CRÍTICA
'Blanco y negro', de Junichiro Tanizaki: La inocencia del culpable
Esta obra es una excelente oportunidad para disfrutar del talento singular del autor japonés
Tino Pertierra
Junichirōo Tanizaki (1886-1965) es un autor fundamental de la novela contemporánea japonesa gracias a novelas como El amor de un necio, Arenas movedizas, La historia de un ciego y La vida enmascarada del señor de Musashi. La admirable editorial asturiana Satori rescata ahora uno de sus títulos más sorprendentes e imaginativos, Blanco y negro (1928), de tintes negros y repleta de un humor incisivo y sagaz.
La trama gira alrededor de una pregunta que muchas veces se formularon autores como Edgar Allan Poe: ¿se puede cometer un crimen perfecto sin que se pueda demostrar quién es el culpable? Y, llegado el caso, ¿la conciencia del criminal puede aislarse de tal forma que el arrepentimiento no logre llegar a ella
Tanizaki presenta en su obra a Mizuno, un escritor dominado por la altivez y la autosuficiencia, un coleccionista de pieles femeninas y con una declarada vocación por la indolencia. Mizuno está convencido de que sí hay crimen perfecto y así intenta demostrarlo en su última novela. Pero no cuenta con un error involuntario que puede arruinar toda su jugada al escribir el nombre de la víctima. La errata parece algo insignificante pero al autor le acecha una obsesión inesperada porque, de repente, todo lo que narra empieza a hacerse realidad.
Y la ficción se transforma en verdad. Quizá, barrunta, está siendo víctima de una trampa que podría terminar con sus huesos en prisión como sospechoso de un asesinato. Y Mizuno se lanza a buscar una coartada que pueda protegerle de las sospechas, bloqueando la amenaza de la culpabilidad. Un planteamiento que hubiera hecho las delicias de Hitchcock, manejando ingredientes de tormento propios de Dostoievski con otros de tensión e intriga al servicio de la inteligencia y la perspicacia. Todo ello merodeando los límites que separan realidad y literatura, dibujando con precisión los contornos sinuosos del oficio de escritor.
Obra de encargo escrita con cierta premura para ser publicada por entregas en un periódico, "Blanco y negro" avanza a toda velocidad tiznada de fatalismo, con guiños hacia la propia biografía de Tanizaki, de modo que los caminos vitales del autor verdadero y del autor falso se cruzan de forma muy divertida. Como apunta Daniel Aguilar en la introducción sobre el enigmático título, "en el argot policial japonés suele denominarse ‘blanco’ al inocente y ‘negro’ al culpable de un delito.
Así, el título indicaría que Mizuno puede ser considerado a la vez culpable e inocente de los hechos de los que se le acusa, sin posibilidad de separar ambas facetas. Además, cuando alguien no distingue la realidad de la ficción, en Japón suele decirse que ‘no distingue el blanco del negro’, por lo que en este caso el sentido sería el de ‘falso y verdadero’. Por otro lado, elegir para el título una cualidad y su contraria puede aludir a la exasperante indecisión y dudas permanentes en las que vive sumido Mizuno".
Blanco y negro
Junichiro Tanizaki
Traducción y prólogo de Daniel Aguilar
Satori, 252 páginas, 23 euros
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