CRÍTICA

Un homenaje a Virginia Woolf

Mireia Corachán se sumerge en la azarosa vida de la escritora, icono del feminismo internacional y del vanguardista modernismo anglosajón del siglo XX

Un detalle de la portada de 'La mecanógrafa de Virgina Woolf'.

Un detalle de la portada de 'La mecanógrafa de Virgina Woolf'.

Begoña Vidal

Cuando llegó a mis manos el nuevo libro de la periodista y escritora Mireia Corachán Latorre, La mecanógrafa de Virgina Woolf, lo primero que llamó mi atención, fue la sugerente sinopsis de la contraportada, porque para mí, siempre son interesantes las propuestas que hacen algunos autores al aproximarnos a la vida y obra de escritores célebres; en este caso en particular, a Virginia Woolf.

La novela, como bien expresa su autora en el inicio, está basada en hechos reales y nace desde la profunda admiración que siente por la escritora británica. En ella, nos cuenta cómo Laura, protagonista y narradora del texto, una joven estudiante cuyo hermano pertenece al selecto grupo de Bloomsbury, acude una tarde junto a este a una de las reuniones de ese selecto círculo de intelectuales, en la que tiene la grata ocasión de conocer a Virginia Woolf.

Esta le ofrecerá algo inesperado: la posibilidad de ejercer como su mecanógrafa. Su relación con ella y la circunstancia de poder transcribir sus manuscritos, cambiarán la vida de la joven para siempre.

Mireia Corachán nos sumerge, mediante una prosa cuidada y en un tono elegante, en la azarosa vida de la escritora Virginia Woolf (Londres, 1882 –Lewes, 1941) icono del feminismo internacional y del vanguardista modernismo anglosajón del siglo XX. Lo hace a través de la mirada de Laura, que irá relatando, a modo de diario, sus propios logros, pesares y sensaciones, a la par que nos presenta a la insigne escritora en todo su esplendor creativo, citando y contextualizando sus obras más destacadas.

Las protagonistas de la trama son dos mujeres que se encuentran en el camino de la vida y que poco a poco, como veremos a lo largo del relato, con el paso de los años, irán entrelazando sus vivencias y experiencias, alimentándose la una de la otra. Entre la páginas de la novela encontraremos, además, hechos históricos y datos de los personajes de ese entorno bohemio en el que habitaban. Personajes, unos reales y otros ficticios, que la autora maneja con soltura y precisión en el tiempo, por lo que encontraremos también en la narración elipsis o saltos temporales, prolepsis o anticipación, y retrospecciones, todo para mayor deleite del lector.

Luces y sombras

A lo largo de la obra se habla del círculo de Bloomsbury y de la contribución de sus miembros al mundo de la cultura y del arte, a ese grupo de intelectuales británicos del primer tercio del siglo XX, pertenecían Virginia Woolf, su marido Leonard, y su hermana Vanessa, entre otros. Comenzaron a reunirse en torno a 1907 en casa de Virginia. Defendían el pacifismo, los matrimonios no monógamos, la desinhibición de la sexualidad y otras muchas causas que debatían y razonaban. Este grupo y sus miembros, están presentes en la mayoría de los pasajes de esta historia, de la misma manera, que la sombra de la terrible enfermedad que la escritora padeció.

Virginia Woolf sufrió un trastorno bipolar con fases depresivas severas, esta enfermedad marcó su vida y sus escritos, en ellos hablaba de sentimientos y pensamientos internos de los personajes, que junto a sus reflexiones y monólogos interiores aportaron una verdadera revolución a la literatura. Era una época en la que las enfermedades mentales no se trataban con los medios adecuados y los enfermos pasaban un verdadero calvario al sentirse arrinconados y poco comprendidos.

La mecanógrafa de Virginia Woolf es una novela de carácter intimista, basada en la vida de una de las figuras más relevantes de la literatura del siglo pasado. Woolf escribía sobre las injusticias sexuales, intelectuales y políticas, en unos momentos que algo así era impensable.

Es este un libro en el que su autora, sirviéndose del personaje de la mecanógrafa como excusa y verdadero alter ego, rinde un hermoso homenaje, no solo a la incuestionable manera de escribir de Virginia Woolf, sino también, a la persona que fue. Una mujer muy adelantada a su tiempo que nos dejó, en el conjunto de su obra, el mayor de los legados.