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Pascal Quignard, premiar al autor ermitaño

La literatura necesita de muchos escritores como el último premio Formentor y de editoriales que apuesten por ellos

El escritor Pascal Quignard, último Premio Formentor

El escritor Pascal Quignard, último Premio Formentor / EPE

Llama la atención que el reciente Premio Formentor, el francés Pascal Quignard, naciera un día de Sant Jordi de 1948. La coincidencia llama la atención no por ser el mismo día que William Shakespeare. Lo interesante es que Quignard es un autor que lo dejó todo, se aisló, organizó su propio mundo interior y creativo para dedicarse sólo y únicamente a escribir. Su proceso fue profundamente interior. Y no es fácil romper con lo que te da sustento e inspiración. El futuro es impredecible.

El jurado en su acta remarcó "su ermitaña dedicación a la escritura, el pensamiento y la música ha permitido a Pascal Quignard componer una obra cuyos hallazgos estéticos y expresivos no habrían llegado de otro modo hasta los lectores". La expresión, además de bella, es exacta. Convertirse en ermitaño para crear. ¿Pensando en qué? En tus lectores, no. ¿En su compromiso con la escritura? Sin lugar a dudas. Esa es la inspiración. 

Sin embargo, esa idea está alejada, primero del propio comercio del libro, fundamental para que el sector editorial exista, segundo del lector. En este caso el autor escribe a través de su compromiso con el hecho creativo y no de sutilezas de mercado.

Los tiempos que corren son completamente contrarios a una formulación así. Las redes sociales, de respuestas instantáneas, de textos leídos por la comunidad y, por lo tanto, que se convierten por sí solos en espacios de máxima audiencia no por su calidad, más por su impacto en la audiencia, van a la contra del premiado.

Va en contra, en principio, y repito el en principio, de celebraciones como el día del libro, de Sant Jordi, que buscan un impacto masivo de ventas y de libros creados para ser leídos por cuantos más lectores mejor. Y no es malo. Pero la literatura necesita de muchos Pascal Quignard y editoriales que apuesten por ellos. Los tiempos son duales.