Las CCAA ante el nuevo Gobierno (VII): Asturias, la isla progresista del noroeste
El presidente asturiano, Adrián Barbón, se esfuerza en adoptar un papel de respaldo exigente al Ejecutivo nacional
El presidente asturiano, el socialista Adrián Barbón, será uno de los escasos baluartes territoriales en los que podrá apoyarse Pedro Sánchez. El gobierno asturiano replica el acuerdo progresista nacional (conformado por el PSOE y Convocatoria por Asturias, coalición que reúne a IU, Sumar e Izquierda Asturiana), y buscará apoyos presupuestarios con Podemos y los regionalistas de Foro. Con todo, Barbón se esfuerza en adoptar un papel de respaldo exigente al Ejecutivo nacional y siempre ha tratado de establecer un cortafuegos en la Cordillera Cantábrica que separe su gestión de los conflictos en los que ha estado inmerso Sánchez.
“Asturias lo primero”, recalca el presidente asturiano cada vez que tiene ocasión, escenificando algunas discrepancias con el Gobierno central y esquivando aquellos debates incómodos. En esa posición de lealtad exigente, Asturias tiene sobre la mesa bastantes facturas que confía cobrar. Aunque ya mismo (el 30 de noviembre) entrarán en servicio los túneles de Pajares y llegará la alta velocidad, una enorme inversión que ha capitalizado las exigencias del Principado durante años, Asturias aguarda aún de Madrid un acuerdo que dé un nuevo impulso verde a la siderúrgica Arcelor. También, las prometidas inversiones para reflotar la maltrecha red de cercanías ferroviarias, o varias actuaciones e infraestructuras destinadas a mejorar la conectividad, tanto en el centro de la región como en el suroccidente.
Pero la pequeña comunidad autónoma, de apenas un millón de habitantes, ha visto de un tiempo a esta parte que necesita forjar alianzas territoriales para elevar su voz ante el Gobierno central. Lo ha hecho en materia de financiación autonómica, o en las demandas vinculadas al Corredor Atlántico ferroviario, que avanza muy por detrás del Mediterráneo. No ha tenido problema el Principado en formar frentes con comunidades de signo político opuesto, pero lo cierto es que ahora en algunas de esas batallas el gobierno asturiano será una isla de izquierdas rodeada de territorios gobernados por el Partido Popular. Barbón ha dicho que no permitirá que la polarización afecte a esas alianzas de intereses, pero ya las últimas semanas han saltado chispas con Castilla y León por los ataques en las redes sociales lanzados por el vicepresidente castellano-leonés, Juan García-Gallardo, de Vox, contra el líder asturiano. En un marco político en el que a las disputas ideológicas se sumarán los recelos territoriales, Asturias tiene como reto lograr que su voz no quede atenuada, aunque para Sánchez sea de los pocos territorios afines.
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