EDADISMO

Las jubilaciones voluntarias demoradas se duplican y las anticipadas caen 10 puntos en cinco años

Expertos ponen de relieve la necesidad de adaptar la edad de jubilación a las trayectorias vitales y profesionales de cada persona

Una persona mayor trabaja.

Una persona mayor trabaja. / UNSPLASH

María G. San Narciso

María G. San Narciso

La llegada de la generación de los baby boomers a la edad de retiro "presenta, desde diferentes perspectivas, numerosos e importantes desafíos para un desarrollo económico, justo y sostenible". Esto es algo que en los últimos años diferentes expertos han repetido hasta la saciedad. Este martes lo ha hecho, una vez más, la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz. Eso sí, con "un mensaje de confianza" por los últimos datos sobre jubilaciones demoradas y la "reducción de las anticipadas casi 10 puntos en cinco años".

La jubilación voluntaria demorada es la posibilidad de que, una vez cumplida la edad ordinaria de jubilación, los trabajadores o trabajadoras puedan prolongar voluntariamente su vida laboral. Es algo por lo que, según los últimos datos disponibles, cada vez más personas optan, hasta el punto de que las jubilaciones demoradas se ha duplicado en los últimos años.

Para la ministra, que ha participado en en el Seminario Académico 2024 El fenómeno del edadismo, organizado por Ageing Nomics, el Centro de Investigación de Fundación Mapfre, esto es una "excelente noticia" por varias razones. "Demasiadas veces pensamos en este tema en términos de sostenibilidad del sistema de pensiones, pero no se trata solamente de eso. Debemos abrir el foco y entender un poco mejor nuestra sociedad. Cada vez vivimos más años y lo hacemos en mejores condiciones. ¿Tenemos que jubilarnos a la edad legal porque alguien nos lo dice? ¿Porque toca y ya está? ¿Podemos permitirnos el lujo de prescindir del talento sénior como sociedad?", se ha preguntado. La respuesta, para ella, es un no rotundo. "De hecho, debemos premiar la permanencia en el mercado de trabajo, porque eso, sin duda alguna nos beneficia al conjunto de la sociedad", ha argumentado.

En su opinión, la aplicación de los incentivos a la jubilación demorada está dando resultados. En cinco años se ha reducido el número de jubilaciones anticipadas casi 10 puntos y la edad media de jubilación supera los 65 años, algo que no había ocurrido nunca. "Es una política bien diseñada y una política bien dirigida", ha indicado.

Contribución al relevo generacional

Además, considera que con esas políticas están "despertando un deseo que ya estaba ahí: el deseo de permanecer algunos meses más en activo, el deseo de intercambiar conocimientos, el deseo de seguir contribuyendo a un relevo generacional que permita a las empresas conjugar la transmisión de la experiencia de los trabajadores más veteranos con la energía de los más jóvenes". Porque esa es, en su opinión, la ventaja que ofrece que "convivan los talentos sénior y junior".

"Si se ofrece trabajar un año o dos más después de que llegue nuestra edad legal de jubilación, mucha gente dice que sí, que quiere hacerlo y, de paso, obtener ventajas en su pensión, al tiempo que sigue contribuyendo al sistema de pensiones. Además, la empresa y el entorno se benefician de esa decisión", ha añadido la ministra que, no obstante, ha recordado que ni "todas las personas ni todos los trabajos son iguales". Quien ejerza una actividad "especialmente dura" buscará jubilarse cuanto antes y eso es algo que ya están negociando en el marco del diálogo social: la posibilidad de establecer coeficientes reductores a la edad de jubilación para actividades penosas con numerosas bajas o con un elevado índice de morbilidad.

"Pero si quieres seguir trabajando, debes tenerlo fácil y debes de tener una recompensa por ello. Y eso es lo que hacen los incentivos que se han introducido, como un porcentaje un 4% adicional a la pensión por cada año cotizado que se complete una vez pasada la edad ordinaria de jubilación. O una cantidad a tanto alzado por año cotizado que va a depender de los años que se haya cotizado por parte del trabajador si llega a la edad de jubilación, que va desde los 5.000 a los 12.000 euros aproximadamente, y que se perciben en el momento de jubilarse", ha explicado.

