UN VISTAZO HACIA ATRÁS

El día en que Sánchez y Puigdemont se sentaron a hablar de referéndum y de reforma constitucional

Las autobiografías del expresident y el líder del PSOE permiten recopilar los detalles de su conversación de marzo de 2016 y las líneas rojas de ambos

“Si tu eres atrevido con el referéndum, te ayudaremos”, le insistió entonces el político catalán al socialista, que solo veía posible una consulta en toda España y no sobre independencia

Pedro Sánchez junto a Carles Puigdemont, antes de su reunión en el Palau de la Generalitat de Barcelona en 2016.

Pedro Sánchez junto a Carles Puigdemont, antes de su reunión en el Palau de la Generalitat de Barcelona en 2016. / REUTERS/Albert Gea

Gemma Robles

Gemma Robles

Mucho se debate, se calcula y hasta se fabula en estos días de agosto sobre si Pedro Sánchez y Carles Puigdemont llegarán próximamente a un acuerdo de investidura. Y en torno a qué cuestiones. El referéndum de autodeterminación, la amnistía, la financiación, una potencial reforma constitucional o de Estatut… Todos estos asuntos han regresado a las conversaciones públicas, estén o no finalmente en la agenda de PSOE y Junts para comprobar si es posible un pacto que, además, habría de ser aceptado por otros grupos para llegar a una mayoría efectiva. Pero resulta que Sánchez y Puigdemont ya trataron al menos en una ocasión cara a cara algunos de estos temas. Era 15 de marzo de 2016. Palau de la Generalitat, Barcelona.

-[…] “Si tú eres atrevido con el referéndum, te ayudaremos. Y además, ten en cuenta que la comunidad internacional te aplaudirá, tendrás apoyo internacional y liderazgo […]”, le dijo aquel día el expresident de la Generalitat al entonces jefe de la oposición en un momento de su conversación privada, según consta en la autobiografía de Puigdemont M’explico: de la investidura a l’exili, redactada con la ayuda del periodista Xevi Xirgo para Plaza&Janés.

En el citado libro hay multitud de detalles sobre una charla cuya relectura, siete años después de que se produjera ese ‘tú a tú’ en Barcelona, recobra trascendencia para poder perfilar idearios intocables y límites o propuestas de sus protagonistas, siempre que no se pierda de vista los contextos y la avalancha de acontecimientos llovidos desde entonces: cuando se produjo esta cita quedaba un año largo para que Cataluña viviera un 1-O que marcaría su historia reciente y la de toda España. Puigdemont, actualmente eurodiputado, quiso declarar la independencia tras convocar un referéndum ilegal y terminó huyendo a Waterloo –donde sigue residiendo- para no responder ante la justicia española.

En cuanto al líder de los socialistas, aunque en el momento de esta reunión con Puigdemont lo desconocía, estaba viviendo sus últimos meses en el cargo antes de pasar por un linchamiento de su propio partido (otro 1-O, por cierto, pero de 2016) por negarse a abstenerse para que gobernara Mariano Rajoy. Conviene recordar que Sánchez ya había tratado de llegar al poder firmando un pacto con Ciudadanos, tras las generales de diciembre de 2015, que resultó insuficiente. Terminó dimitiendo a fin de no avalar como diputado la investidura de Rajoy y dejó la política coyunturalmente, para volver un tiempo después con respaldo de la militancia y una determinación que le llevaría hasta La Moncloa primero vía moción de censura y después, ganando en urnas en 2019.

"Y lo de la Constitución: ¿cómo lo ves?"

Ahora, con la segunda lista más votada en sus bolsillos, pretende ser reelegido presidente tras el 23J ante la falta de apoyos parlamentarios del ganador, el popular Alberto Núñez Feijóo. Para lograr que su teórica cábala matemática se haga realidad, Sánchez necesita el complicadísimo apoyo de Junts. De un Puigdemont que parece haber evolucionado poco en cuanto a prioridades. Así que volvamos a esa reveladora reunión que mantuvo con el líder del PSOE hace unos años. Recuerden: 15 de marzo de 2016.

-“Y lo de la reforma de la Constitución, ¿cómo lo ves?”- preguntó Sánchez a su interlocutor, según la versión que da en el libro Puigdemont y que hasta ahora no ha sido desautorizada.

-“Nosotros no creemos en esa posibilidad. Porque ¿qué mayoría tienes para llevarla a término?”- replicó el dirigente catalán.

-“Está claro que tendríamos que esperar al apoyo del PP”- respondió supuestamente el jefe del PSOE, recibiendo como respuesta que ya no existía ese tiempo de espera.

-“¿Y un nuevo Estatut?”- continuó el secretario general del PSOE.

-“¿Tú has oído que en Cataluña alguien esté pidiendo un nuevo Estatut? ¿Y para hacer qué? […]. Aquí lo que queremos es un referéndum. Si tú admites la posibilidad de referéndum, nosotros te ayudaremos; podemos entendernos”- enfatizó Puigdemont.

Tras esta cita en Palau, Sánchez ofreció una rueda de prensa y quien era portavoz de la Generalitat, Neus Munté, hizo lo propio. Se admitió públicamente que se había hablado de reforma constitucional y de Estatut; que el jefe de los socialistas había apostado por una reforma profunda del modelo de financiación para terminar con problemas arrastrados por Cataluña y otras comunidades y que se había comprometido a no poner en riesgo la “inmersión lingüística”, entre otras cosas. También quedó constancia de que Puigdemont había exigido un referéndum y que Sánchez se había negado, pero no se explicaron algunos pormenores que sí están en la biografía del expresident. Y que también están presentes, aunque no en formato conversación, en el Manual de resistencia de Pedro Sánchez, otra relectura de utilidad en estos momentos.

