Opinión

Macron: cuando un mensaje puede cambiar la historia

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha abierto las puertas a una posible intervención de las tropas de la OTAN para enfrentarse a Rusia 

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El presidente de Francia, Emmanuel Macron.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron. / EFE

En junio de 1989, el primer ministro de Hungría desde comienzos de año, Miklós Németh, no aprobó que se dedicaran más fondos para el mantenimiento de la valla de alambre de espino que separaba a su país de Austria. Con esta decisión se abrió el primer telón para que los ciudadanos de los países comunistas pudieran viajar libremente a la Europa democrática. De inmediato, provocó las quejas del Gobierno de Alemania Oriental, que empezó a observar con terror cómo cruzaban la frontera, con la excusa de irse de vacaciones al país magiar, decenas de miles de sus ciudadanos. 

Nadie lo esperaba ni lo predijo. Empezaba el definitivo fin de la Guerra Fría que tendría su momento más inesperado el 9 de noviembre de aquel año. Günter Schabowski, uno de los responsables de comunicación, miembro del politburó de la extinta y mal llamada RDA, daba una rueda de prensa para anunciar que se relajarían los permisos de viaje a través de las fronteras a Occidente. Los periodistas le preguntaron, primero, si aquello afectaba también a Berlín Oeste, a lo que Schabowski respondió: "Las salidas permanentes pueden tener lugar a través de cualquier vía que cruce de la RDA a Alemania Occidental y Berlín Oeste respectivamente". Siguiente pregunta: "Qué ocurrirá con el Muro de Berlín ahora". Y, tal como cuenta el historiador John Lewis Gaddis en su libro 'Cold War', Schabowski murmuró una respuesta incoherente y cerró la conferencia de prensa. Ciudadanos a uno y otro lado del muro se dirigieron a él para tirarlo abajo. En la Unión Soviética, su presidente, Mijaíl Gorbachov, que asistía a aquellos acontecimientos con una extraordinaria tolerancia, aún no sabía que a la URSS le quedaban dos años de vida.

Los grandes movimientos sísmicos que han cambiado eras y regímenes se producen sin avisar. Una subida de impuestos, un arquear de cejas, una palabra pronunciada en el momento adecuado pueden sacudir el mundo. A su alrededor, el contexto económico, político y social que se ha ido alimentando año tras año es el fermento necesario, pero no suficiente. También debe haber personalidades suficientes, líderes o antilíderes. Nada habría ocurrido a finales de los 80 sin apuntar la existencia de Karol Wojtyla, Ronald Reagan, Margaret Thatcher, Helmut Kohl, Lech Walesa, Erich Honecker, Wojciech Jaruzelski y, por supuesto, Gorbachov, entre algunos de los protagonistas. 

La UE está virando de incentivar las inversiones verdes y digitales a apostar por las inversiones en defensa

Paradojas de aquellas historias. En marzo de 1990 asistí en Budapest a las primeras elecciones en Hungría tras la caída del comunismo. Los estudiantes, mientras bailaban en la plaza de la Universidad al lado de una estatua de Karl Marx, hablaban especialmente bien de un partido minoritario, de tono liberal y europeísta, Fidesz, que lideraba un tal Víktor Orban. Tardó ocho años en ser nombrado primer ministro y empezar a escorarse hacia la derecha nacionalista y proteccionista húngara. Hoy, el grupo húngaro Magyar, más paradojas, quiere comprar Talgo.

En el mundo, más allá de Ábalos y Koldo, cerramos la semana con la atención puesta en la frase lanzada por el presidente de Francia, Emmanuel Macron: "Nada debe excluirse para evitar la victoria de Rusia", posteriormente matizada por el Gobierno de la República al señalar que las tropas de la OTAN nunca entrarán en combate contra las rusas. Paralelamente, aquí ya nadie matiza, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pide un refuerzo de la política de defensa de la Unión. Hemos pasado de la Europa verde y digital azotada por la pandemia a la Europa de la defensa.

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La Rusia de Vladímir Putin asusta y su contraofensiva en el Este de Ucrania, país que invadió hace dos años, genera todo tipo de especulaciones. Predecir qué va a ocurrir en el escenario internacional en los próximos meses, incluso años, es lanzar cartas al aire. Una posición considera que todo acabará en un acuerdo que permitirá a Rusia quedarse con los territorios ya invadidos; otra considera que Europa hará todo lo posible para ayudar a Ucrania y lograr que Rusia se retire completamente de ese país, incluyendo la península de Crimea. Y si esto obliga en algún momento a enviar nuevo armamento e incluso tropas, se hará. Como en la década de los 80, también estamos sujetos a que ocurran inesperados acontecimientos. Donald Trump ahí sigue.

Y... mientras tanto, que no se pierda el optimismo. Desde el Santander, banco español más internacional, su CEO en España, Ángel Rivera, augura un 2024 con el viento económico soplando de popa. Más crecimiento, menos tipos y más facilidad de crédito. El mundo sigue rodando. Que acierte para callar a los agoreros.