OPINIÓN

Campañas electorales y productividad

En los comicios municipales y autonómicos del 28M, se secuestró a los ciudadanos el debate económico. Ahora, con el 23J a la vuelta de la esquina, se aborda, pero con poco peso y una visión a corto plazo 

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Un joven se dispone a votar en un colegio electoral de Barcelona, el pasado 28 de mayo

Un joven se dispone a votar en un colegio electoral de Barcelona, el pasado 28 de mayo / Xavier González

En la campaña de las elecciones municipales y autonómicas del 28M se nos secuestró a los ciudadanos el debate económico, algo grave teniendo en cuenta que las comunidades gestionan el 50% del gasto público, casi el triple que la Administración central. En los próximos comicios generales del 23J, la economía ha entrado en el debate, aunque con poco peso y con una visión de muy corto plazo, analizando solo el desempeño de la economía española en la última legislatura.

España tiene la misma productividad por hora trabajada que en el año 2000. Llevamos más de dos décadas perdidas

En la presente legislatura, se han producido dos hechos sin precedentes en los últimos cuarenta años: una pandemia con un confinamiento forzoso y una crisis energética. Por lo tanto, tiene poco interés comparar el comportamiento de la economía española con legislaturas anteriores. No obstante, la pandemia y la crisis energética han sido sistémicas y sí tiene interés analizar el comportamiento de la economía española comparado con el del resto de las economías mundiales. He usado datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), actualizados en abril, y he comparado 2023 con 2019. 2023 es una predicción y tiene margen de error, pero con precios del gas comparables a los de 2019. 

PIB, IPC y empleo 

Si se compara el PIB, España en 2023 tendrá un PIB similar al de antes de la pandemia y quedará como uno de los países avanzados que peor comportamiento ha tenido. Si analizamos el empleo, estimado a tiempo completo y corregido el efecto de horas trabajadas, está casi el 5% por encima y el desempeño ha sido de los mejores en Europa y casi el triple que en Estados Unidos. Si atendemos a la inflación, tanto con el IPC como con el deflactor del PIB, España ha tenido un comportamiento similar al de sus socios europeos e inferior a Alemania. Esto tiene sin duda un gran mérito ya que Alemania es el país ancla del euro y el buen comportamiento de nuestros salarios y precios de servicios domésticos ayuda a explicar la intensa recuperación de 2023, tanto en PIB como en empleo, liderada por el crecimiento de exportaciones y de la inversión empresarial.

En este escenario, se entiende que el PSOE solo quiera hablar de los datos recientes de empleo y que el PP solo quiera hablar de los datos de PIB desde que Pedro Sánchez tomó posesión a principios de 2020. De lo que ninguno va a hablar, seguramente, es de productividad. Según Adam Smith, la productividad determina la riqueza de las naciones y, según el premio Nobel Paul Krugman, a largo plazo la productividad no es todo pero lo es casi todo.

España tiene la misma productividad por hora trabajada que en 2000, por lo tanto llevamos más de dos décadas perdidas. Muchos países desarrollados tienen el mismo problema, entre ellos el Reino Unido, Finlandia y Dinamarca. Muchos están peor, como Alemania, con una caída de productividad por hora del 7% desde 2000; Portugal, con el 15% menos, e Italia, el 30% inferior. Pero hay países que han visto crecer su productividad: EEUU, el 20% desde el inicio del nuevo milenio; Corea del Sur e Israel, casi la han doblado, e Irlanda la ha triplicado.

España ha ido perdiendo puestos en renta por habitante desde el 11º lugar de la eurozona que defendía en 2000 hasta el 14º que ocupaba en 2022, en una lista de 20 países. En este periodo, el PSOE y el PP se han repartido por igual el Gobierno central y son corresponsables del problema. Por lo tanto, el debate no va sobre qué partido va a gobernar, sino si se hacen nuevas propuestas para cambiar esta dinámica.

El caso de Irlanda es un buen referente. Forma parte de la Unión Europea y del euro, tuvo una grave crisis inmobiliaria y bancaria en 2008 y tuvo que ser rescatado como España. Los irlandeses sufrieron una grave crisis económica, social y política en 1990 y se reinventaron. Hoy son una de las economías más dinámicas del planeta. Irlanda eliminó los impuestos al capital y es un polo de atracción de inversión, especialmente tecnológica. Han creado el mismo empleo que España desde 2000 pero han bajado su tasa de paro del 20% al 4%, han aumentado su población el 50% y tienen un salario medio próximo a los 50.000 euros anuales. Algo parecido ha sucedido en Israel, Taiwán y Corea del Sur.

Propuestas a plantear

Los programas económicos de los partidos deberían plantear medidas para aumentar el contenido tecnológico de los bienes y los servicios que producimos y el nivel de nuestro capital humano, que aún continúa el 20% por debajo del promedio europeo.

Las universidades tienen niveles razonables de investigación pero muy pocos proyectos acaban en patente y casi ninguno en empresa, inversión y empleo. Nuestros mercados de capitales son pequeños y estrechos, y las empresas innovadoras que tienen éxito acaban en manos de capital extranjero o consiguen el capital fuera y el empleo se crea en otro país que no es España. 

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El PSOE, desde 2017, no ha hecho nada relevante que permita anticipar un crecimiento de la productividad en el futuro y su propuesta para la próxima legislatura es continuar su estrategia. El PP tampoco ha hecho nada relevante en las comunidades en las que ha gobernado la pasada legislatura y acaba de presentar una lista de 20 medidas sin detallar donde habla de los tópicos de los últimos 20 años que ya sabemos que han fracasado. Los nuevos partidos proponen reducir las horas trabajadas, una medida que, con la productividad estancada, bajaría el PIB y los salarios y acabaría con la agenda 2030 y la transición energética, el único sector en el que España es líder tecnológico mundial.

Hagamos una revolución para que no cambie nada.