El oso cavernario (15)

Eunice Newton: la científica que anticipó el desastre climático y que la historia ignoró

Mucho antes que John Tyndall, demostró los efectos de la liberación de CO2 a la atmósfera que hoy padecemos

Eunice Newton, una científica históricamente ignorada por el mero hecho de ser mujer.

Eunice Newton, una científica históricamente ignorada por el mero hecho de ser mujer. / Generador de imágenes de la IA de BING para T21/Prensa Ibérica, desarrollada con tecnología de DALL·E.

Alicia Domínguez y Eduardo Costas.

El calentamiento global, la mayor amenaza que hoy pesa sobre la humanidad, fue anticipado en 1856 por una científica, pariente lejana de Newton, Eunice Newton Foote, cuya aportación fue ignorada por el científico que figura en la historia como el descubridor del efecto del CO2 en la atmósfera, el brillante físico del Reino Unido John Tyndall. Nunca hizo algo parecido con colegas masculinos.

Alicia Domínguez y Eduardo Costas (*)

Hay unanimidad entre los científicos: el calentamiento global es el mayor problema al que se enfrenta la humanidad y podría poner a nuestra civilización contra las cuerdas. Se trata de un problema extremadamente preocupante, porque estamos cerca del punto de no retorno.

Muchos negacionistas dicen que siempre ha habido cambio climático. Es cierto, pero la única vez en la historia de la Tierra donde las temperaturas subieron rápidamente 3ºC terminó en la gran extinción del Pérmico que acabó con más del 90% de las especies del planeta y estuvo cerca de poner fin a toda la vida en la Tierra. Y desde que empezamos a quemar combustibles fósiles, la Tierra ya se ha calentado casi 2ºC.

El problema es tan grave que ya una coalición internacional de 15.000 científicos del clima de 160 países advierte en un nuevo informe de que los signos vitales de la Tierra han empeorado “más allá de lo que los humanos hayan visto hasta ahora” y denuncia que la crisis climática es ya tan grave que “la vida en el planeta está en peligro”, de tal manera que la mitad de la población vivirá, ya en este siglo, en zonas “no habitables” por el calor extremo y la falta de alimentos.

¿Por qué ocurre este calentamiento global?

La principal causa es la liberación de CO2 a la atmósfera por la quema de combustibles fósiles en aviones, barcos, coches, calefacciones, centrales eléctricas, etc. Esto se debe a que el CO2 es un gas que produce efecto invernadero: retiene la radiación infrarroja que llega del Sol y, consecuentemente, calienta la Tierra, algo que no hacen tan eficientemente otros gases como el nitrógeno o el oxígeno. En el Pérmico no fueron los seres vivos, sino un pluma de manto caliente quien quemó ingentes cantidades de combustibles fósiles en una amplia zona de la actual Siberia. Sea cual sea la causa de que se liberen grandes cantidades de CO2 a la atmósfera el resultado es el mismo: un calentamiento global.

El descubrimiento del efecto invernadero del CO2 es, sin duda, uno de los más importantes de la humanidad. Nos permite comprender el problema del calentamiento y nos aporta la receta para su solución: no liberar más CO2 a la atmósfera e intentar retirar el exceso que ya hay.

El brillante físico del Reino Unido John Tyndall (1820-1893) pasó a la historia como el héroe científico que descubrió este efecto mediante unos experimentos que realizó en 1859. Discípulo del gran Michel Faraday, tuvo una brillante y reconocida carrera que lo llevó a ser Fellow of the Royal Society. Tyndall no solo trabajó en el efecto invernadero del CO2; fue también un experto en coloides e incluso hizo sus incursiones en microbiología.

Error histórico

Mucha gente cree que John Tyndall fue el descubridor del efecto invernadero; sin embargo, 3 años antes de que este realizase su investigación, una mujer norteamericana, Eunice Newton Foote (1819-1888), lejanamente emparentada con el gran Isaac Newton, había publicado un artículo sobre dicho efecto en la revista científica The American Journal of Sciences and Arts (que las mujeres publicaran investigaciones en prestigiosas revistas científicas era entonces una rareza). Hoy en día algunos historiadores de la ciencia creen que John Tyndall conocía el artículo de Eunice Newton, pues leía habitualmente esta revista.  

Cuando se publica un trabajo científico es una buena práctica replicar el experimento en otros laboratorios como medio de asegurarse que el mismo estuvo bien hecho y se interpretaron correctamente sus resultados. Esta práctica le da a la ciencia buena parte de su rigor, pero el que repite un experimento debe reconocer la autoría del pionero. Y eso es lo que le faltó a Tyndall.

John Tyndall repitió los experimentos de Eunice Newton y comprobó que estaban bien hechos e interpretados. Añadió algunos detalles, como que el CO2  podía calentar el planeta a través del espectro infrarrojo, que es la forma de calor irradiado desde la Tierra hacia el espacio, y publicó su trabajo sin mencionar que fue ella la primera en hacer los experimentos que demostraron que el CO2 es un gas de efecto invernadero, con lo que se atribuyó en exclusiva la autoría.

Orgullo y olvido

El caso es que Tyndall en su larguísima carrera de científico nunca hizo algo parecido con colegas masculinos. Sin embargo, en una sociedad extremadamente machista como la del siglo XIX nadie daba crédito a una mujer. Seguramente Tyndall ni siquiera consideró necesario citar a Eunice, a fin de cuentas, ¿qué habían hecho las mujeres en ciencia?

