MADRID

El escultor que creó la estatuilla de los Premios Goya: "Dejar de hacerlas fue un palo, pero yo no soy sólo eso"

A sus 81 años, José Luis Fernández, que estuvo 32 años elaborando el 'cabezón' de los premios de cine, sigue creando en sus talleres de Vallecas y Torrejón, donde ha elaborado miles de obras

El escultor asturiano José Luis Fernández, en su taller de Vallecas.

El escultor asturiano José Luis Fernández, en su taller de Vallecas. / Alba Vigaray

Roberto Bécares

Roberto Bécares

Al cruzar la vieja puerta de hierro de este bajo del humilde barrio de Vallecas, uno tiene la sensación de transportarse a otra época. Una fina pero vívida luz invernal ilumina una escultura de un caracol que José Luis Fernández (Oviedo, 1943) está modelando ahora con cera, una de sus especialidades. "Es para un parque de Oviedo", explica José Luis, que luce un chaleco granate bajo un mandil de mil batallas, lleno de pintura, y un elegante pañuelo anudado al cuello, al modo francés. Trabaja un poco encorvado, observando por encima de sus gafas, como si cuanto mayor fuera la curvatura mayor la atención al detalle. Una vieja radio Sanyo inunda la estancia con una alocución de historia en una conocida emisora.  

Le pedimos permiso para adentrarnos en un terreno que parece sagrado, con cientos de esculturas, medallas y obras repartidas por aquí y allá, sin orden, pero sin desconcierto, como si hubieran sido depositadas en ese lugar por un motivo. Lo primero que sorprende es lo ecléctico de su trabajo. "Es que nunca seguí la moda, hacía lo que sentía, lo que a mí me gustaba, yo soy incapaz de hacer lo que hacen algunos escultores que admiro, que hacen una obra y las hacen todas más o menos igual. Yo soy incapaz. Necesito investigar por otro lado también", explica José Luis, que a sus 81 años sigue creando como en el primer día, cuando llegó con 18 años de su Oviedo natal.

Isabel Díaz Ayuso en la inauguración de la obra 'Los aplausos' de José Luis Fernández, en recuerdo de la reacción ciudadana durante la pandemia del Covid

Isabel Díaz Ayuso en la inauguración de la obra 'Los aplausos' de José Luis Fernández, en recuerdo de la reacción ciudadana durante la pandemia del Covid / EPE

"Era un chico de provincias, bien vestido, que vino a Madrid a labrarse un porvenir", recuerda con una sonrisa en la boca. Ya de niño experimentaba haciendo figuras para los belenes y en la capital pudo aprender el oficio de la escultura en los talleres que proliferaban en la ciudad (Juan de Ávalos, Ramón Lapayese, Enrique Pérez Comendador...), empezando a trabajar la piedra, la madera y el mármol mientras estudiaba en la Escuela de Artes y Oficios.

'La Pensadora'

Frecuentó el Círculo de Bellas Artes y el Café Gijón, donde conoció a Umbral. "Era una época muy bonita", suelta mientras recorremos lo que parecen pequeñas estancias de un museo hasta su oficina, donde tiene el ordenador y la tablet, con las que se da mucha maña y en las que enseña todas las esculturas que pueblan calles de España. Como 'La pensadora', una imponente escultura en bronce frente al Teatro Campoamor de Oviedo; o la que dedicó a Berlanga en Sos del Rey Católico; o la escultura en bronce en honor a Gaudí en el centro de León; o varias obras que trufan las calles de Torrejón de Ardoz, donde tiene su taller principal y la fundición en una nave de unos 700 metros: ‘Caballos en Libertad’, ‘Homenaje a los Mayores’, ‘Homenaje a los Músicos’, o el ‘Homenaje a las víctimas del 11-M’.  

'El cabezón', el diseño del premio Goya que diseñó José Luis Fernández.

'El cabezón', el diseño del premio Goya que diseñó José Luis Fernández. / ALBA VIGARAY

“En Torrejón fui muy bien acogido; en Madrid nunca me han encargado nada”, lamenta Fernández, que en sus inicios fue abriéndose camino con talento y persistencia después de montar su primer taller aquí precisamente, en Vallecas, en el año 64. Es donde en la actualidad sigue trabajando y da clases de escultura a amigos y conocidos donde empieza a tejer ese heterodoxo modo de hacer arte, a caballo entre el figurativismo y la abstracción, con el artista Henry Moore como uno de sus referentes. No hay material que se le resista: madera de pino, nogal o caoba, bronce, piedra, mármol de Carrara, acero inoxidable, hormigón... 