Dos mundos separados pero complementarios

Antonio Huertas, presidente de Mapfre, también ha calificado a los seniors como "una generación de referencia para nuestra sociedad". Al igual que la ministra, ha remarcado tanto las oportunidades como los conocimientos que ofrecen.

En este sentido, Huertas apuesta por adoptar medidas que faciliten la permanencia de los trabajadores de más años en el mercado laboral de forma voluntaria. Además, ha ensalzado que "no vienen a quitar el puesto de trabajo a los más jóvenes", sino que "son mundos completamente separados pero, a la vez, complementarios". "Los mayores están ayudando enormemente a los jóvenes a integrarse, a la vez que los jóvenes están integrando a los mayores a entender el mundo en el que tienen que desenvolverse en su vida laboral", ha recalcado.

Por todo ello, ha alentado a "la convivencia generacional" por "ayudarnos a ser más felices y mejores ciudadanos" a la vez que "mejora nuestra sociedad".

Cambios en las trayectorias

Jubilarse, ser mayor o envejecer ya no tienen los mismos significados ahora que los que tenían en el siglo XX. Pese a ello, una buena parte de las actitudes, los estereotipos, comportamientos y decisiones de muchas personas, organizaciones y poderes públicos siguen basándose en aquellas normas. Por eso, en los últimos años están surgiendo voces que urgen repensar las políticas y las prácticas en relación con la gestión de la edad, la prolongación de la vida laboral y la flexibilización de las transiciones personales a la jubilación.

Una de ellas es la de Carlos María Alcover, catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos, quien sostiene que todas las trayectorias vitales son el resultado combinado de factores contextuales y personales: no existe una línea ascendente en la vida, una línea de estancamiento y otra que desciende a partir de una determinada edad que, en el caso laboral, suele situarse entre los 65 y 66 años. "Vamos ganando y perdiendo", apunta.

En definitiva, argumenta, "no tienen sentido las trayectorias laborales únicas sino que, a partir de determinada edad, que no siempre es la misma, tenemos que intentar identificar dónde podemos generar ganancia y compensar pérdidas, aunque no sea en la misma profesión ni ocupación". Por eso, considera que se debe conseguir una empleabilidad sostenible pero basada en ese ciclo vital, que responde a los factores personales y contextuales de cada persona. Porque ni todos los empleos son iguales, ni las ganas, ni la vitalidad o la fatiga, ni los intereses, ni sus circunstancias familiares. Ni sus opciones.

Responsabilidad del individuo

"No podemos pretender mantener a las personas en el mercado laboral, o prolongar la vida laboral, trasladando la responsabilidad solo al individuo. Eso es un error. Es una irresponsabilidad. La posibilidad de que las personas mayores puedan prologar su vida laboral e, incluso, puedan trabajar después de la jubilación es el resultado de la combinación de factores individuales y del contexto", ha asegurado el catedrático. Influye cómo se ve una persona a sí misma trabajando, sus capacidades, su percepción de la salud, las puertas que se le abran -o no se le cierren- en el mercado laboral o cómo lo perciba su entorno.

Pero también cree que "las organizaciones tienen que asumir su parte de responsabilidad". "Y, por supuesto, se necesita apoyo institucional y legislativo que permita que las personas, a partir de ciertas edades, mantengan su actividad laboral y la prolonguen, porque no podemos olvidar que la jubilación es un derecho, no una obligación y, por tanto, debe ser una decisión individualizada, tomada libremente e, incluso, como ocurre en países como Estados Unidos, no irreversible", ha señalado.

En España, la tasa de actividad de la población mayor de 55 años se encuentra entre las más bajas de la OCDE en gran parte, aseguran los expertos, por la tendencia generalizada en las organizaciones del país a utilizar la edad como variable de ajuste del mercado laboral. Por eso, Alcover ha pedido que se tomen medidas para dejar de seguir "segmentando a la población entre quienes pueden y no seguir trabajando" y, por tanto, al edadismo.