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Trump como terapia alternativa

Ahora, el expresidente, más que cualquier otro candidato, es percibido como alguien que defiende a las personas de clase trabajadora y como un protector del añorado sueño americano

Trump, durante un juicio en Nueva York

Trump, durante un juicio en Nueva York / Michael Nagle

Por primera vez en la historia de los Estados Unidos un expresidente se va a sentar en el banquillo de los acusados por delitos relacionados con su presidencia. Las cuatro causas por las que Donald Trump está imputado van desde la falsificación contable, pasando por la tenencia ilícita de materiales clasificados relacionados con su presidencia hasta, las más graves, de intento de alterar y revertir los resultados electorales.

Parece razonable pensar que cualquier político habría sucumbido ante este panorama o habría sido abandonado por los electores. No obstante, su paseo por los tribunales no parece estar afectando en nada a su carrera electoral. Una reciente encuesta de Ipsos arroja un empate técnico entre el actual presidente, Joe Biden, y el candidato republicano: una igualdad que se mantiene prácticamente constante desde el mes de enero y que anticipa que esta de 2024 será otra elección reñida como lo fue la de 2020.

La capacidad de Trump para resistir y la incapacidad de Biden para desmarcarse en los sondeos tienen que ver con algunos datos interesantes que arrojan estas encuestas. Porque a ojos de los estadounidenses, y dentro de un marco de polarización política y emocional muy elevados, ni Trump es tan mal candidato como se puede presuponer mirando su historial político y judicial, ni Biden ha conseguido entusiasmar a las masas en su primer mandato como presidente del país. Como ya sucedía hace cuatro años, el gran atractivo del candidato demócrata sigue siendo no ser Trump. Es decir, en gran medida los seguidores de Biden lo respaldan porque están votando contra Donald Trump. Los apoyos que recibe el republicano, sin embargo, provienen mayoritariamente de electores que lo respaldan por sus cualidades o características personales o que apoyan sus propuestas políticas.

Joe Biden y Donald Trump.

Joe Biden y Donald Trump. / EFE

Trump ha logrado un singular vínculo empático con su público objetivo, el cual está conformado, principalmente, por hombres blancos, trabajadores, con bajo nivel de ingresos y con bajo nivel educativo. Estos electores buscan a un candidato que les ofrezca algo que consideran que la sociedad en general (empezando por los medios de comunicación) no les da: reconocimiento. Es lo que la socióloga Michèle Lamont denomina la necesidad de reconocimiento: "ver a los demás, y reconocer la existencia y el valor positivo de las personas, hacerlos visibles y valorados activamente, reducir su marginación e integrarlos abiertamente en el grupo". Una necesidad que siempre ha sido uno de los objetivos de los demócratas, pero que desde hace tiempo parecen haber abandonado. Y en política, ya se sabe, si alguien deja un espacio, este tiende a ser ocupado por sus rivales. Ahora, Trump, más que cualquier otro candidato, es percibido como alguien que defiende a las personas de clase trabajadora y como un protector del añorado sueño americano. Esto es importante porque la mayoría de los electores republicanos quisieran que el país fuera "como solía ser".

Biden, por su parte, tienen que añadir a su percibida ausencia de carisma, el hándicap de su edad. A pesar de que el actual presidente de Estados Unidos es solo cuatro años mayor que su contrincante republicano, es definido por la mayoría de los estadounidenses, incluyendo a sus partidarios, como una persona muy mayor. Por otro lado, Biden sigue contando con el apoyo de la mayoría de los estadounidenses de raza negra y de los latinos, así como de aquellos que gozan de un mayor nivel económico y de quienes tienen un nivel educativo mayor. El problema para el candidato demócrata es que mientras que los negros y latinos muestran una menor predisposición a acudir a votar el próximo noviembre, los trabajadores blancos con pocos ingresos y bajo nivel de estudios están claramente mucho más movilizados. Y en procesos electorales de alta competitividad y resultados tan ajustados, la participación es un elemento determinante. Sobre todo, cuando no se observan transferencias de votantes de un candidato a otro: la mayoría de los estadounidenses no ha cambiado de opinión con respecto a los comicios de 2020 en lo que respecta a Trump o Biden. El resultado de las elecciones de 2024 parece, por tanto, que dependerá de convencer a los estadounidenses de que realmente voten.

Queda mucho tiempo todavía para que se celebren las elecciones y muchas cosas pueden cambiar, pero, sin duda, para Trump ya es un éxito estar donde está a estas alturas: habiendo ganado nuevamente la candidatura republicana y situándose con serias aspiraciones a regresar al despacho oval de la Casa Blanca. Un éxito que el gran estudioso de las democracias, el politólogo Adam Przeworski, intentaba explicar en una reciente entrevista comparando a Trump con quien promete curarle el cáncer a una persona a la que todos los médicos le han desahuciado. Frente a lo que es imposible, no hay nada que perder. La cuestión es que la mayoría de las denominadas terapias alternativas resultan ser inefectivas, caras y peligrosas. Así que, como recomienda la Clínica Cleveland, uno de los mejores hospitales de Estados Unidos, en relación con las terapias alternativas: está bien estar abiertos a nuevas ideas, pero mantén un escepticismo sano. Y, sobre todo, si decides probar un tratamiento poco convencional, asegúrate de que tu salud y tu cartera estén protegidos.