PERFIL
Yasmina Reza, una risa sardónica
Su mirada se posa ahora en una actriz anciana que interpreta su vida en un monólogo ('Anne-Marie la Bella') y un escritor de poco éxito que dialoga con el tiempo ('Adam Haberberg'), ambas 'nouvelles' en Anagrama
Juega en la arena del ridículo, la debilidad, la contradicción. Y en el teatro, claro, sus diálogos y caracteres ridículos, contradictorios y tan faibles encuentran su puesta en escena perfecta. Muchos conocimos sus obras de teatro antes de leerla: el éxito le precede. En concreto Arte y Un dios salvaje, el género humano enfrentado a lo más risible de su ser y estar, aquí magistralmente interpretado por Pou, Flotats e Hipólito, en la primera, y Verdú y Sánchez-Gijón, en la segunda, fueron sucesos internacionales de estos que remozan las plateas.
Su tan sardónica mirada se posa ahora en una actriz anciana y decadente que en un magistral monólogo interpreta su vida (Anne-Marie la Bella) y un escritor de poco éxito que dialoga con el tiempo (Adam Haberberg), ambas nouvelles en Anagrama, que además recopila cinco piezas teatrales de la autora en un solo volumen.
La autora, escritora francesa comme il faut pero sin serlo, lo que enriquece sobremanera su punto de vista, nace en París el primero de mayo de 1959. Hija de una violinista húngara refugiada en Francia huyendo del comunismo y de un iraní cuyo oficio no figura (¿estaremos avanzando de verdad en la igualdad?); ambos padres de credo judío, algo que no se le sospecha a Yasmina, el credo, sino más bien el escepticismo aplicado a todo lo que observa y transmite.
Empezó su carrera artística siendo actriz, pero se ve que muy pronto, con 23 años, lo descartó. “No es propio de mi talante agradar a todo el mundo y estar siempre disponible”, declara; además, objeta que su físico la encasillaba sin pasión en personajes de criada, gitana, árabe, judía… y en este plan.
En 1987 publica su primera obra dramática, Conversaciones después de un entierro; el solo título es lapidario, valga la redundancia. Y traduce La metamorfosis de Kafka para Polanski, que le vale ya una primera nominación para los Molière, galardón por excelencia del teatro francés que gana con su segunda pieza dramática y otras sucesivas.
La parodia del mundo
Coquetea con el cine como guionista y directora, y con la novela (nueve títulos), aunque nunca abandona el escenario, o la parodia del mundo, como asunto central. Sus piezas se representan de continuo en plazas internacionales y no son pocos los directores de cine que persiguen sus adaptaciones (hasta ahora sólo Polanski lo ha logrado con Un dios salvaje, interpretada entre otros por Jodie Foster y Kate Winslet).
Pese a lo que nos han contado trasgos y hadas –viene a decir la autora–, asociar amor de pareja y felicidad no es más que una imposición social que hace desdichada a la mayoría
Sostiene Reza que uno de sus secretos está en su niñez libre, y otro, en su irreductible independencia. Detesta el concepto de pareja, adora su soledad y esto la coloca en una situación que a veces, tratándose de una mujer… Es lo que tiene. Pese a lo que nos han contado trasgos y hadas –viene a decir la autora–, asociar amor de pareja y felicidad no es más que una imposición social que hace desdichada a la mayoría.
No se salvan los nuevos títulos de su demoledor sarcasmo en torno al sueño conyugal, que con frecuencia compara con la construcción de una casa y su inevitable deterioro: "Cuando conocí a mi marido, ya había acabado con esas tentativas de felicidad amorosa que siempre fracasan", rememora Anne-Marie la Bella.
Un último apunte que tal vez confiera valor a esta pequeña semblanza es que Reza odia a muerte las entrevistas, tal es el propio ridículo que siente al leerse radiografiada por otros. Y de sus desplantes, escurridizas huídas, de su agente con cara de póker y disculpa, doy fe, lo juro.
'Adam Haberberg'
Yasmina Reza
Traducción de Gonzalo Garcés
Anagrama
136 páginas
17,90 euros
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