Opinión | LA SUERTE DE BESAR

¿Qué interesa?

Mis trasiegos nocturnos me muestran que, a la mayoría, y al margen del morbo y de los titulares escabrosos, nos importan cuestiones sencillas y cotidianas

Alquiler de viviendas

Alquiler de viviendas / Shutterstock

En mis noches de insomnio escucho meditaciones. La aplicación que me permite seleccionar temáticas y duración es mi tabla de salvación, pero no es infalible. Cuando ya sé que no volveré a pegar ojo, hago lo que todos los especialistas en sueño del mundo desaconsejan: mirar el móvil. Tengo querencia por las listas de las noticias más leídas o de las palabras más buscadas. Es una manera de intuir hacia dónde va el mundo. Mis trasiegos nocturnos me muestran que, a la mayoría, y al margen del morbo y de los titulares escabrosos, nos importan cuestiones sencillas y cotidianas.

Lo relacionado con la vivienda es tendencia. Los precios altos, la falta de oferta, los timos, los desahucios o las infraviviendas. El psicólogo y experto en el ámbito de la discapacidad Robert Schalock dijo en una conferencia que las personas, independientemente de nuestra condición, necesitamos tres cosas para tener una vida más o menos plena. Una de ellas es tener un hogar. El espacio en el que decidimos quién entra y quién no, donde colocamos las fotos de las personas que nos importan o donde tenemos la libertad de dejar la toalla en el suelo, si nos apetece. Nuestras búsquedas lo corroboran.

A primera hora de la mañana, en vez de bucear en la información política y en lo que se debatió en el pleno del Ayuntamiento, buscamos los resultados del sorteo de la lotería. Anhelamos que nos toque un buen pellizco para poder relajarnos y dejar de ir al supermercado compungidos y haciendo encajes de bolillos para comprar una botella de aceite de oliva, fruta, verdura fresca y algo de pescado sin morir en el intento. La dieta saludable sale tan cara que perjudica seriamente a la salud. Una incongruencia.

¿Nos interesan las estadísticas sobre el desempleo? Podría ser, pero nos interesan, sobre todo, las ofertas laborales y saber si tal o cual empresa abre procesos de selección masivos. Volviendo al profesor Schalock, otro de los componentes de la felicidad es sentirnos útiles y reconocidos a nivel laboral. Más allá de la necesidad básica de ingresar una nómina decente, el no va más es percibir que hacemos las cosas bien y que contribuimos a algo. Que nuestro trabajo tiene un sentido.

Podríamos pensar que nos pirramos por enterarnos de lo que sucede con Koldo y sus tejemanejes o que el adelanto de las elecciones catalanas es un temazo. Seguramente es así, pero preferimos consultar la previsión meteorológica y el horóscopo. Temáticas que son caballo ganador en cualquier buscador. Al igual que lo relacionado con restaurantes, series de televisión recién estrenadas o películas que acaban de ganar un Oscar. Puede que diga poco de nosotros o pueda que, simplemente, indique que somos seres que necesitamos evadirnos de todo aquello sobre lo que nos sentimos impotentes. Necesitamos socializar y relacionarnos de forma desenfadada.

Hablando de evadirnos, estos días nos hemos vuelto locos investigando qué es eso de la pastilla que nos mantendrá en forma sin necesidad de ir al gimnasio y el año pasado buscamos exhaustivamente qué hacer para evitar que nos tocara estar en una mesa electoral. La comodidad también nos importa. Por cierto, el tercer punto que, según Schalock, induce a nuestro bienestar es sentirnos acompañados y tener amigos. Siempre es un buen día para ponerlo en práctica.