Carles Puigdemont y Pedro Sánchez en el Palau de la Generalitat de Barcelona en 2016.

Carles Puigdemont y Pedro Sánchez en el Palau de la Generalitat de Barcelona en 2016. / Josep Lago

Entrar en harina con la consulta

Según el relato de Puigdemont, la mencionada conversación giró un buen rato en torno a un supuesto referéndum en Cataluña que, en todo momento el jefe de los socialistas dijo que no se podía hacer, alegando que eso significaría “romper, partir la soberanía nacional”. El entonces president discrepaba en esto, considerando que la soberanía puede ser “asimétrica” y que hay alguna posibilidad “legal” de impulsar un referendo en España.

-“Pero si se hiciera, debería votar toda España”- especificó supuestamente Sánchez.

-“Nosotros aceptaríamos que el referéndum se hiciera en toda España, pero tú tendrías que aceptar que el resultado de Cataluña fuera vinculante”- dijo Puigdemont.

-“Pero es que la independencia no se puede votar”- le insistió Sánchez.

En ese momento de la charla, el expresident de la Generalitat propuso al jefe del PSOE que hiciera pública una oferta para Cataluña. La que creyera oportuna. Y que la sometiera a votación. Sánchez preguntó si en esa votación él pretendía incluir un punto sobre el referéndum.

-“Las dos cosas, claro. Aceptar vuestra oferta o hacer un referéndum. Eso es lo que podríamos votar”, aclaró Puigdemont, provocando la sonrisa de Sánchez, según relata él mismo en su biografía. “Si vuestra oferta, sea la que sea, no se acepta, nosotros es evidente, estamos por el referéndum… tú eso lo tienes claro…”.

Puigdemont aún hará más hincapié en una oferta que el secretario general del PSOE no contempla. “Sé atrevido… si tú eres atrevido, podemos negociar incluso la fecha de la consulta, la pregunta, lo que haga falta…”. Hipotéticamente, Sánchez aún le pregunta hasta cuántos años después se comprometería a no hacer una nueva consulta en caso de que perdiera la opción de la independencia. “La fecha la podemos negociar. Y la fecha de una segunda consulta, y también cuántos deberían pasar sin hacer ninguna consulta más si la perdiésemos”, contesta el ahora expresident. La conversación se prolongó durante una hora y media.

La "resistencia" de Sánchez

En la legislatura que acaba de terminar con las generales del 23J como colofón, Sánchez ha tomado algunas decisiones arriesgadas sobre Cataluña: ha favorecido indultos para los líderes del 1-O procesados por la justicia –no es ese el caso de Puigdemont- y ha reformado el delito de sedición y el de malversación en España. Esto último le ha provocado más críticas que los propios indultos, incluyendo en el seno de la izquierda. Al tiempo ha avalado una mesa de diálogo con el Gobierno catalán de la que Junts, por cierto, se autoexcluyó.

Pero como Puigdemont, también tiene Sánchez escrita una biografía, su Manuel de resistencia, publicado por Ediciones Península en el 2019, donde deja en negro sobre blanco algunas reflexiones sobre Cataluña. Y líneas rojas. Una de las que repite en varios capítulos de su libro es que no se le puede demandar a la izquierda, ni la izquierda caer en la tentación (alude a ello valorando decisiones de Podemos y Pablo Iglesias) de “negar España”. “La alternativa a eso, ya lo estamos viendo, es el nacionalismo. Para Europa, y también para España, esa historia es devastadora”, sentencia.

Tras reivindicar y defender su posición ante el 1-0 y su apoyo al Estado con el 155, que no al Gobierno de Rajoy, según insiste (aunque admite que en aquel contexto entablaron una buena relación, de gran confianza), apunta que él siempre creyó que debió haber más reuniones con Puigdemont “antes de su huida, claro” y favorecer el diálogo, que pide no confundir con la negociación ni con la cesión. Asimismo resalta que se debió atender el documento de los 23 puntos que planteó Artur Mas en la Moncloa hace años, salvo lo que se refería a la independencia, “algo por supuesto inadmisible”. En opinión de Sánchez, Mas ya dejó sobre la mesa temas que podían servir para acercarse a Cataluña y, a la vez, ayudar a otras comunidades. “En aquel documento figuraba la financiación de la sanidad pública y la dependencia, infraestructuras en el arco Mediterráneo… […] Si se recupera esa hoja de peticiones de Mas, no es difícil ver que se podría haber convertido en una palanca para solucionar problemas comunes”, señalaba Sánchez en su manual.

En esta línea, también se queja en su libro (de 2019) de que, en su día, no se le había sacado partido a la comisión parlamentaria para estudiar un mayor desarrollo del Estado autonómico que supusiese su culminación –que podía ir de una reforma constitucional a medidas de armonización para fomentar mayor cooperación y lealtad entre Administraciones- y le daba relevancia a su proyecto de repartir las instituciones españolas más relevantes por distintos territorios. Finalmente, en el capítulo referido a la cuestión catalana, critica que CiU dejase de ser un partido a partir de sus casos de corrupción para transitar hacia una plataforma donde se ha ido desdibujando entre “sus propias contradicciones”, que se deja influir por instituciones como la ANC que no responden en las urnas y que tiene a Puigdemont detrás, “que persiste en su idea de un movimiento y no un partido”, fomentando el hiperliderazgo. “Esa personalidad se convierte en tu principal activo electoral, pero también en tu principal desestabilizador interno”, llega a decir. Más reflexiones para un agosto en que se busca un presidente para España.