CRISIS MIGRATORIA

La llegada de niñas solas se dispara en la ruta canaria

El Archipiélago ha recibido en los últimos tres meses a cerca de un centenar de chicas que han migrado sin el respaldo de un adulto

Una voluntaria de Cruz Roja atiende a una niña en recién llegada a Fuerteventura.69 personas en dos neumáticas a al sur de Canarias, entre ellas tres niños

Una voluntaria de Cruz Roja atiende a una niña en recién llegada a Fuerteventura.69 personas en dos neumáticas a al sur de Canarias, entre ellas tres niños / EFE

Isabel Durán

La situación de vulnerabilidad de las niñas que migran sin la compañía de un familiar es extrema. A los peligros que corre cualquier migrante que abandona su país de origen para llegar a Europa a través de la ruta canariapor su corta edad y por ser mujeres, las chicas tienen que sumar riesgos que van desde la extorsión hasta convertirse en víctimas de algún delito, como la trata de personas.

Como todos los migrantes, ellas buscan un refugio en el que forjarse un futuro mejor y huyen la pobreza, pero también escapan de entornos de violencia y de discriminación. Entre los 4.461 menores extranjeros que están bajo la tutela del Gobierno de Canarias hay 150 niñas. Casi un centenar de llas ha llegado a las costas isleñas a bordo de un cayuco en los últimos tres meses.

Proceden principalmene de Senegal y Gambia y la media de edad es de apenas 14 años. "Están llegando muy dañadas y son las más vulnerables. Lo prioritario es ayudarlas en la recuperación física y psicológica después del viaje, durante el que pasan mucho miedo", señala Delia García, presidenta de Quorum Social 77, entidad que gestiona una veintena de centros de menores migrantes en Canarias, cuatro de ellos de niñas.

Sorpresa

"Lo primero que les llama la atención al llegar es el papel de la mujer en España, lo que nos habla de lo invisibles que son ellas en las sociedades en las que han crecido", afirma García, quien destaca su preocupación ante la alta tasa de analfabetismo de las chicas, que ronda el 40%, mientras que entre los chicos es del 30%. "La mayoría procede de zonas muy rurales y están acostumbradas a trabajar desde muy pequeñas. De hecho, les sorprende que les digamos que tienen derecho a ir al colegio o al instituto cada día", explica García. 

Aunque los chicos y las chicas migrantes se acogen en centros separados, en algunos se mezclan con niños pequeños, porque muchas llegan al Archipiélago a cargo de sus hermanos menores. "Tienen una capacidad de trabajo enorme y se quieren encargar de todos los cuidados de los niños. Vienen con la responsabilidad absoluta de atender a sus hermanos, y a los pequeños en general, aunque no sean familia suya", detalla la responsable de la oenegé y apunta que "el vínculo de apadrinamiento con los más pequeños es tremendo".

Trabajo individual

En los centros se trabaja de forma individual con cada una de las chicas, para brindarles apoyo con el proyecto migratorio que traen en su mochila de vida, según relata la directora general de Protección a la Infancia y las Familias del Gobierno de Canarias, Sandra Rodríguez. Además, hace hincapié en que todas son jóvenes que «necesitan culminar su desarrollo como personas, por lo que hay que abrirles camino hacia la integración social, para que después se puedan emancipar plenamente».

A pesar de que el choque cultural inicial es muy fuerte, las relaciones con los compañeros y compañeras de los centros educativos les ayudan a normalizar la forma de vida en Europa. "Desde que se siente seguras quieren colaborar con todo y muestran agradecimiento por el más mínimo detalle", sostiene García. Al principio reciben los cuidados de los monitores como señal de protección pero, con el paso del tiempo, sienten esas atenciones como una manera de cortarles la libertad, tal y como ocurre con la mayoría de adolescentes. "Tienen una manera muy simpática de negociar para conseguir privilegios. Se sientan juntas a debatir y a cambio de, por ejemplo, quedarse más tiempo en una fiesta, ofrecen a los monitores hacerles un pastel de manzana para el día siguiente", expone la presidenta de Quorum Social 77.

Posibilidades inimaginables

Al llegar a Europa se les abre un abanico de posibilidades que en sus países de origen no podían ni imaginar. Aquí empiezan a soñar con ser médicos, abogadas, maquilladoras o peluqueras. "Cualquier cosa menos la agricultura", explica García. Es cierto que se encuentran con una primera barrera, que es el idioma, pero ninguna tira la toalla y ponen todo su empeño en superar cada obstáculo que se les presenta. "Son súper espabiladas y en menos de un año están hablando, leyendo y escribiendo en español. Tienen unos potenciales tremendos y ellas mismas se van marcando sus objetivos", destaca la presidenta de la oenegé. 

Algunas se ponen como meta volver a sus países después de formarse para ejercer alguna profesión, pero otras miran hacia Francia, donde la mayoría tiene algún familiar, y así poner punto final a su proyecto migratorio una vez cumplida la mayoría de edad.

La sombra de la trata

Hasta ahora no se ha detectado que ninguna niña haya llegado al Archipiélago en este último pico como víctima de trata, pero la directora general de Protección a la Infancia, aclara que hay que seguir trabajando con ellas, porque pueden verbalizarlo dentro de un tiempo. "Primero hay que conseguir que se sientan apoyadas y seguras para contar lo que han podido vivir durante el trayecto", señala Rodríguez. 

García recuerda que durante la oleada de llegadas que se produjo en 2021 sí se descubrieron casos de niñas que habían viajado como víctimas de trata, pero en este repunte de llegadas desde Senegal y Gambia "de momento" no se ha localizado a ninguna. Eso no quiere decir, apunta, que dentro de un tiempo pueda salir a la luz algún caso, pues "las mafias cada vez usan técnicas más perfeccionadas y han podido, incluso, advertirles de que deben esperar un año o más antes de ponerse en contacto con ellos".