Nuevas formas de gobierno

El informe sobre la democracia dado a conocer por The Economistcon el título El desafío de China coincide con otros observatorios en confirmar un retroceso de esta forma política durante el periodo de tiempo transcurrido del siglo actual. Lejos de alcanzar una difusión universal, como se había anunciado, la democracia no ha llegado todavía a más de la mitad de los países y de la población mundial. En su repaso anual, la publicación advierte un empeoramiento general de las democracias. Un ejemplo de este deterioro es la española, objeto de un capítulo aparte, que por primera vez desde 2006 ha obtenido una puntuación inferior a ocho y, en consecuencia, es calificada como defectuosa. Europa occidental es la única región en que la mayoría de los países disfrutan de una democracia plena. Peor aún, se constata un desplome de la confianza en los gobiernos y los partidos. La falta de cambios políticos muy demandados genera una frustración creciente en los ciudadanos de los países libres y hay sectores en los que flaquea el espíritu democrático y empieza a ser aceptable alguna variante de la tecnocracia y del autoritarismo.

El citado informe presenta los datos elaborados y extrae conclusiones. Josep Maria Colomer, politólogo español de renombre internacional, y Ashley L. Beale, experta en políticas públicas, dando un paso más, profundizan en el estudio del problemático estado de las democracias, prestando especial atención a los casos de interés particular dispersos por todo el mundo. Como es habitual en los textos del primero, este ensayo proporciona al lector argumentos claros, bien informados, sustentados en la evidencia empírica, lúcidos y constructivos. Colomer es un observador certero, que en sus análisis nunca cae en el tópico ni se deja llevar por el prurito de la crítica. Con solvencia, sin estridencias, cuestiona lugares comunes, capta la lógica interna de las tendencias en curso y sugiere poner a prueba algunas innovaciones con el ánimo de contribuir a un mejor funcionamiento y una mayor satisfacción con la democracia.

El impacto de la globalización ha provocado un enorme trastorno en las democracias. "La era de la democracia representativa centrada en los estados nacionales soberanos ha quedado atrás", afirman los autores. El desajuste institucional causado por la dinámica globalizadora es cada vez más palmario y redunda en una pérdida de eficacia de las democracias a la hora de gestionar los asuntos de los ciudadanos. Para colmo, el declive de la clase media trae consigo polarización e inestabilidad política, terreno abonado para avivar emociones negativas, como la ira y el miedo, y abrir las puertas a soluciones autoritarias.

La democracia, concluyen Colomer y Beale, si queremos evitar su caída en un futuro incierto e inane, debe globalizarse. Para ello, es preciso que sea flexible y demuestre capacidad de adaptación. Habrá que aprender a combinar distintas fórmulas de gobierno, basadas en la participación directa de los ciudadanos, instituciones representativas y la competencia de los expertos, con las diferentes escalas de la comunidad política y los distintos niveles del poder político.

La gobernanza que se vislumbra, necesaria para domar el proceso de globalización y responder a las expectativas de los ciudadanos, será extremadamente compleja y sofisticada. Viéndola venir, y al mismo tiempo invocándola, los autores se preguntan si a esas nuevas estructuras políticas podremos aún llamarlas por el nombre de democracia. Responden que la democracia nunca se presentará en estado puro porque va contra la naturaleza de lo humano, pero se darán por satisfechos si esas fórmulas garantizan participación, gobernanza y responsabilidad. Este libro es en la actualidad la mejor lectura panorámica de la democracia en el mundo, de sus avatares, su coyuntura, sus penas y sus perspectivas.