención de homenajear al autor de esta última o a su obra y no quede perjudicada ni su normal explotación ni los legítimos intereses del mencionado autor”, sostiene la abogada. “De esta manera, el autor podría ejercitar su derecho a la libertad artística en condiciones de seguridad jurídica y se estimularía la actividad creadora”.

Macho añade otro factor que considera determinante. “Creo que si tu discurso avala que tomes la creación de otro, la cambies de contexto y le des un nuevo significado, el uso es justo. Otra cosa es usar la creación de otro de tapadillo en plan 'a ver si cuela…' ¡La intención cuenta! Pero si coges una obra y le das una vuelta, le cambias el significado y la contextualizas en tu época, no es plagio ni estás robando nada. Quizá el fondo, la poética, la metodología que hay detrás de una obra de arte que utiliza imágenes ajenas, es lo que tiene que ser fresco y original, lo que la hace legítima”.

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