Opinión | MUNDO 4.0

Drones, tecnología en ascenso

Más allá de los habituales fines militares o lúdicos, los drones son cada día más baratos, eficientes y seguros, lo que multiplica sus posibles aplicaciones y proporciona oportunidades sin precedentes para muchos otros sectores 

Dos drones vigilan una plantación de algodón.

Dos drones vigilan una plantación de algodón. / Pixabay

Nana es una niña que vive en una pequeña comunidad rural en Omenako, en la región oriental de Ghana. Tumbada sobre una tabla en el centro de salud, observa el cielo mientras sus ojos se cierran paulatinamente, y su vida parece desvanecerse. La enfermedad contra la que lucha desesperadamente solo puede curarse con medicamentos, que se encuentran a 80km, en el hospital más cercano. Trasladarlos por carretera es impensable, dado que en esa zona no hay carreteras y las pistas forestales son difícilmente practicables. De repente la pequeña Nana observa algo que desciende desde el cielo, en lo que parece ser un paracaídas que se ha abierto de forma automática. Se trata de un paquete que ha dejado caer un dron al sobrevolar el centro de salud, un paquete que ha viajado a 100 km/h y que ha llegado a su destino en menos de una hora desde que un trabajador del centro de salud realizara el pedido por mensaje de texto. Nana todavía no lo sabe, pero ese paquete contiene las medicinas que le salvarán la vida.

Este relato parece ciencia ficción, pero no lo es. En Ghana existe la red de suministro con drones médicos más grande del mundo. La compañía Zipline entrega más de 200 vacunas, productos sanguíneos y medicamentos diferentes a 2500 centros de salud, y con su alcance atiende a casi 22 millones de personas. Gracias a esta tecnología, muchas comunidades rurales remotas de Ghana ahora tienen acceso a recursos médicos las 24 horas del día, los siete días de la semana desde cuatro centros de distribución. Cada centro de distribución está equipado con 30 drones y tiene capacidad para realizar hasta 500 vuelos cada día. Esto, sin duda, ayudará a salvar las vidas de personas que de otro modo habrían perdido la vida en partos, mordeduras de serpientes, accidentes y otras emergencias potencialmente mortales.

La palabra dron forma parte del Diccionario de la Real Academia Española desde el año 2014. Registrada como la adaptación al español del sustantivo inglés drone (abeja macho o zángano) es, en la actualidad, la denominación más frecuente para hacer referencia a las aeronaves no tripuladas. Por su peso y dimensiones podemos encontrarlos diferenciados como nanodrones (del tamaño de un insecto), microdrones o minidrones (para los equipos más pequeños, por debajo de los 25kg) o, tan sólo, drones. En su aplicación militar estas aeronaves son conocidas por sus siglas en inglés UCAV, unmanned combat air vehicle, vehículo aéreo de combate no tripulado.

El primero en controlar un vehículo aéreo de forma remota -por radio- fue el ingeniero inglés Archibald Low, que logró este hito en 1917. Por desgracia, tuvo que enfrentarse a tantas caídas y averías que la Real Fuerza Aérea británica perdió pronto el interés por sus avances. No obstante, esta tecnología ofrecía al mundo bélico tantas posibilidades que su evolución era inevitable. Su forma de operar, silenciosa y efectiva, y la ventaja de no arriesgar vidas en el ataque, los ha convertido en el arma preferida para muchos ejércitos, siendo ya parte esencial del armamento de la mayoría de los países.

El primero en fabricarlos a gran escala fue Estados Unidos. Lo hizo en 1941 con el Radioplane, un equipo que se utilizó como blanco volante para la formación de pilotos y artilleros durante la Segunda Guerra Mundial. Y más recientemente, en la guerra de Ucrania, los drones se han convertido en el arma preferida, una nueva arma que está cambiando profundamente la forma en que se libran las guerras. No solo se utilizan los modelos Predator o Reaper, en ocasiones demasiado caros y grandes. Lo que estamos viendo en Ucrania es una explosión del uso de pequeños drones de calidad comercial, que han sido modificados para poder transportar cosas como una granada o para dar información de potenciales blancos a la artillería. El último avance son los drones que "hibernan" durante semanas antes de atacar. Las aeronaves no tripuladas se dejan posicionadas en alturas dominantes como tejados de edificios, y llegado el momento no es necesario recorrer la distancia para alcanzar el objetivo. El dron ya está en su sitio. Lo único que tiene que hacer es encenderse y atacar.

Pero más allá de los habituales fines militares o lúdicos, lo cierto es que los drones son cada día son más baratos, eficientes y seguros, lo que multiplica sus posibles aplicaciones y proporciona oportunidades sin precedentes para muchos otros sectores. Telefónica ha desarrollado un proyecto que contempla la gestión de flotas de drones autónomos para llevar a cabo labores de vigilancia para detectar el acceso de personas no autorizadas a una ubicación, la verificación de eventos, y el mantenimiento de infraestructuras críticas.

La Universidad de Sevilla tiene un proyecto en marcha, denominado Aerial-Core, mediante el cual han puesto en funcionamiento un dron-robot ligero que es capaz de realizar trabajos en las líneas eléctricas de alta tensión, como la instalación de los dispositivos espantapájaros exigidos por la regulación para evitar que las aves choquen con los cables y corran el riesgo de sufrir una descarga eléctrica. Nueva York cuenta con drones para vigilar la presencia de tiburones en sus playas. El sistema monitoriza las aguas y cuenta con un despliegue de cámaras e inteligencia artificial para detectar automáticamente la presencia de tiburones en el agua, y proteger a los bañistas avisándoles cuando se detecta un tiburón acercándose.

En Galicia la compañía Leroy Merlín impulsó una iniciativa para reforestar los montes del municipio pontevedrés de Cerdedo-Cotobade que habían sufrido graves incendios. La empresa CO2 Revolution, contratada para realizar la reforestación, utilizó drones para bombardear semillas y plantar hasta 250.000 árboles desde el aire, en un tiempo récor y la máxima garantía y eficiencia. La NASA ha anunciado que su próximo destino en el sistema solar será Titán, una de las lunas de Saturno. Enviará una especie de dron parecido a una libélula como parte de la misión Dragonfly, que se lanzará en 2026 y llegará a Titán en 2034. Son solo algunos ejemplos de una nueva tecnología que está en continuo ascenso.

Para 2050, el sector de las aeronaves no tripuladas habrá generado 150.000 puestos de trabajo en la Unión Europea y cerca de 15.000 millones de euros al año en beneficios. A mi juicio se trata de una gran oportunidad económica para las regiones que sepan verlo, un tren de alta velocidad que no deberíamos perder.