Opinión | MACONDO EN EL RETROVISOR

Falsos amigos

Las mujeres solemos vivir más, pero en peores condiciones, de manera que ese celebrado 'resistir' no sale gratis, porque conlleva un sufrimiento continuo y silencioso que puede durar la friolera de 85 años

Mujeres

Mujeres / EL PERIÓDICO

Falsos amigos (false friends) es un término que se utiliza para definir aquellas palabras de otro idioma que creemos similares al nuestro, porque suenan parecido, pero cuyo significado nada tiene que ver con lo que pensábamos. Es raro el español que no ha caído en el error, por ejemplo, de entrar en una farmacia en un país de habla inglesa buscando algo para el ‘Constipation’ y ha salido de allí con un laxante bajo el brazo, en lugar de paracetamol. 

Pues algo parecido me ocurre a mí con ciertos adjetivos en nuestro propio idioma. En este caso, no porque su definición no se corresponda con su apariencia, sino porque de alguna manera esconden una trampa o una ironía, que comprendo que no todos compartimos, pero que para mí son imposibles de ignorar.

Me pasa con ‘resistente’, un término machaconamente asociado a la mujer como algo supuestamente halagador. Ahora que todavía nos estamos recuperando de la resaca de los ‘empalagos’ del Día de la Madre, cuyos ‘excesos’ pocas veces suelen extenderse a los restantes 364 días del año, todos hemos escuchado ese epíteto asociado con la maternidad y las féminas. Con toda la letra pequeña que ello supone. 

Porque verán, resistir no es un verbo positivo, aunque lo parezca, porque implica y añade indiscutiblemente a la ecuación que hay algo que sufrir y superar. Ya sea un obstáculo, una zancadilla, real o literal; o siglos de sortear con arrestos y mucha mano izquierda, una sociedad y una cultura que ha puesto sistemáticamente a los hombres por delante de nosotras en casi todo. 

Entiendo, sin embargo, que es fácil caer en la tentación de asociar ese verbo a lo femenino. Ahí están los datos tozudos, recordándonos a menudo que, pese a todo, efectivamente, las mujeres duramos más. La semana pasada 'El País' se hacía eco de un estudio, publicado en la revista médica británica ‘The Lancet Public Health’, que afirma que el género tiene un impacto directo en nuestra salud y en los achaques que sufriremos en la vejez. Y añade, que las diferencias empiezan a forjarse en una época tan temprana como la adolescencia.

La investigación, llevada a cabo por científicos estadounidenses, concluye que sufrimos diferentes dolencias dependiendo de si somos hombres o mujeres. Así, aseguran que los primeros suelen ser más proclives a padecer enfermedades que suelen provocar una muerte prematura, como problemas cardíacos y lesiones fatales causadas en accidentes de tráfico.

Mientras nosotras tenemos más papeletas para ser diagnosticadas con patologías que nos condenan de por vida a una mala salud, ya sea física o mental; con el dolor lumbar, la depresión, las cefaleas y la ansiedad, entre las dolencias más comunes, según la misma fuente. Es decir, que solemos vivir más, pero en peores condiciones

Resistimos más, vaya. Y ahí es dónde está la trampa a mi entender, en el considerar eso como algo positivo o heroico, cuando en realidad la palabra que deberíamos utilizar para definir la calidad de vida de muchas mujeres se acerca mucho más a 'aguantar' o a 'cadena perpetua', si me apuran. 

Aprendemos desde bien pequeñas, a veces desde las primeras reglas, a convivir con el dolor de forma periódica y constante. Desde ese momento, firmamos una suerte de contrato tácito, que nos obliga a apretar los dientes sin fecha de caducidad, sin hacer grandes aspavientos, y sin quejarnos demasiado, porque sabemos y aceptamos que está muy mal visto.

Pero 'sorprendentemente', y según los datos, esto no es lo que nos mata. Es la salud mental, la que verdaderamente constituye nuestro talón de Aquiles, y con números en la mano, es fácil entender por qué. Un estudio llamado 'El coste de la conciliación', realizado por la asociación 'Yo no renuncio' en 2022, denuncia que el 73% de las mujeres declara sentirse agotada prácticamente a diario por la carga mental de las tareas doméstico-familiares

De manera que ese celebrado 'resistir' a perpetuidad, no sale gratis, porque conlleva un sufrimiento continuo y silencioso que puede durar la friolera de 85 años, que según los últimos informes del Ministerio de Sanidad, es la esperanza de vida actual de la mujer en España. 

A veces un 'false friend' no es sólo relacionar una definición errónea con una palabra, también lo puede ser, asociar, por defecto, ciertos epítetos supuestamente alagadores, a las féminas, tal vez con las mejores intenciones, pero con las peores consecuencias. Así que, cambiemos resistir por rechazar, negar, rebatir, impugnar, desafiar, rebelar o delegar; y tal vez vivamos menos, pero sin duda, moriremos más felices.