En hormigón precisamente hizo una de sus primeras obras urbanas, la decoración de las paredes de un paso peatonal de la Castellana que se sigue pudiendo disfrutar. “Fui a la obra y les dije que si necesitaba algún muralista. Les hice un diseño y les gustó. Ahora se puede ver, pero está un poco descuidado”, rememora. Por el estudio hay muchos pedazos de José Luis, de su propia vida, de sus vivencias, de sus miedos, de sus aficiones, “siempre muy pegado al terreno”. “Es que el artista se alimenta de lo más cercano”, razona.

Boxeo y toreo

Hay obras en bronce y maderas sobre rótulas y articulaciones, recuerdo de cuando tuvo un accidente de motocicleta y le tuvieron que poner dos prótesis en las rodillas, bronces con motivos del oficio del escultor, autorretratos en varios materiales, meninas en terracota, además de torsos, cabezas, animales, vegetales, hadas asturianas y otras piezas dedicadas al coronavirus, de la última etapa. También hay esculturas con motivos del toreo y del boxeo. “Mi hermano era boxeador, llegó a ser olímpico”, cuenta.

Imagen de la obra en hormigón de José Luis Fernández, en un paso subterráneo de La Castellana.

Imagen de la obra en hormigón de José Luis Fernández, en un paso subterráneo de La Castellana. / EPE

Pese a su prolija obra, una de las creaciones por la que es más conocido es por ser el autor del ‘Cabezón’ que se da en los Premios Goya de cine. En 1990 ganó el concurso para diseñar el trofeo, ya que la anterior estatuilla, obra de Miguel Ortiz Berrocal, pesaba casi 15 kilos y era poco manejable. Fernández hizo una estatuilla de tres kilos que es la que se sigue utilizando actualmente, aunque desde el año 2020 ya no la realiza él [se tiraba tres meses al año haciendo cada pieza individual con sumo cuidado, como si fueran obras únicas].

Sin una explicación, la Academia de Cine prescindió de su labor y se la encargó directamente a una fundición.“Yo sigo teniendo los derechos, pero ya no me los encargan. Fue un palo. Moralmente me hizo mucho daño, pero yo no he nacido solo para hacer los Goya, soy mucho más”, apuntala Fernández, que cree que le pudo perjudicar que los descendientes de Mariano Benlliure dijeran que el ‘Cabezón’ era una copia de sus obras de Goya.

Obra de la serie 'Orgánicas' elaborada en acero inoxidable.

Obra de la serie 'Orgánicas' elaborada en acero inoxidable. / EPE

“El mismo derecho tenía el maestro Benlliure que yo a interpretar los retratos y autorretratos que había de Goya, que es donde yo me basé, porque es lo único que había. Coincidíamos en el ropaje nada más. Pero ellos dieron mucho la lata a la Academia”, explica Fernández, que añade que hay “poco corporativismo” en el arte, ya que muy pocos artistas le echaron una mano cuando esto ocurrió.      

Premios

Aunque todos los materiales “tienen vida propia”, el artista se queda con el bronce y la madera, que es “el material más singular, ya que no se puede usar para todo”. Aun así, lamenta que el oficio “esté cambiando con el tiempo”, y ahora con el ordenador la gente “hace fotos y las digitaliza” para trasladarla luego a una escultura, pero eso “despersonaliza la profesión” y el resultado “no suele estar bien terminado”.

El escultor Jose Luis Fernández, en su estudio de Vallecas, posa con un 'cabezón' de Goya en miniatura.

El escultor Jose Luis Fernández, en su estudio de Vallecas, posa con un 'cabezón' de Goya en miniatura. / ALBA VIGARAY

En 60 años de trabajo, ha acumulado miles de obras, algunas se exponen en museos y otras que no han llegado a ser presentadas en público, como varios bustos de Felipe VI que están guardados en su taller porque no le termina de convencer ninguno. "Tengo muchísima obra, tengo que hacer con ella algo antes de morir; yo sigo creando todo el tiempo", dice Fernández, que a lo largo de su trayectoria ha realizado el diseño de numerosos galardones, como los Premios del Paris Dakar, Premio Thyssen de Arquitectura, o el actual del Benidorm Fest. “Como anécdota, me encargaron en el 79 unas medallas del PCE. Me pidieron 3.000, y me llegaron un día y me dijeron ‘camarada, no te podemos pagar”, concluye Fernández, que está ultimando la selección de las obras que expondrá en marzo en una retrospectiva en Clara del Rey.