Trabajar en una 'big four': la historia de cuatro empleados

La investigación iniciada en noviembre del año pasado a las cuatro grandes consultoras conocidas como las 'big four' se debe a rumores de jornadas laborales maratonianas, de hasta 15 horas diarias, y a horas extra no compensadas. Se trata de algo muy normalizado entre los profesionales del sector: desde los del eslabón más bajo, hasta los socios, el cargo más disputado. ¿Cuál es la realidad de la consultoría?

"Sube tu valor de mercado"

Àlex Boneu (nombre ficticio para preservar su intimidad), tiene 31 años, y comenzó en PwC al acabar la carrera, en 2014. Fue su primer trabajo. Estuvo ocho años en la consultora, escalando hasta ser gerente de auditoría. Explica que su trabajo fue variando con los años, que cuando entró como júnior era muy repetitivo y que la responsabilidad va creciendo.

"Hay algunos meses en los que tienes más trabajo. Pero es cierto que, durante los últimos años, no notaba la estacionalidad. Los picos de trabajo eran constantes". Asegura haber estado años realizando 12, 13 y hasta 14 horas diarias, y fines de semana. "En general no se cobraban. Algunos años te compensaban con días de vacaciones, otros no. Era algo aceptado". Pese a todo, su valoración es "buena". "A nadie le hace gracia hacer tantas horas, pero aprendes mucho, conoces a mucha gente, vives experiencias con tus clientes. Y te da unas salidas laborales muy competentes", confirma desde su nuevo puesto como responsable de contabilidad de una empresa española, cuyo nombre tampoco desvela.

"Cada uno tiene que valorar si le compensa o no. Además, en auditoría el sueldo no es tan bueno, sobre todo comparado con las horas que hacemos. Pero sí lo son las proyecciones laborales", insiste. "Tu valor en el mercado de trabajo aumenta por haber trabajado en una big four". Por eso mismo, suele haber una rotación muy alta en la empresa. "¿Los motivos? La intensidad del trabajo. Mucha gente no lo aguanta. Se quedan para llegar a sénior y, cuando llevan un año, saltan a un trabajo mejor".

"Nos pagan muy bien"

Celia Sáez (27 años). Su nombre también es ficticio: tampoco quiere revelar su identidad ya que sigue trabajando en EY, donde entró con 23 años. Ahora, con 31, es sénior mánager en el área de consultoría tecnológica. "Las 50 horas semanales las hacemos seguro", independientemente de los picos de trabajo. "No, no se pagan -subraya-. Se sobreentiende que se tienen que hacer". Aun así, se considera afortunada y está satisfecha con su puesto. Los perfiles más perjudicados son, a su parecer, abogados y auditores. En la ciberseguridad la exigencia es menor, porque "los perfiles van más buscados y no pueden apretar tanto; además, pagan muy bien", insiste, aunque es consciente de que en otras empresas, fuera de las big four, pagan mejor.

El sueldo aumenta a la vez que lo hacen el puesto de trabajo y las responsabilidades, algo que ella afronta como un reto y que la motiva a seguir en la empresa. Destaca también la visibilidad que le da al currículo el hecho de haber trabajado en una big four. "He crecido aquí, me han dado todo el conocimiento que tengo y retos. He sido muy feliz aquí, aunque también he sufrido por la carga de trabajo, es evidente", concluye. "Hacemos mucha vida fuera de la empresa, somos equipos muy jóvenes, en los que se hacen amigos. EY ha apostado mucho por el talento", indica. Sin embargo, "mucha gente se va cuando se plantea tener familia, porque la conciliación es muy difícil". El horario oficial es de 9.00 a 19.00 horas, "pero nunca es así, y si contamos las horas extra... Es difícil tener hijos".

"La jornada, interminable"

Hacemos esto porque nos gusta. Esta es la filosofía de PwC, según rememora el exauditor Juan Johnson Fonseca acerca de las horas extra. "De hecho, quedaba raro hasta preguntar por ellas -explica-. Ninguno de los trabajadores tenía vida fuera de PwC". "Después de currar en la oficina, trabajabas en casa", afirma. Al entrar en la consultora, los empleados aceptan estudiar un máster de auditoría de dos años ofrecido por la propia empresa. "Se esperaba que aprobases todo a la primera, si no corrías el riesgo de que te echaran. Todos vivían con miedo a que los echaran", recuerda.

Teniendo en cuenta las jornadas de 15 horas, los fines de semana servían para estudiar a ratos. El ambiente de trabajo no ayudaba. "Las jefas ponían a parir por las espaldas a los compañeros que no estaban -asegura-. La competitividad se podía palpar y pinchaba bastante". Cuando llevaba casi un año en PwC, le echaron. Durante una semana, trabajó día y noche para terminar un proyecto cuanto antes por orden de su superior. Un día lo llamaron al despacho y le dijeron: "Creemos que no te gusta el trabajo, así que hemos decidido no renovarte el contrato". No le dieron más explicaciones. "No entendía nada. El trabajo me encantaba, eran las condiciones las que no me gustaban". Le costó tiempo y energía entender que no tenía culpa, pero ha decidido no volver a este mundo. En breve se presentará a las oposiciones de educación secundaria para impartir Economía y/o Administración de Empresas.

"Con miedo a que te echen"

La primera experiencia laboral de Francisco Becerra, ingeniero de telecomunicaciones, fue en Deloitte. Todo un orgullo si se tiene en cuenta lo prometido por la empresa: tener un futuro brillante, ascender rápidamente y tener visibilidad en la compañía. "Lo que nadie cuenta es a costa de qué: cargas de trabajo absurdamente dimensionadas y jornadas laborales interminables, de hasta 15 horas, para terminar tareas que ni siquiera son urgentes", lamenta. Unas condiciones de trabajo pagadas con 1.200 euros mensuales, "y con suerte, en tres años, ganar 2.000 euros".

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El horario oficial era de 9.00 a 19.00 horas, con una hora para comer, "pero esto solo era sobre el papel", ya que existe una aceptación generalizada a hacer horas extra. Recuerda con especial "cariño" el día de su cumpleaños. "Entré a las 9.00 y salí a las 0.30 horas un día que debería haber salido a las 15.00. Tras 15 horas, lo que me dieron fue una palmadita en la espalda". La herramienta que utilizaban para registrar las horas extra "estaba totalmente subordinada a la voluntad del jefe", que las repartía entre sus trabajadores. Nadie se quejó.

En sus últimos meses sufrió ansiedad y no pudo continuar. "Me costó mucho tomar la decisión de irme, sentía que no había aguantado lo suficiente". Los empleados tienen miedo a dejar la empresa "porque es Deloitte y ¿cómo te vas a ir sin hacer carrera?". Espera que los recién licenciados tomen otros caminos: "El sector de IT está lleno de oportunidades, muchas empresas te pagan mejor sin horas de más".