Empresa familiar

Cuando solo se reparte

Los Lladró se convirtieron en reyes mundiales de la porcelana, pero no supieron ser "simplemente accionistas". En 2017 vendieron una parte mayoritaria del capital de la compañía a un fondo buitre

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Escaparate de la tienda Lladró del paseo de Gràcia de Barcelona

Escaparate de la tienda Lladró del paseo de Gràcia de Barcelona / Elisenda Pons

El apellido Lladró está asociado a las pálidas y alargadas figuras de porcelana que fueron auténtico icono de cierto gusto. El clan tenía orígenes casi aristocráticos, pero la boda en segundas nupcias del abuelo de los fundadores dio lugar a una tormenta familiar que los dejó en la ruina más absoluta.

Su nieto José (1928-2019) abandonó la escuela a los 12 años para trabajar en el campo. A los 16 empezó a trabajar en La Azulejera Valenciana. Él y sus hermanos Juan (1926-2017) y Vicente (1933-2019) se inscribieron en la Escuela de Artes y Oficios de València, donde iban después del trabajo. A mediados de la década de los 40, empezaron a fabricar y en 1953 crearon Lladró como tal. Los hermanos estuvieron a punto de romper, pero su madre insistió: "No discutáis jamás entre vosotros y permaneced unidos. Solo así saldréis adelante".

A principios de los 60 recibieron la visita de Stanley Nager, un norteamericano en busca de productos para importar. A mediados de los 70, tres empleados abandonaron para hacer la competencia. Lladró acusó el golpe; el asunto acabó en un juicio que ganaron y acabaron comprando la empresa. Pero el esfuerzo llevó a José a pasar internado siete semanas en un centro psiquiátrico para recuperar el equilibrio.

En 1969 inauguraron la Ciudad de la Porcelana en Tavernes Blanques (València), con instalaciones deportivas y donde financiaron un equipo de baloncesto de minusválidos, un coro femenino, servicios de atención sanitaria, cursos de inglés, informática, pintura, cocina, tenis y hasta de preparación al parto, así como campamentos en el extranjero para los hijos de los empleados. Para asegurar su continuidad, la empresa creó una Escuela de Becarios a la que cada año se presentan unos 80 candidatos.

Fueron grandes inversores inmobiliarios y accionistas de Tabacalera y de Terra Mítica

En 1999 tenían 2.080 trabajadores, facturaban el equivalente a 142 millones de euros (de la época) y exportaban el 84% del volumen de negocio (el 40% a EEUU). Tenían tiendas propias en Hong Kong, Londres, Nueva York, Singapur, Los Ángeles, Madrid y València, más como imagen de marca que como centro de beneficios. Juan dijo: "Nuestra preocupación es que los que nos siguen sean capaces de continuar. Tenemos la esperanza depositada en ellos. Tienen la ventaja de una estructura que ya está en marcha, pero la desventaja de que viven ya mejor y ven las cosas desde otro punto de vista".

Los Lladró se habían convertido no solo en reyes mundiales de la porcelana, sino también en los mayores propietarios de terrenos agrícolas de la Comunidad Valenciana. Eran grandes inversores inmobiliarios, accionistas de Tabacalera y Terra Mítica, presidentes y consejeros de organismos empresariales, sociales y financieros. 

Gobierno en triunvirato

Los tres hermanos gobernaban en triunvirato, con presidencia rotativa quinquenalmente. Intentaron mantener la fórmula limitando la entrada a un único hijo por rama. "El problema de las empresas españolas es que los padres nos obcecamos por situar a nuestros hijos en cabeza", apuntó José. "Es un error craso. Todos queremos ser amos. No sabemos compartir; solo repartir. Aquí no sabemos ser simplemente accionistas. Cada uno debería ser capaz de ver dónde puede ser más útil a la empresa, no dónde puede llegar a ser más importante. Es difícil cuadrar las velocidades de todos y la empresa debe estar por encima de todo. Hay que concebir la empresa no solo como una fuente de ingresos o de poder. [...] Hay que elegir a los sucesores con profesionalidad, por sus cualidades, cada uno sirve para una cosa distinta".

En septiembre de 2003, los tres hermanos cedieron la dirección a un consejo constituido por dos hijos de cada uno de ellos y un consejero delegado, vinculado hace tiempo a la gestión de la empresa. La presidencia dejó de ser rotatoria. Las pérdidas registradas el año anterior, cuando las ventas cayeron por primera vez en su historia -el 17% respecto a 2001-, precipitaron el relevo. Lladró empleaba a unos 2.300 trabajadores, 300 de ellos en el exterior, y facturaba 160 millones de euros en 2002. La caída se atribuyó a la competencia de empresas asiáticas, que literalmente calcaban los diseños, a la restricción del comercio internacional a raíz de los atentados contra las Torres Gemelas y a la fortaleza del euro respecto al dólar. Los fundadores conservaron el 51% del capital, para garantizar el control familiar de la empresa. Se solicitó una valoración: "Para que sea más fácil para todos el acomodo de los nuevos responsables, primos hermanos que han llegado a pleitear entre sí en años pasados".

En 2004 se fichó a Alain Viot, un ejecutivo vinculado al Grupo Richemont (Cartier, Piaget, Montblanc), como consejero delegado. Intentó captar a los hijos de los clientes originales con diseños más actuales. Buscó mercados en China. Sugirió extender la marca a otros productos. Pero cada paso requería un acuerdo entre primos que no resultaba fácil.

Vicente Lladró relato cómo en marzo de 2007, en el día de su cumpleaños, sus hijos le visitaron para darle una "mala noticia": "Los tíos van a sortear la empresa a ver quién se hace con el mando. No tenemos nada que hacer porque son mayoría y están de acuerdo". No se trataba solo de la empresa, sino también de lo que ellos llamaban "la hucha" que habían ido llenando a lo largo de los años para reforzar el negocio y para compensar posibles crisis futuras. El proceso de "sorteo" se frenó un tiempo y finalmente se optó por una "subasta" entre los hermanos para quedarse con la matriz. Fue Juan quien tomó el control con el 70%. Su hija Rosa asumió la presidencia del consejo, en el que la representación familiar quedó reducida a tres integrantes de su rama. El mismo año, su prima Rosa María Lladró Castelló, hija de José, optó por desvincularse del grupo familiar.

En 2015 se dio entrada en el consejo a un miembro de cada una de las ramas no representadas. Se promocionó a director general a Juan Vicente Sanchis, según el cual "la crisis y la caída de ventas de Lladró va pareja a la crisis de los mercados, los cambios en los hábitos de consumo y una clase media, que era nuestro gran consumidor, que aboga ahora por otros productos: tecnología, moda…". El año anterior se habían separado las actividades relativas a la porcelana de las que no lo eran y sacando de Lladró más de 63 millones de euros en participaciones de otras empresas que pasaron a depender de la matriz.

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Seis meses después, cuatro de los cinco consejeros dimitieron, incluida una hermana de Rosa, quien tomó el mando, rompiendo la tradición de gobernar por consenso: "Con tanto debate, aunque fuera para bien, se pierde demasiado tiempo. El resto del mundo va mucho más deprisa".

Con 700 empleados, unas ventas de 35 millones y pérdidas de 38 millones en 2017 se aceptó la oferta de compra del grupo PHI Industrial, un fondo buitre. En el orden del día había también una opción de compra, que no prosperó, impulsada por la rama de José, limitada a una adquisición mayoritaria, pero no total, de las acciones. La familia mantuvo la propiedad de la planta y la alquiló a los nuevos dueños durante los siguientes 10 años por un precio que podría rondar los 2,3 millones de euros.