ENTREVISTA

Sue Black, antropóloga forense: “En la muerte hay compasión, hay una liberación del dolor, se le da la bienvenida a algo que es inevitable”

La presidenta del Real Instituto de Antropología de Gran Bretaña e Irlanda publica en España 'Escrito en los huesos', donde explica todo lo que el cuerpo puede contar de nuestra vida

La antropóloga forense Sue Black, autora del libro 'Escrito en los huesos. Los recuerdos que custodia nuestro esqueleto'.

La antropóloga forense Sue Black, autora del libro 'Escrito en los huesos. Los recuerdos que custodia nuestro esqueleto'. / Janice Aitken (cedida)

Ángeles Castellano

Ángeles Castellano

Es una de las antropólogas forenses más reconocidas del mundo. Su trabajo consiste, fundamentalmente, en identificar cuerpos víctimas de actos violentos y sacar conclusiones sobre su vida y las causas de su fallecimiento. Ha trabajado durante toda su carrera en colaboración con la justicia de Reino Unido, pero también en numerosas investigaciones para el Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Commonwealth de su país y las Naciones Unidas, en la identificación de víctimas de diferentes conflictos armados del mundo, como la guerra de Irak, y de casos como el tsunami que sufrieron los países del sudeste asiático en 2004. Además, fue la principal antropóloga forense de Gran Bretaña en la investigación por los crímenes de guerra cometidos en Kosovo en 1999. También contribuyó a desarrollar un sistema científico para identificar a los autores de delitos de pederastia a partir de los patrones de las venas de las manos que, reconoce, son tan personales como las huellas dactilares.

Ahora, Sue Black (Inverness, Escocia, 1961), publica en España Escrito en los huesos. Los recuerdos que custodia nuestro esqueleto (Capitán Swing, 2022), un libro en el que explica, a partir de algunos de los casos que ha investigado durante su carrera, qué cuentan sobre nuestra vida nuestros huesos. Black, presidenta del Real Instituto de Antropología de Gran Bretaña e Irlanda y dama comendadora de la Orden del Imperio Británico, está especializada en desmembramientos, un interés que se le despertó en la adolescencia cuando, después de haber sido testigo desde la infancia de cómo su padre despellejaba y desmembraba los animales que cazaba, comenzó a trabajar en una carnicería mientras estudiaba.

Contesta a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA por videoconferencia y en la conversación demuestra un gran sentido del humor y vitalismo, además de, obviamente, un gran conocimiento del cuerpo humano.

P. Escrito en los huesos recoge una serie de recuerdos profesionales organizados a partir de las diferentes partes del cuerpo. La idea de escribirlo, ¿surge a partir de los casos o busca los casos a partir de la estructura del cuerpo?

R. Una conversación muy común de sobremesa para mí, que además es una de las áreas en las que soy experta, es el desmembramiento. La pregunta que siempre se me hace es: ¿hay alguna parte del cuerpo de la que, al verla, no puedas decir algo? Y la respuesta es no. Así que pensé, junto con mis editores, que era una buena idea hacer reflexionar a la gente sobre su propio cuerpo y en cómo las cosas que haces quedan grabadas en tu propia estructura, que es algo que siempre he encontrado fascinante. Tenemos que admitir que somos primates narcisistas. No hay otro animal en el mundo así. Creamos el espejo sólo para mirarnos, así que nos gusta tener la habilidad de mirarnos y de mirar a los demás. Sólo quería que la gente lo intentase desde un ángulo diferente.

P. El hecho de que todo lo que se hace en la vida se queda marcado en los huesos es muy interesante. ¿Hay algo que podamos hacer para facilitar la identificación de nuestro cuerpo en caso de sufrir una desgracia?

R. Bueno, sólo puedo contarte lo que yo he hecho. Y con esto no sugiero a nadie que siga mi cadena de pensamientos, porque hay que tener en cuenta que yo me dedico a esto. Pero a mis hijas las fotografié cada seis meses durante los primeros cinco años, y luego cada año por su cumpleaños hasta los 18. Así tuve siempre una imagen reciente de ellas. También hice un mapa corporal de cada una para conocer dónde están todas sus marcas de nacimiento, sus lunares y todo este tipo de cosas. Y les tomé las huellas dactilares, algo que repetí cuando empezaron la primaria y la secundaria. Tengo guardados algunos pelos para tener su ADN. Y luego, todo esto, se lo pasé a mi abogado para que lo guardase. Así que siempre he tenido una manera de identificar a mis hijas. Por supuesto, ellas querían tener una sonrisa perfecta al más puro estilo Hollywood, así que querían usar corrector dental. Y yo me resistía, porque ponérselos implicaba que pasaran a tener exactamente la misma dentadura que el resto del mundo, sus bocas iban a perder su individualidad. Pero consentí y una de ellas se puso aparato. Y luego, la que se puso aparato, decidió que quería hacerse algunos tatuajes. Nunca me interpuse en su camino, porque permiten individualizar el cuerpo. Me encantó fotografiarlos y así, tenerlas perfectamente identificadas en caso de necesitarlo. Sí, soy una madre imposible en este sentido, mis hijas están perfectamente documentadas para cualquier ocasión en la que sea necesaria y que esperemos que nunca ocurra.

