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La escritura como una necesidad

Una sociedad que lee está repleta de personas con plena salud intelectual, y eso es es tan emocionante que deberíamos darles las gracias cada día a los escritores

Edurne Portela, Marta Sanz y Jordi Amat, en el Festival de Humanidades de Denia

Edurne Portela, Marta Sanz y Jordi Amat, en el Festival de Humanidades de Denia / EPE

Hagamos la pregunta: ¿por qué un escritor tiene la necesidad de trasladar sus ideas al papel? No es difícil encontrar a jóvenes escribiendo poesía en su preadolescencia. Así que las ansias comienzan pronto. Como si se tratara de oxígeno para seguir viviendo. Es decir, que escribir es un acto que, haciéndose bien o mal, precisa de una autoexigencia: aquello que obliga para continuar.

Las respuestas que ofrecen los escritores a semejante pregunta son interesantes. Desde dar sentido a la propia existencia para entenderse, pasando por un espacio de reivindicación personal multiplicando el yo, hasta para soportarse y, de esta forma, enfrentarse a la muerte. Los porqués son imaginativos, como buenos creadores. Pero siempre con un halo de necesidad. De buscar oxígeno, como describía antes.

En el Festival de Humanidades celebrado la semana pasada en Dènia (Alicante), coincidieron en el escenario las escritoras Marta Sanz y Edurne Portela, y el colega y también escritor Jordi Amat. Debatían sobre las enseñanzas que puede ofrecer la literatura sobre el futuro.

Propuesta insólita

La propuesta era insólita, porque los novelistas no tienen una bola de cristal para observar lo que está por llegar, pero sí fue interesante para teorizar sobre qué hay en sus historias del presente acerca de las cuestiones del futuro. Sin embargo, quedó clara una idea: los autores, aunque escriban por una necesidad egoísta y necesaria, se convierten en notarios del momento y, por lo tanto, en constructores de nuestra memoria. Y sin memoria no hay nada, frase cuya autoría queda en propiedad de los tres ponentes.

Por lo tanto, ante una acción sanadora y hasta medicinal para con el yo de cada autor, los lectores salen beneficiados. Una sociedad que lee está repleta de personas con plena salud intelectual. Y eso, en sí mismo, es tan emocionante que deberíamos darles las gracias cada día.