Opinión | REFERÉNDUM
El colmo de la república
También se podría haber preguntado si se debía “promover la investidura”, pero no coincidiría con lo que los promotores del Consell piensan en realidad, que no tiene por qué ser lo mismo en lo que trabaja Puigdemont
La amnistía ‘interruptus’
La literatura contemporánea de Montserrat Roig
Hasta un periodista hiperserio como Fidel Masreal se refugia en el humor para explicar la consulta que el Consell de la República está decidido a hacer sobre la investidura a Pedro Sánchez. Con gracia imagina a Carles Puigdemont llamando a Carles Puigdemont para recriminarle o apoyarlo en su negociación con el partido que ahora gobierna España.
La pregunta exactamente es la siguiente: ¿El Consell de la República debe promover el bloqueo a la investidura del presidente del Estado español por parte de los partidos independentistas catalanes? La cuestión puede plantearse como todas las consultas: en positivo o en negativo, profundizando que aquí lo positivo es darle unas buenas calabazas al presidente en funciones. También se podría haber preguntado si se debía “promover la investidura”, pero no coincidiría con lo que los promotores del Consell piensan en realidad, que no tiene por qué ser lo mismo en lo que trabaja Puigdemont. O al menos lo que sostienen aquellos que han impulsado esta consulta, un grupo de afiliados.
El propio Consell califica la votación solo de consultiva. Da la sensación de ser “un colmo”. Aquello con lo que nos divertíamos de niños. Lo escribiré en castellano: ¿El colmo de los colmos? Tener un colmado de colmillos en Estocolmo. Lo mismo: un referéndum entre los afiliados independentistas, pero solo consultivo. Puede que de esa forma hace seis años tal vez habría colado la famosa consulta.
Lo cierto es que la acción la han propuesto 130 afiliados de los 80.000 al corriente del pago de sus cuotas, de un total de 103.000, según explica el mismo artículo de Masreal. Si no pagas, no tienes derecho a votar “sí”. Una respuesta afirmativa al bloqueo. Se entiende que a no aceptar las condiciones de este Estado opresor.
Y es que se habla poco de lo que le está costando a Carles Puigdemont convencer a los más radicales de su formación. Aquellos que se sienten cómodos con la radicalización del mensaje. Con ellos también es necesario contar por qué son los que le pueden hacer la vida imposible si vuelve. Que, en Waterloo, aunque este lejos de casa, nadie le molesta y es héroe entre los suyos.
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