Opinión | GUERRA ENTRE ISRAEL Y HAMÁS
Salvar a los refugiados
Con los fondos de ayuda a la población palestina al límite, la decisión de suspender los recursos va a agravar la situación de una población que ya no tiene acceso a lo más básico
No hay semana que no se abra un frente nuevo en Oriente Medio. Si hasta ahora eran ataques contra objetivos enemigos en los aledaños del conflicto en Gaza, en zonas como el Mar Rojo, Siria o Pakistán, ahora la furia de Israel se despliega sin piedad hacia la organización de las Naciones Unidas y su agencia de refugiados en Palestina, la UNRWA. No lo hace con cargas de artillería, pero la acusación de connivencia de esta agencia con el movimiento de Hamás, la pone en el disparadero.
Con los fondos de ayuda a la población palestina al límite, la decisión de suspender los recursos de los principales países donantes como consecuencia de estas acusaciones va a agravar la situación de una población que ya no tiene acceso a lo más básico, desde el agua para beber a la electricidad para calentarse o mantener los hospitales funcionando. ¿Quién va a cuidar a los palestinos inocentes?.
Entre más de 30.000 trabajadores de UNRWA, la mayoría de ellos locales, es fácil que se hayan infiltrado algunos desde las milicias de Hamás. En cuanto se ha tenido conocimiento la organización los ha expulsado y abierto una investigación exhaustiva. Pero el gobierno de Israel, cuyas relaciones a lo largo de la historia con la agencia de refugiados ha sido en el mejor de los casos gélida, ha visto ahora la posibilidad de acabar con su incómoda presencia y de paso lanzar un dardo más al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, al que también consideran hostil.
Para Netanyahu y su gobierno, en esta zona del mundo solo hay espacio para unas víctimas, las del pueblo judío, el resto no cuentan. Es difícil parar a Israel en el conflicto, pero si todavía podemos salvar algo de esta cacería que ha emprendido un gobierno de ultraderecha, es precisamente a los refugiados. Atacar a la organización que los ayuda es la última estrategia para despistar las acusaciones de la corte penal internacional sobre los crímenes que está generando esta campaña atroz, en teoría contra terroristas, pero que masacra sin piedad a todo el resto de población.
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