Estoy de acuerdo en que esto es excesivo. Pero todo lo que haces en tu vida, de alguna manera, se refleja en tu cuerpo. Todo lo que comes, el estrés, incluso los traumas, dejan una marca en los huesos, algunas se quedan y otras se terminan borrando. Y nuestro trabajo, como antropólogos forenses, es justamente encontrar esa melodía que ha quedado medio escrita dentro de sus huesos para decir, ¿cómo suena? A mí me encanta mirar a la gente. Por ejemplo, sentarte cerca de alguien en el tren y observar las variaciones que tiene su cuerpo. Y si encuentro algo interesante, suelo pedirles por favor que me permitan fotografiar su tatuaje o sus manos, lo que me resulte especial, porque me dedico a eso. Una vez que se supera el shock inicial de que un desconocido te hable, a la gente le encanta contar las historias de sus peculiaridades, les hace sentir especiales. Así que es un trabajo estupendo. Un trabajo fabuloso.

P. Bueno, es un trabajo muy relacionado con la muerte y en muchos casos con muertes violentas. Pero estaba pensando, tras escucharle, que usted está más cerca de la vida, que la vive de manera muy consciente.

R. Oh, absolutamente. Mi abuela era originaria de la costa oeste de Escocia y era una gran creyente en la otra vida. Siempre me decía: “la muerte siempre caminará contigo cada día de tu vida. Va a acompañarte y caminar a tu lado. Así que necesitas hacerte amiga suya”. Y de alguna manera, me daba menos miedo si pensaba en ella como una amiga. Porque en la muerte hay compasión, hay una liberación del dolor, se le da la bienvenida a algo que es inevitable. Así que mi abuela me decía: “háblale cada día, asegúrate de que sabe que no estás lista todavía. No le animes a venir, pero hazte su amiga. De esta manera, cuando vuestros caminos se unan será el encuentro de dos amigas, no el de dos extrañas”. Y así, me enseñó que ese regalo que es la vida está contigo cada día que vives, tanto si es corta como si es larga. Y que tienes la responsabilidad de aprovechar al máximo cada día. No dejes para mañana las cosas que te harían disfrutar hoy.

P. ¿Cómo consigue que lo que vive profesionalmente no le afecte en su vida diaria?

R. Porque se puede desconectar. Este trabajo te hace ser más consciente de tu propia mortalidad. Tengo un gran amigo que es jefe de policía en Escocia, y hubo un momento en el que me ofrecieron hacer algunos trabajos de identificación en casos policiales de abusos sexuales a niños. Así que acudí a él y le pregunté: “¿debería hacerlo?” Y él me contestó categóricamente, aún puedo escuchar su respuesta en mi cabeza: "No lo hagas, porque una vez que empieces a trabajar en estos casos, las imágenes se quedarán para siempre en tu mente y nunca te abandonarán”. Pero sabía que no le haría caso, así que también me dio el consejo más importante que me han dado nunca en mi vida profesional. “Estás haciendo un trabajo. No eres la dueña del trabajo. No eres la dueña de la culpa. No causaste lo que ves. Y no podías haberlo evitado. Tu trabajo es encontrar las evidencias, rescatarlas y presentarlas. Nada más”. Y me ayudó bastante, aunque no lo hace más sencillo cuando estás en medio de un caso. Pero también me dijo otra cosa interesante, y es que hacemos un trabajo para que el resto del mundo no tenga que hacerlo. Y en este caso, tienes el deber y la responsabilidad de cuidarte. Porque si no puedes hacer tu trabajo nunca más no puedes ayudar a los demás. También tienes un deber para con tu equipo. Yo tengo una colega-sombra, con la que he trabajado más de 20 años. Ella me conoce mejor que mi marido. Y si ella, en algún momento, hubiese observado algún cambio en mi personalidad, o que yo dejase de dormir, o empezase a beber de más o a estar muy triste o deprimida por algún caso, ella intervendría. Y yo haría exactamente lo mismo por ella. Así que tenemos una serie de mecanismos que desarrollamos durante nuestra carrera profesional. No nos hace inmunes o personas frías ante la tristeza y el dolor que hay a nuestro alrededor. Pero si nos involucramos personalmente dejamos de ser capaces de hacer nuestro trabajo y ninguna familia quiere nuestra empatía. Quieren que hagamos nuestro trabajo. Y eso es lo que hacemos.

