OPINIÓN

¿Recompra de acciones o dividendo en efectivo?

No hay una fórmula mejor que otra, depende de las características de la empresa, de la tipología de los accionistas que esta tenga y de los objetivos que se persigan al decidir el modo de repartir los beneficios de la compañía

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Un panel del Ibex 35, en el Palacio de la Bolsa, a 25 de octubre de 2023, en Madrid (España).

Un panel del Ibex 35, en el Palacio de la Bolsa, a 25 de octubre de 2023, en Madrid (España). / EP

Las empresas cotizadas tienen básicamente dos opciones para repartir entre sus accionistas los beneficios conseguidos. La primera consiste en abonar un dividendo en efectivo, y la segunda , en aplicar el beneficio a un programa de recompra de acciones. La recompra significa que la compañía invierte parte de sus beneficios en comprar sus propias acciones en el mercado bursátil para después amortizarlas. 

En Estados Unidos, entre 1998 y 2020, los importes dedicados a la recompra de acciones constituyeron la mayoría de los pagos corporativos a los accionistas, por encima de las cantidades repartidas en forma de dividendos. En el caso de las empresas cotizadas españolas, a lo largo de los últimos años la mayoría han combinado también la recompra de acciones con el pago de dividendos en efectivo. Las razones por las que las empresas dedican cada año una mayor proporción de sus beneficios a recomprar acciones han sido objeto de numerosas interpretaciones, no obstante, según las conclusiones de las principales investigaciones empíricas realizadas, las dos motivaciones más citadas son, por un lado, aumentar el valor de sus acciones a través de incrementar el beneficio por acción y, por otro, adquirir sus acciones cuando los gestores consideran que están infravaloradas.  

Ventajas e inconvenientes

Dada la relevancia que ha ido adquiriendo últimamente la recompra de acciones en el contexto empresarial, tanto en España como en la mayoría de las economías desarrolladas, en el presente artículo nos centraremos en analizar las ventajas e inconvenientes de la recompra de acciones en comparación con el pago de dividendos en efectivo, y a identificar las principales consecuencias que produce la recompra de acciones.

Las recompras de acciones son más volátiles que los dividendos, ya que las primeras varían en gran medida en función del ciclo económico. En épocas de bonanza se produce un mayor volumen de recompra de acciones, mientras que este se reduce cuando la economía entra en crisis. De lo anterior se deduce que los dividendos se pagan principalmente con beneficios recurrentes, mientras que las recompras se financian mayormente con beneficios de carácter coyuntural. Por otro lado, las evidencias empíricas sugieren que las empresas con flujos de caja operativos más altos tienden a retribuir al accionista vía dividendos, mientras que las firmas con una mayor proporción de flujos de caja no operativos son más proclives a la recompra de acciones.

Siguiendo con el tema de los flujos de caja, los estudios publicados concluyen que la recompra de acciones es preferida por los gestores de la empresa al pago de dividendos en efectivo, ya que la recompra conlleva una salida paulatina de fondos, que puede durar varios meses. Por el contrario, el pago de un dividendo implica una salida puntual de recursos, lo que puede generar más dificultades de tesorería para la compañía.

Otro factor para tener en cuenta en relación con la forma de retribuir al accionista es el impacto fiscal que dicha forma comporte para el mismo. En este sentido, mientras que el pago de un dividendo en efectivo está gravado fiscalmente, la recompra de acciones, y la potencial plusvalía que pueda generarse con ello, no. Solo existirá un impacto fiscal en el momento en que el inversor venda sus acciones. Debido a ello, las evidencias sugieren que las empresas con una gran proporción de inversores minoristas tenderán a retribuir más vía dividendos, ya que el minorista es menos sensible que el inversor institucional al impacto fiscal. En cambio, cuando los inversores institucionales tienen un gran peso en el accionariado, las empresas serán más propensas a la recompra de acciones. 

Por otro lado, las evidencias muestran que los CEO con más experiencia financiera son más propensos a recomprar acciones que a pagar dividendos. Asimismo, las empresas con CEO más prudentes adoptan políticas de retribución al accionista más conservadoras, por tanto, son más proclives a recomprar acciones que a abonar dividendos en efectivo.

Según las investigaciones realizadas, la evolución de la cotización de las empresas que recompran acciones es, en general, más positiva que la de las que no recompran. Sin embargo, esta superioridad se manifiesta bastante tiempo después de la recompra. Es decir, no se trata de un efecto a corto plazo, sino a medio y largo plazo. Ello es debido a que los inversores esperan un tiempo para ver la evolución de la compañía, restaurar la confianza en la misma y confirmar que las acciones estaban realmente infravaloradas cuando se produjo la recompra.

La recompra tiene también algunas consecuencias menos positivas para la empresa. Diversas investigaciones muestran que las compañías que recompran acciones están limitando su capacidad de crecimiento y reduciendo los fondos dedicados a I+D. Por consiguiente, aquellas empresas que no contemplan posibilidades para seguir creciendo o para aumentar el nivel de investigación serán más propensas a recomprar acciones que las que vislumbran un elevado potencial de crecimiento y unos importantes retornos de su inversión en I+D.

Rendimiento posterior

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Se ha comprobado también que existen diferencias en la evolución futura de la acción según el porcentaje de acciones recompradas. Las empresas que recompran una cantidad moderada de acciones (entre el 3,25% y el 4,24% de su capital) presentan una mejor evolución que las que recompran cantidades más pequeñas o grandes. Así, pues, los estudios publicados sugieren que la relación entre el nivel de recompra y el rendimiento posterior de la acción presenta gráficamente una forma de U invertida, siendo las empresas que llevan a cabo un nivel moderado de recompra las que acaban beneficiando más a los accionistas que permanecen en la misma. 

En resumen, si comparamos la recompra de acciones con el pago de dividendos en efectivo comprobamos que no hay una fórmula que sea mejor que la otra en cualquier tipo de circunstancia, ya que ello dependerá de las características de la empresa, de la tipología de los accionistas que esta tenga y de los objetivos que se persigan al decidir el modo de repartir los beneficios de la compañía. Por lo que respecta a las consecuencias de la recompra, la literatura existente pone de manifiesto que el efecto en el valor de las acciones no es inmediato, sino que tarda un tiempo en llegar. También parece claro que la recompra puede aumentar el valor de la acción, pero a veces ello va en detrimento del crecimiento de la empresa y de su capacidad para la investigación.