B3tter: las barritas que seducen a Jordi Roca

B3tter trata de competir al más alto nivel en la industria con sus ‘snacks’ saludables

Álex Boisset y Adrià Cruz, cofundadores de B3tter, en Barcelona

Álex Boisset y Adrià Cruz, cofundadores de B3tter, en Barcelona / Manu Mitru

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Adrià Cruz (Girona, 27 años) y Álex Boisset (Castelló de la Plana, 30 años) se conocieron en 2021, en una fiesta en la que todos bebían alcohol, menos ellos, que preferían sus botellas de agua. Fue un punto en común que les dio conversación para toda la noche. Y llegaron a la conclusión de que, más allá de bebidas alcohólicas, la industria alimentaria introduce componentes potencialmente perjudiciales para la salud en productos que se consumen a diario. Muchos de ellos se enfocan al público infantil, y está socialmente aceptado. Esta reflexión se convirtió en el germen de una idea: lanzar su propia marca de snacks saludables. Así nació, a finales de 2021, B3tter, que empezó a operar en 2022. Pero eso, quien ha seguido la trayectoria de estos emprendedores ya lo sabe.

Lo que no se imagina ni el más agudo de sus seguidores (Boisset tiene 187.000 en Instagram) es que los creadores de barritas, granolas y una crema de cacao y avellanas elaboradas con ingredientes naturales y solamente endulzadas a partir de fruta, están a punto de introducirse en lo más alto de la gastronomía de la mano del chef Jordi Roca. El pastelero de El Celler de Can Roca -restaurante con tres estrellas Michelin- fue uno de los invitados más aclamados del pódcast que los jóvenes utilizan para darse a conocer, junto con las redes sociales. "¿Qué te parecería que hiciéramos una colaboración contigo? Ni que fuera el topping...", le preguntaron con el descaro que les caracteriza. Y él, que es también el propietario de las heladerías Rocambolesc de Barcelona y Girona, no tardó en responder: "Hecho". Lo que parecía una fantasía, fruto de la espontaneidad del momento, cogerá forma antes del verano.

Cruz lo explica mientras desayuna dos de sus barritas durante una entrevista con ‘activos’ en su oficina en Barcelona, a la que Boisset llega tarde y relajado, y de la cual se va pronto. Sencillamente lo deja caer, cuando estamos a punto de terminarla. Lo hace bajo la atónita mirada del responsable de comunicación, que asegura no saber nada sobre el tema, mientras todavía está digiriendo el hecho de que Boisset se empeñe en reafirmar que la industria de la alimentación "nos vende veneno". "Nos encantan los conflictos", le sugiere el influencer a su compañero, que le pide que rebaje el tono. Es una muestra más de las dinámicas de estos emprendedores que, buscadamente, no siguen la norma. Y les funciona. 

No todo es hacer dinero

B3tter es un ejemplo de las start-ups dirigidas por y enfocadas a la gente joven, de estructuras más planas, que huyen precisamente del concepto empresa entendido desde una perspectiva tradicional. "No somos una empresa. No estamos aquí solo para hacer dinero. Somos una marca que tiene la misión de transformar la industria alimentaria". Por eso eligieron su nombre, B3tter, porque querían hacerlo mejor, explica Cruz. "Creemos que se puede trabajar mucho y pasárselo bien al mismo tiempo. Lo más importante para nosotros es la misión -insiste-. El dinero es una consecuencia de hacer bien las cosas", concuerdan los cofundadores.

En 2022, su primer año, la firma facturó 300.000 euros. Con un crecimiento orgánico, superará de largo los 600.000

En realidad, la empresa les da mucho más que solo para comer. Con un capital inicial de 25.000 euros por cabeza, en su primer año de vida facturaron 300.000 euros y en el ejercicio fiscal que están a punto de cerrar van a superar, holgadamente, los 600.000.

"Para nosotros es muy importante un crecimiento orgánico y sostenido", asegura Cruz. Por ello, han dicho que no a diferentes ofertas de inversión, "de grandes multinacionales y fondos privados" -cuyo nombre no revelan-, porque no quieren perder la esencia. "Queremos crecer, sí, pero de forma controlada -insiste-. La industria alimentaria utiliza los ingredientes baratos y perjudiciales para la salud para tener más rentabilidad. Nosotros no queremos eso, no queremos pervertir la marca".

Álex Boisset y Adrià Cruz, cofundadores de B3tter, en Barcelona /

Manu Mitru

"Esto es imposible". Esta era la respuesta que les daban todos los fabricantes cuando escuchaban sus ideas. Ellos hacían los productos en casa e iban a las fábricas para pedir que lo recrearan de forma industrial. Contactaron con más de 30 y les abrieron sus puertas unas 10. "Es imposible", contestaban. "Decían que no podían endulzar con fruta, que había que hacerlo con azúcar o edulcorantes, y tener como mínimo una grasa", recuerda Boisset. "Éramos dos chavales intentando fabricar donde lo hacen los gigantes", prosigue. "Y, además, íbamos en sudadera y con la gorra", ríe su colega. Pero la última les dijo que sí. 

Se quedaron sin estoc

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Distribuyen sus productos a toda la Península, de momento. Además de vía on line, los venden en negocios como Ametller Origen y Eroski -con el mayor peso-, en el Hotel W y el Hotel Arts, ambos de Barcelona, y la aerolínea Level. Cuentan emocionados que Ametller les compró la mitad de su estoc cuando estaban empezando, con la intención de venderlo en dos meses. "¡Y se acabó el mismo día!", afirman aún sorprendidos. "La otra mitad se la repartimos al día siguiente y se les acabó en tres días", continúan. 

"Entonces no teníamos estoc, ni dinero, porque nos lo habíamos gastado todo en esa primera producción". Pero salieron adelante. Y así siguen, paso a paso. Transparentes, incorrectos e insaciables, queriendo "cambiar el mundo" con sus snacks saludables.