P. Usted ha participado en procesos colectivos de exhumaciones e identificaciones. No sé qué opinión tiene sobre el hecho de que España sea uno de los países del mundo con mayor número de desaparecidos, víctimas de la Guerra Civil y la dictadura de Franco. ¿Cree que es necesario, para las sociedades, resolver este tipo de cuestiones?

R. No hay una respuesta sencilla porque hay múltiples puntos de vista. Hay personas a las que les gustaría ser capaces de poder continuar con sus vidas y dejar el pasado atrás. Desde este punto de vista, se trata de dejar atrás recuerdos dolorosos y vivir el momento actual y seguir adelante. Pero otra gente no puede continuar con su vida hasta conocer la verdad. Hasta saber dónde está su abuelo. Así que se convierte en un asunto nacional y de alguna manera el país tiene que decidir por sí mismo cómo actuar. Para muchos es una herida abierta que no termina de curar y otros querrán cubrirla con una costra y dejar que comience a sanar. No hay una respuesta correcta, es demasiado personal.

P. Entiendo que es diferente de lo que está ocurriendo en Ucrania, donde el conflicto está aún vivo. ¿Qué tipo de información podremos rescatar cuando sea posible estudiar lo que está ocurriendo a la población local?

R. El tiempo es una lente interesante para mirar a este tipo de fatalidades, porque cuando son recientes o están ocurriendo, es un tribunal internacional el que decide que necesita investigar lo que está ocurriendo y seguramente lo que van a buscar es juzgar a los responsables, así que el trabajo forense se orienta a encontrar evidencias que puedan determinar la culpabilidad o inocencia de estas personas determinadas. Sin embargo, cuando pasa el tiempo, no hay tanta presión judicial. Se convierte más en una cuestión de orgullo nacional, la necesidad de un país de poseer su historia, su pasado y poder cerrarlo. Y entonces el trabajo forense se concentra en el aspecto más relacionado con el rescate, que tiene más que ver con una necesidad de cura social. En Ucrania, asumimos que habrá investigaciones que llegarán en su debido momento, y asumimos que el trabajo forense se enfocará en la primera dirección, que tendrá más que ver con una corte internacional. Se buscarán responsabilidades si se considera que se trata de una guerra ilegal y muertes ilegales.

P. En el libro, usted reivindica el trabajo forense de identificación frente a los trabajos de identificación a través del ADN. ¿Por qué es más confiable el trabajo forense o lo es de una manera diferente?

R. Bueno, la identificación por ADN es una de las herramientas que usamos en el trabajo forense, probablemente la que nos da mayor confiabilidad. A partir de los primeros 80, cuando se descubrió que se podía identificar a las personas a través del ADN, hemos visto un tremendo salto adelante en la cantidad de información que podemos obtener y esto conllevó que un gran número de errores en la justicia pudieran ser corregidos y crímenes que pudieron ser resueltos. Ha sido con mucha diferencia el mayor cambio en el trabajo de identificación forense. Pero no puede resolverlo todo. Aún tenemos muchos otros métodos que podemos usar y son útiles. Precisamente, por convertirse en la gran herramienta de identificación, el ADN ha atraído toda la atención pública. Y por supuesto se ha convertido en la estrella de todas las novelas de crímenes y todas las películas y series de televisión. Pero el ADN no puede resolverlo todo. Lo que quiero decir es esto: imagina que estás en un bar y hay mucho ruido y tienes que gritar para que te oiga tu acompañante y cada vez que gritas, tu ADN sale disparado en tu saliva. Como el bar esta lleno, termina llegando al hombro de un extraño que está cerca de ti. No tienes ni idea de quién es, pero ese extraño sale del bar y comete un crimen. Y cuando en la escena del crimen la policía accede a su abrigo, encuentra tu ADN. La pregunta es, ¿estuviste en la escena del crimen o estuvo tu ADN? ¿Cómo llegó hasta ahí tu ADN? Aún no conocemos todas las respuestas sobre cómo el ADN se transfiere de una persona a otra o de un material a otro y cuánto tiempo perdura ahí. Así que el trabajo de un abogado defensor puede ser decir, “bueno, se encontró su ADN en la escena del crimen pero esta persona no estuvo ahí” e introducir, en el ambiente completamente adverso de un juicio, una duda razonable, para que un elemento tan importante como una muestra de ADN quede fuera del caso. Como experta, he vivido lo suficiente para ver cómo la tecnología va modificando nuestras conclusiones, y la opinión que tuve sobre un caso puede cambiar porque ahora tengo nuevas evidencias o me permite sacar mejores conclusiones.

P. La tecnología le permite volver a casos que quedaron sin resolver, ¿le ha permitido retomar casos antiguos?

R. Sí, a veces ocurre que resolvemos casos de hace diez años. El paso del tiempo a veces permite conseguir mejor información, mirar a las evidencias con una nueva luz, de una manera diferente.