Pronto el excelente trabajo pionero de Eunice Newton cayó en el olvido, mientras que Tyndall se convertía en el gigante científico que descubrió el efecto invernadero del CO2 sentando las bases para que la humanidad fuese consciente de que si no frenaba la quema de combustibles fósiles, el calentamiento global acabaría con la civilización.

Por eso es de justicia recuperar el excelente trabajo de Eunice Newton, la cual, con un diseño experimental impecable, comparó el incremento de temperatura producido cuando se exponían al sol cilindros rellenos de aire de la atmosfera normal, frente al que se daba en cilindros idénticos que contenían aire enriquecido en CO2. Mediante la misma metodología también demostró que el vapor de agua tenía efecto invernadero.

Eunice Newton no solo demostró este efecto, sino que fue la primera persona en proponer que el clima cálido del Devónico se debió a la elevada concentración de CO2 de aquel tiempo. En sus propias palabras: “En ciertos periodos de la historia (como el Devónico), el aire atmosférico estuvo mezclado con CO2 en una proporción mayor que en otras épocas, con lo que debería haberse producido un incremento de la temperatura”.

Y sufragista

Pero no solo fue la descubridora del efecto invernadero, sino que también realizó interesantes estudios sobre otros temas relevantes como la electricidad estática y desarrolló diversas patentes tecnológicas, como la estufa de cocina controlada termostáticamente, y otras más prosaicas, como las plantillas para zapatos y botas. Patentes que su marido, el abogado Elisha Foote, inscribió —en su tiempo las mujeres casadas no podían patentar— y que le reportaron a la familia una desahogada posición económica.

Pero Eunice Newton no solo fue una gran científica e inventora, sino una mujer comprometida con la igualdad entre mujeres y hombres. Amiga de la sufragista Candy Stanton —activista abolicionista que luchó por el voto femenino, por el divorcio, por el control de la natalidad, los derechos parentales y de custodia de la mujer, así como los derechos de propiedad, laborales y económicos—, Eunice formó parte del comité editorial de la Convención de Seneca Falls en 1848, en la que se trató, por primera vez en EEUU el sufragio femenino.

Fue una de las cinco mujeres que redactaron las actas de la Declaración de Seneca Falls, también llamada de Sentimientos y Resoluciones de Seneca Falls, en la que se exigió que las mujeres alcanzaran la ciudadanía civil acabando con las restricciones que les impedía votar, presentarse a las elecciones, ocupar cargos públicos, afiliarse a organizaciones políticas o asistir a reuniones de esta índole. Igualmente, se denunciaron las restricciones económicas que afectaban a las mujeres: la prohibición de tener propiedades, (los bienes eran siempre del marido), de dedicarse al comercio, de tener negocios propios o abrir cuentas bancarias. Y todo ello sustentado en la idea de que la igualdad de derechos entre hombres y mujeres se basa en que toda la raza humana, sin distinción de sexo, es idéntica en cuanto a capacidad y responsabilidad.

Negacionismo

Hoy en día muchos científicos e historiadores de la ciencia sostienen que las mujeres no aportaron casi nada significativo a la ciencia ni a la historia, algo totalmente falso a la vista de lo aportado por Eunice Newton, que dista mucho de ser una excepción. También, muchos radicales de extrema derecha afirman que los dogmas de la religión climática arruinan las empresas y a la ciudadanía y son solo un pretexto de la izquierda progre para imponer la agenda 2030, que ellos quieren tirar ‘literalmente’ a la basura (recuerden la lona colgada en Madrid en la que una mano arrojaba a la basura diversas banderas: la LGTBI, la comunista, la feminista, la agenda 2030…). Intencionada e imprudentemente, se empeñan en negar los efectos que el calentamiento global está provocando: por ejemplo, entre 1970 y 2019 se han producido una media de un desastre climático diario, lo que ha llevado a que el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, presentara la iniciativa ‘Alerta Temprana para Todos’ con objeto de garantizar que los habitantes del planeta estén protegidos por sistemas de alerta temprana.

Han pasado más de 150 años desde que Eunice Newton demostrara los efectos de la liberación de CO2 a la atmósfera. ¿Cuánto tiempo tardaremos en hacerle caso? Esperamos que no mucho. Se nos va la vida (planetaria) en ello.

(*) Alicia Domínguez es doctora en Historia y escritora. Eduardo Costas es catedrático de Genética en la UCM y Académico Correspondiente de la Real Academia Nacional de Farmacia.

Referencias


Signers of the Declaration of Sentiments - Women's Rights National Historical Park (U.S. National Park Service) (nps.gov)

Eunice Foote, la primera científica (y sufragista) que teorizó sobre el cambio climático (nationalgeographic.com.es)

Eunice Newton Foote, la feminista que comprobó el efecto invernadero y que fue olvidada por la ciencia - BBC News Mundo

El manifiesto de Seneca Falls

Eunice Foote: the mother of climate change | Opinion | Chemistry World (archive.org)

Four lives in science : women's education in the nineteenth century : Arnold, Lois : Free Download, Borrow, and Streaming : Internet Archive

The 2023 state of the climate report: Entering uncharted territory. William J Ripple et al. BioScience, biad080, https://doi.org/10.1093/biosci/biad080 

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