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Los escritores son escultores de palabras

El mundo en que nos ha tocado vivir ya va de frases bien hechas, más que de ideas

Winston Churchill y su mujer, Clementine, fotografiados en 1945

Winston Churchill y su mujer, Clementine, fotografiados en 1945 / EPE

Los escritores no dejan de ser escultores de frases. El bolígrafo, la pluma, el teclado de un ordenador construyen palabras que después, bien organizadas, se convierten en ideas sublimes o peligrosas. La entrevista que Juan Cruz le hace al académico y exdirector de la RAE, Darío Villanueva, va en esta línea: la evidencia y explicación filosófica y metalingüística de cómo una frase bien ordenada se convierte en mensaje directo al receptor. Para lo bueno y lo malo; con la posibilidad de ser utilizada desde el máximo respeto a la condición humana o con la estrategia telúrica de las fuerzas del mal, parafraseando a Tolkien.

La política sabe, como pocos sectores, utilizar la fuerza de las palabras. Lo hizo Churchill, pero también Goebbels. Lo hizo Adolfo Suárez, a través de Fernando Ónega con su "puedo prometer y prometo", y lo sigue haciendo Trump, mal orador, pero con un equipo de escultores de frases del alto nivel.

Y el mundo en que nos ha tocado vivir ya va de frases bien hechas, más que de ideas. Villanueva recomienda la obra de un filólogo judío, Víctor Klemperer, La lengua del Tercer Reich (Minúscula, 2001), donde se describe el manejo de la propaganda para convencer a la población. Como los fundadores de la escuela retórica que eran sofistas y enseñaban a lograr los objetivos prescindiendo de la verdad.

No siempre en negativo. También con argumentos capaces de asumir situaciones que, de entrada, podrían ser rechazadas por una parte de la sociedad. Un ejemplo lo tenemos en la sequía que sufre Cataluña. Los políticos se han puesto de acuerdo en llenar las piscinas municipales y comunitarias.

Sequía y piscinas no parecen dos términos asumibles. Pero el milagro del lenguaje resume el concepto con la necesidad de “refugios climáticos” ante las temperaturas que se esperan, y listo. ¿Alguien puede estar en contra? Todo son palabras.