TIEMPO PARA LEER

Natalia Eyre: "En este mundo de pusilánimes no se puede entender a una Tía Tula"

Licenciada en Bellas Artes, pintora, diseñadora de moda, estilista y buena cocinera son algunos de los atributos que la convierten en un personaje renacentista que, además, lleva un apellido ligado a la literatura

Natalia Eyre

Natalia Eyre / EPE

Anna R. Alós

P. ¿Me aconseja algunos títulos de su estantería?

R. Pues La Tía Tula, de Miguel de Unamuno; Guerra y paz, de León Tolstoi; Pedro Páramo, de Juan Rulfo; El arte del buen vivir, de Arthur Schopenhauer, o Cien años de Soledad, de Gabriel García Márquez.

P. La Tía Tula, un personaje algo sombrío, ¿no? ¿Por qué le llama la atención?

R. La que es sombría es Rosa, la hermana de Tula. Me sorprendió por su carácter, por su lógica, por su fortaleza, ella va a lo que va sin recovecos, con naturalidad.

P. ¿Cree que hay hoy lectores para una novela de este calibre?

R. En este mundo de pusilánimes no se puede entender a una Tía Tula.

P. Cien años de soledad... ¿cuál fue el impacto?

R. Leer esa novela fue una experiencia mágica. Después leí Pedro Páramo, la primera novela de Juan Rulfo.

P. Realismo mágico en el auge franquista. No estaba bien visto.

R. Su obra es única, genial, inédita, ¡es brutal! Hay que meterse en Comala, ese pueblo de las almas en pena que pululan el silencio, la nada de nada. ¡Surrealista! Rulfo es un gran escritor.

P. El arte del buen vivir, de Arthur Schopenhauer, un manual para vivir lo mejor posible. 

R. El autor sabe del buen vivir desde pequeño, su educación es exquisita, viajando por Europa asiste a los lugares más bellos y se empapa de cultura, de pintores, escritores, músicos, filósofos. 

P. Era un pesimista nato.

R. Sí, porque cree que la felicidad no existe, pero dice que se puede alcanzar a través del arte.

P. ¿Tiene un libro fijo en la mesita de noche? 

R. Confesiones, de San Agustín. Me lo regaló mi madre. El protagonista es un hombre pecador y lujurioso que lucha por el saber más profundo, por la verdad, por que Dios se acerque a él. Su madre, Santa Mónica, con años de plegarias y llantos consigue que su hijo se convierta al cristianismo. 

P. ¿Suele releer un libro si le gusta?

R. Sí, con frecuencia Guerra y paz, El lirio en el valle, de Balzac, En busca del tiempo perdido, de Proust. Tengo anotaciones de los pasajes más bellos. Y El manantial, de Ayn Rand, qué maravilla de libro.

P. ¿Creció rodeada de libros?

R. En casa de mi abuelo, magistrado del tribunal supremo y abuelo también de mi prima Pilar Eyre, las bibliotecas cubrían paredes enteras.