Opinión | EL PULSO DE ESPAÑA

Feijóo y la estafa

Los populares sostienen que las catalanas han sido un oasis electoral para el PSOE y que el resto de España puede castigar el 9J el “engaño” de Sánchez con los independentistas

Alberto Núñez Feijóo y Cuca Gamarra durante la comparecencia de Pedro Sánchez en el Congreso

Alberto Núñez Feijóo y Cuca Gamarra durante la comparecencia de Pedro Sánchez en el Congreso / JOSÉ LUIS ROCA

La dirección del PP siempre ha estado convencida de que hacer campaña en Europa contra la amnistía al 1-0 era una buena idea. Que les ayudaba. Que erosionaba a Pedro Sánchez y a sus socios. Que les cargaba de razones y generaba una presión fuera de nuestras fronteras que, en paralelo, haría reflexionar a determinados sectores de la judicatura española llegado el momento. En esa tesis continúa y es lo que explica que uno de los actos centrales de su campaña previa al 9J sea la protesta en las calles de Madrid contra el perdón al independentismo catalán, a punto de ser aprobado formalmente en las Cortes. Es lo que hace entender además cuál es la espina dorsal del argumentario que Alberto Núñez Feijóo va a predicar para intentar ganar las europeas, uno de los objetivos que se había autoimpuesto en el calendario de exámenes políticos del año.

"Pido el voto a todos los estafados por Sánchez (...) porque han visto que su voto ha sido para pagar los favores a los separatistas", dijo el jefe del PP este sábado en un mitin en Ciudad Real. La frase evidencia el convencimiento que existe entre los populares de que Cataluña y lo que ha ocurrido en sus comicios, en los que ha triunfado claramente el PSC, nada tienen qué ver con el resto de España. Están aferrados a que incluso una parte del progresismo rechaza el camino emprendido por Sánchez en esta legislatura y que, entre aquellos que consideran que el jefe del PSOE es “una estafa”, hay voto indeciso o perezoso que pescar y con el que afianzar la imagen de un líder de partido que ganó las últimas generales, pero no logró gobernar por su dificultad para establecer alianzas más allá de Vox.

En lograr imponer el concepto de “la estafa” al hablar del presidente del Gobierno cree el principal partido de la oposición que está la clave para ganar (o perder) los comicios de junio. No es sencillo. Sánchez ha demostrado que es capaz de resurgir una y otra vez de sus cenizas cuando casi todo el mundo lo cree achicharrado. Es un superviviente nato. Un experto en dar la vuelta a la expectativa asentada sobre las campañas electorales. Un especialista en sembrar mantras optimistas en campos de cultivo del centro izquierda, incluso en tiempos de sequía emocional o en momentos en que se ve obligado a retirar proyectos de ley en el Congreso porque en realidad no le dan los números para poder implementarlos.

Apunta la última encuesta difundida por el CIS que el PSOE aventaja al PP ante unas elecciones que los populares daban por cuasi ganadas hace apenas unas semanas, después de las gallegas y las vascas y antes de que el jefe del Ejecutivo se tomara un descanso de cinco días para, hipotéticamente, reflexionar sobre si se retiraba o no de la política por los “ataques” a su mujer, Begoña Gómez. Sánchez se encerró en La Moncloa en el arranque de la campaña previa a las catalanas, retiró el foco de quien partía como favorito, Salvador Illa, y acortó el tiempo del resto de adversarios para intentar sacar la cabeza en Cataluña. Aquel encierro se terminó, Sánchez siguió en su cargo y su apuesta para los comicios catalanes logró arrasar.

Con ese balance a las espaldas, Sánchez afronta las europeas pensando en que tiene posibilidades, sobre todo si logra evitar el enfrentamiento de “tú a tú” y a cara de perro con Feijóo y logra convertirlo en un “yo contra vosotros”, metiendo al presidente de los populares en el saco de la política ultra. La extrema derecha es, sin duda, el otro gran adversario que tiene Feijóo para salir airoso del inminente examen del 9J: Vox, como algún otro partido de nueva creación, pretende hacer su agosto en la cita con las urnas de junio. Para eso, además de contar con la inestimable ayuda de figuras como el presidente argentino Javier Milei, provocador y dispuesto a poner sobre la mesa una crisis diplomática si es menester para empujar a sus socios españoles y favorecer el marco electoral de la batalla cultural, los de Santiago Abascal necesitan desinflar al PP. Propinarle algún que otro arañazo.  

Ante esto, Feijóo ha optado por centrar sus ataques contra la “estafa” de Sánchez y eludir las críticas a las estrategias de una extrema derecha que amenaza con subir muchos escalones en varios Estados de la UE, no sólo en España. De hecho no puede descartarse en estos momentos que la histórica alianza entre socialdemócratas y conservadores europeos dé paso a nuevos protagonistas con perfiles más ultras. 

El jefe del PP ya sabe el ruido que genera criticar a los que después pueden terminar siendo sus socios y ahora prefiere aceptar, como ha hecho hace unos días, que quizás terminen yendo de la mano a las instituciones europeas. Así que evita confrontar y se limita a reclamar voto de derechas, alegando que en sus arcas puede ser más útil que en las del vecino."El voto al PP es realmente el que hace daño a Sánchez. Si todos nos movilizamos y concentramos el voto, se va. Si nos movilizamos pero resulta que cada uno vota a distintos partidos con el único objetivo de que se vaya, puede quedarse, como pasó el 23 de julio. Por eso, no volvamos a repetir el error de dividir lo que tiene que ir unido", sostuvo en su mitin de Ciudad Real. 

Feijóo quiere ganar las europeas. Necesita internamente un triunfo, después de haber recuperado aire al salir airoso de las catalanas. La convocatoria en las calles de este domingo contra la amnistía y las políticas de Sánchez es el trampolín que su partido considera imprescindible para alcanzar su meta… pero el presidente del Gobierno, el que viene de exhibir su ‘manual de resistencia’ en Cataluña y es el equilibrista que desafía a la gravedad en política, no se lo va a poner sencillo. Vox, que se ve ante la oportunidad de coger la ola del extremismo que recorre Europa, tampoco. La campaña, una vez más, es decisiva.