DOSSIER GIRONA

Adaptar el turismo a las olas de calor, el gran reto

El calentamiento global tiene un impacto significativo en el sector en Girona, tanto en las preferencias de los turistas como en la viabilidad de destinos. La diversificación de la oferta y la desestacionalización son claves

La Costa Brava, en Cataluña, es uno de los destinos favoritos para disfrutar de unas vacaciones con un barco de alquiler.

La Costa Brava, en Cataluña, es uno de los destinos favoritos para disfrutar de unas vacaciones con un barco de alquiler. / EPE

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El cambio climático es una realidad que prácticamente nadie cuestiona. Está afectando a todo el planeta y su impacto en la industria del turismo es cada vez más evidente. El aumento de las temperaturas y sus consecuencias, como la sequía y el deshielo, están transformando la forma de elegir nuestros destinos vacacionales y, de forma paralela, los destinos turísticos están respondiendo a esa nueva realidad.

El turismo es una de las principales industrias del mundo y una fuente crucial de ingresos para muchas regiones. Sin embargo, también es uno de los sectores que más contribuyen al calentamiento global debido a su alto consumo de recursos naturales y emisiones de carbono. Al mismo tiempo, los espacios a conocer se ven directamente afectados. Uno de sus impactos más notables es el aumento de las temperaturas en algunas regiones, particularmente en el sur de Europa, que tiene un efecto tangible en las preferencias de los visitantes.

Los veranos cada vez más cálidos en destinos turísticos tradicionales están llevando a un cambio. Según un informe reciente del Centro Común de Investigación europeo, los turistas están optando por destinos más frescos en el centro y norte de Europa durante los meses de verano. Este cambio se debe a la búsqueda de climas más suaves y agradables para evitar el calor extremo de otros lares. 

Esta situación se vive también a nivel local en una zona como Girona, donde se empiezan a llenar los hoteles de montaña también en verano con turistas que huyen del calor de las zonas costeras. "Este verano ha habido muchos huéspedes que han preferido venir al interior, pensando que somos un destino más fresco", asegura Gerard Bofill, propietario y creador de Can Buch, un hotel sostenible de Sant Aniol de Finestres, en la Garrotxa.

Según el citado informe, si la temperatura subiera tres o cuatro grados centígrados, las regiones costeras del sur de Europa verían reducido su número de turistas en casi un 10% en verano. Por el contrario, los destinos costeros del norte de Europa experimentarían un crecimiento en popularidad de alrededor del 5% durante todo el verano y principios de otoño.

Preocupación latente

En Girona, las cifras actuales de ocupación turística son positivas, pero el sector está preocupado ante los posibles efectos de las olas de calor. "De momento, no observamos que la temporada alta evolucione negativamente, pero existe la amenaza de que los visitantes del norte y el centro de Europa prefieran quedarse en casa, donde las temperaturas son cada vez más benignas", comenta Esther Torrent, presidenta de la Asociación Turística de Apartamentos (ATA).

El cambio climático también está impulsando una transformación en la distribución estacional de los turistas. En lugar de concentrarse en la temporada alta de verano, muchos destinos están experimentando un crecimiento en la demanda en la temporada media. Esta desestacionalización del turismo es otra respuesta a la búsqueda de climas más agradables.

La prolongación de la temporada turística es uno de los objetivos del sector turístico catalán. "Hasta ahora teníamos una estacionalidad muy marcada y esto nos dificultaba bastante el hecho de formar plantillas. Las temporadas más largas nos permiten atraer y retener talento", añade Miquel Gotanegra, presidente de la Asociación de Cámpings de Girona. 

Por su parte, Jaume Marin, doctor en Turismo y experto en marketing, también señala la necesidad de crear productos y experiencias atractivas para los 12 meses. "Debemos potenciar nuevos perfiles de visitantes que generen ingresos durante todo el año, como el turismo cultural y el deportivo", recalca. Un ejemplo es la apertura de establecimientos hivernales en pleno verano. Las montañas completamente blancas y la emoción de deslizarse por las pistas son solo algunas de las experiencias que el turismo de nieve ofrece a los amantes del invierno. Sin embargo, en un mundo que se calienta rápidamente debido al cambio climático, este sector se enfrenta a una serie de desafíos monumentales.

