OPINIÓN

Incertidumbre y cambio de ciclo en el inmobiliario

El año se presenta con un evidente cambio de ciclo. Las operaciones de compraventa caerán en torno al 15% y el nivel de precios, un 5%

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Bloques de viviendas en construcción.

Bloques de viviendas en construcción.

Como economista y profesional del mercado inmobiliario, las primeras semanas del año son siempre sinónimo de petición de previsiones. Un momento en el que toca intentar pronosticar las consecuencias de las tendencias con más potencialidad, tanto las positivas como las no tan agradables de leer, con todo lo que conlleva.

En el caso concreto de 2023, lo primero que debo señalar es que este va a ser un año lleno de incertidumbre debido a la situación económica actual, pero para entender por qué debemos remontarnos unos meses atrás, concretamente al año pasado. 2022 fue, en líneas generales, un año muy positivo para el inmobiliario español. Los primeros seis meses estuvieron marcados por los vientos de cola de un periodo de bonanza y recuperación en el sector con cifras extraordinarias e inéditas en la última década que tuvieron en el confinamiento un inesperado impulso. En la segunda mitad del año, sin embargo, una serie de factores externos pusieron en riesgo el sobrecalentamiento de la economía, lo que derivó en una rebaja de las expectativas del mercado inmobiliario; negativa en el corto plazo, pero positiva y necesaria en el largo plazo para evitar la aparición de una nueva y temida burbuja inmobiliaria.

Así llegamos a la actualidad, un momento de evidente cambio de ciclo, tanto en lo económico como en lo social, y por ende, con clara repercusión en el sector inmobiliario. Esto, todo sea dicho, no es algo necesariamente negativo ya que, si bien los mercados financieros han cambiado y ofrecen alternativas más competitivas a la inversión en vivienda, cuya actividad hipotecaria se está viendo frenada, los tipos de interés de financiación siguen siendo atractivos en nuestro país en comparación con otros países vecinos.

En este contexto, y si las circunstancias actuales se mantienen, creo que se debe producir una desaceleración generalizada en el sector inmobiliario como respuesta y respiro a la ya mencionada alta actividad de los últimos años y una inflación que se muestra como el caballo de batalla por su fuerte incidencia en los niveles de ahorro y consumo. Así, el interés por la compra de vivienda sufrirá una caída a nivel generalizado, reduciéndose el nivel de operaciones de compraventa en torno al 15% y el nivel de precios en un 5%. A pesar de esto, es importante destacar que esta caída de precio es una buena noticia para el sector, ya que permitirá oxigenar el mercado y frenar cualquier presagio inflacionista. Dicho esto, la evolución de la inflación será el elemento central de cumplimiento o no de las previsiones realizadas en el momento presente.

Asegurar estabilidad

En líneas generales, por lo tanto, hablamos de un año 2023 en el que el mercado inmobiliario no será ajeno a la complicada situación económica actual y padecerá de la incertidumbre y vulnerabilidad que asoma por todos los mercados internacionales. Por ello, es más importante que nunca que los gobiernos y las administraciones tomen las medidas pertinentes de manera urgente para fomentar el acceso a la vivienda a aquellos colectivos más perjudicados por las casuísticas macroeconómicas, así como asegurar la estabilidad y la seguridad jurídica en el mercado para incentivar a que haya una mayor oferta en el mercado de alquiler.

La lista de deberes es amplia, pero cabe destacar tres que desde el sector de los agentes de la propiedad inmobiliaria venimos alertando desde hace tiempo al haber llegado a extremo de máxima gravedad. Por un lado, se debe poner fin a la ocupación de forma fulminante, pues es inadmisible que no seamos solo el único país desarrollado que la permita, sino que se aplaude de manera impune que se socave algo tan básico como el derecho a la propiedad. Se debe acabar con el ya comentado 30% de la ciudad de Barcelona que está paralizando la ampliación del parque de viviendas o terminar con toda la burocracia administrativa que se ha convertido en algo intrínseco a nuestra sociedad y ralentiza proyectos tanto de obra nueva como de rehabilitación.

Y todo esto sin olvidar el límite a las rentas de alquiler. Una medida populista que ejemplifica la versión más distorsionada de la profecía autocumplida; como hay un problema, adopto una solución que es incorrecta. Como esta decisión no da solución al problema, sino que lo agrava, reincidimos en la misma solución porque el problema persiste, y así constantemente haciendo la pelota más grande. Una medida, además, que ya demostró su ineficiencia en Cataluña, pues durante la vigencia del límite de rentas no solo no bajaron los precios, sino que se ha ido intensificando la retirada de estos de vivienda destinada al alquiler, consiguiendo así un contrario y devastador efecto.

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Nuestra sociedad no requiere gobernantes, sino gestores que escuchen y actúen desde la humildad, que colaboren con los colegios y asociaciones profesionales sectoriales, y que aprovechen todo su conocimiento para poder tomar conjuntamente soluciones eficaces contra el problema de acceso a la vivienda que padece este país.

En definitiva, va a ser importante seguir de cerca las tendencias del sector inmobiliario por su carácter adelantado de la situación económica. A pesar de la incertidumbre, se van a producir oportunidades en el mercado si se toman decisiones informadas y se fomenta la estabilidad y la seguridad jurídica. Los gobiernos y la administración tendrán un papel importante para fomentar el acceso a la financiación y la construcción de viviendas asequibles y garantizar un mercado inmobiliario sostenible y estable. El futuro es incierto, pero las soluciones no tanto. Solo hay que querer escuchar y tomar las mejores decisiones asépticas desde el punto de vista ideológico.