Opinión | ECONOMÍA

Los retos de un turismo al alza

El aumento de los precios podría amenazar el mercado nacional si otros más baratos son igualmente atractivos

Turistas en la ciudad de Madrid.

Turistas en la ciudad de Madrid. / EUROPA PRESS

Después de haber sido uno de los sectores más perjudicados por la pandemia de covid,  el turismo, que es el principal motor económico de España y representa el 12,8% del PIB, según datos de Exceltur, parece estar plenamente recuperado. Si no hay un contratiempo inesperado, todo apunta a que se avecina una temporada de récord, reeditando el éxito del año pasado, cuando se superaron los 85 millones de visitantes, que se dejaron más de 108.662 millones de euros en gasto. De cara a 2024, las compañías aéreas ya han programado 243 millones de asientos, lo que supone 1,4 millones de aterrizajes y despegues, y en lo que va de año las reservas hoteleras han mantenido el elevado nivel del año pasado, hasta el punto de que el mes de enero ha sido el mejor de la historia, tanto por lo que respecta a llegadas de turistas internacionales como a nivel de gasto, y según las previsiones, marzo y abril no se quedarán atrás, auspiciados por una Semana Santa que bordeará el lleno.

Sin embargo, y a pesar del optimismo,  el sector debe ser consciente de que sobre él se ciernen algunas amenazas. En primer lugar, el aumento de los precios, algo que, si bien puede ser interpretado como un indicador de éxito propiciado por el elevado crecimiento de la demanda, podría acabar amenazando el liderazgo del mercado nacional si otros más baratos, como puede ser Turquía, ya plenamente recuperada, o Egipto en menor medida por las consecuencias de la guerra en Gaza, resultan igualmente atractivos para los clientes más sensibles a los precios. Por otro lado, hay que tener en cuenta los efectos a medio y corto plazo de la crisis climática que podrían hacer perder atractivo a España, o al menos las zonas del sur y la costa mediterránea como destino turístico, en favor de otras zonas con climas más benévolos. De momento, la sequía afecta principalmente a Andalucía y a Cataluña, donde las restricciones en el consumo de agua tras la declaración de la emergencia han llevado a algunos hoteleros de la Costa Brava a organizarse y proveerse de desalinizadoras que garanticen el llenado de las piscinas este verano, y evitar así una posible reducción de las reservas. Pero tratándose de un sector estratégico, no debería esperarse autogestión, sino una intervención decidida por parte de las administraciones. 

Pero seguramente el principal problema al que se enfrenta el sector turístico es la falta de personal, algo que está directamente vinculado a los sueldos y a las condiciones laborales. Como también lo está a la estacionalidad de la demanda y a un fenómeno que se deriva de ella, la expansión de las viviendas de uso turístico, que en las zonas turísticas con poca oferta habitacional dificulta el acceso a la vivienda a los trabajadores del sector, repercutiendo en los obstáculos de los empresarios para encontrar mano de obra; una problemática que va más allá de la anécdota, y que hasta la propia CEOE ha denunciado. En consecuencia, desestacionalizar y diversificar la oferta turística acabando con el ‘quasi’ monopolio del sol y la playa es uno de los principales retos del sector turístico en España. Pero también lo es, en un momento de bonanza, garantizar unas condiciones salariales y laborales que permitan al sector captar la mano de obra necesaria para que el turismo siga siendo un motor económico y deje de ser un motor precario.