Las estaciones de esquí de Girona han cerrado la temporada estival con un aumento de visitantes respecto a años anteriores, después de un invierno "complicado" por la falta de nieve. La responsable del departamento comercial de Vallter 2.000, Carol Torres, lo achaca a "las buenas temperaturas" en un lugar donde suele hacer frío y viento. Y detalla que se trabaja por "desestacionalizar" la estación ofreciendo más actividades fuera de la temporada de esquí a consecuencia del cambio climático. En Vall de Núria, la afluencia de visitantes también ha sido "un poco superior" a la de años anteriores. Sin embargo, según la relaciones públicas de la estación, Ruth Bober, su temporada fuerte es el otoño, "cuando la gente no va a la playa y las demás estaciones cierran".

Este año, la estación ripollesa ha estrenado una actividad para ampliar la oferta y dar pasos hacia "la desestacionalización". Se trata de unos circuitos de orientación enfocados sobre todo a familias. A su llegada, se les entrega un mapa con unas pistas que tendrán que buscar en la montaña durante su excursión a Ulldeter (donde nace el río Ter). Al finalizar, si han encontrado todos los códigos, se entrega un diploma a los participantes.

Vallter 2000 está también "consolidado como un puerto de montaña ciclista" y atrae a este tipo de turismo deportivo. Torres detalla que los 12 kilómetros que unen la estación con Setcases han sido "final de la Volta a Cataluña durante muchos años". Y que esto, sumado "al hecho de encontrarse tan cerca de Girona, la capital del ciclismo europeo y catalán, hace que haya muchos ciclistas".

Menos nieve natural

El corazón del turismo de nieve siempre ha sido la nieve natural. Sin embargo, estaciones de todo el mundo están notando que esta fuente confiable es cada vez menos predecible. El cambio climático ha traído consigo un alza de las temperaturas, lo que significa menor cobertura de nieve y temporadas de esquí más cortas. Esto afecta directamente a la experiencia del esquiador y pone en peligro la viabilidad económica de muchas estaciones.

Como respuesta a la falta de nieve natural, muchas estaciones han recurrido a la producción de nieve artificial. Aunque esta solución puede extender la temporada de esquí y mejorar la calidad de las pistas, conlleva un alto costo ambiental y económico. Su fabricación consume enormes cantidades de agua y energía, lo que puede ser insostenible a largo plazo y aumenta los gastos operativos.

La pérdida de rentabilidad de las estaciones de esquí podría tener efectos devastadores en las comunidades locales que dependen del turismo invernal. La disminución de empleos y la caída de ingresos llevaría al abandono de áreas montañosas, afectando su identidad cultural y económica. Para las empresas relacionadas con el turismo de nieve, como hoteles, restaurantes y tiendas de alquiler de equipos, la incertidumbre plantea desafíos en la planificación a largo plazo y la inversión. La falta de nieve y las fluctuaciones en la demanda hacen difícil garantizar la rentabilidad.

Pese a los desafíos, el turismo de nieve no está condenado. Existen oportunidades para la innovación y la adaptación. La industria está invirtiendo en tecnologías más eficientes y sostenibles para la producción de nieve artificial, lo que puede reducir el impacto ambiental y los costos operativos. El objetivo es atraer a visitantes durante todo el año mediante la diversificación de actividades: senderismo, ciclismo de montaña, turismo cultural...

La promoción del turismo sostenible y el ecoturismo puede minimizar el impacto ambiental y atraer a viajeros más conscientes con el medio ambiente. Las regiones de montaña tienen que desarrollar planes de adaptación al cambio climático para enfrentar las condiciones cambiantes y minimizar los riesgos económicos y sociales.

El turismo de Girona, desde el Pirineo hasta la Costa Brava, se encuentra en una encrucijada. A medida que el cambio climático avanza, debe abrazar la innovación y la sostenibilidad para asegurar su supervivencia. En respuesta a estos desafíos, muchas regiones turísticas están tomando medidas para adaptarse y mitigar los efectos de la crisis del clima. Esto incluye inversiones en tecnologías más eficientes y sostenibles, así como la diversificación de las actividades. Prácticas donde la colaboración entre el sector público y privado es esencial para encontrar soluciones viables a largo plazo.

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El cambio climático está teniendo un impacto significativo en el sector turístico, tanto en las preferencias de los turistas como en la viabilidad de ciertos destinos. La desestacionalización y la diversificación de la oferta de actividades son claves para abordar estos desafíos y mantener el sector a largo plazo. Además, es fundamental tomar medidas para mitigar el impacto ambiental, especialmente en áreas sensibles como las estaciones de esquí de montaña.

Y ese el reto ante el que se encuentra el Pirineo de Girona y la Costa Brava: la colaboración y la planificación son esenciales para convertir en oportunidades lo que se augura como una gran crisis.