Opinión | ANÁLISIS

Feijóo y la asimetría

El modelo PP-VOX es rechazado por un colectivo mayoritario de electores, formado por toda la izquierda y por un sector del centro-derecha

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Feijóo ha pugnado y ha conseguido disfrutar del señalamiento regio del art. 99 C.E. para intentar su investidura presidencial. El Rey ha actuado en este asunto con criterios de estricta racionalidad, ya que, sin disponer de datos sobre las preferencias de varios partidos que supuestamente respaldarán a Sánchez (EH Bildu, Junts, ERC y BNG no han acudido al llamamiento del Rey), el único elemento objetivo de que disponía era el resultado de las elecciones del 23 de julio, en que Feijóo fue el candidato más votado.

El interés de Feijóo en distinguirse de lo que hizo Arrimadas tras ganar las elecciones catalanas de 2017 estribaba, se supone, en el deseo de mostrarse como un estadista dispuesto a competir, que, aunque en esta ocasión no logre alcanzar su objetivo. Este comportamiento es también una declaración de intenciones ante su propio partido, bastante dado a la antropofagia: él quiere mantener el liderazgo pase lo que pase.

Tal actitud tendría sentido si el problema de Feijóo fuera el de transmitir y comunicar un proyecto de país seductor y productivo. Pero esta no es en este momento la cuestión: existe en España una controversia ideológica que en el plano europeo equivale a la tensión entre Ursula von der Leyen (presidenta de la Comisión Europea) y Manfred Weber (presidente del PPE), distinta a la confrontación derecha-izquierda. Ursula representa el ala liberal, centrista, de la derecha europea, y tiene en la actualidad el respaldo firme de Francia y Alemania. Manfred es partidario de la fusión en el mismo crisol de la derecha y de la extrema derecha, y por lo tanto patrocina el ingreso de los ultras en los gobiernos (Italia, Hungría, Polonia, Finlandia, Letonia) o el respaldo de los ultras a la minoría gubernamental (Suecia), y ahora esperaba como agua de mayo que PP y Vox pudieran formar gobierno para incluirse en el núcleo sucio de la Unión.

Esta es la dificultad de Feijóo para gobernar: no se trata de que las minorías nacionalistas o de otra índole prefieran al PSOE como partenaire sino de que el modelo PP-VOX es rechazado por un colectivo mayoritario de electores, formado por toda la izquierda y por un sector del centro-derecha, que no admite la desnaturalización de la democracia parlamentaria ni el recorte de los valores y derechos que caracterizan tanto a nuestro club comunitario como al espíritu de nuestra Constitución. Feijóo, en fin, tiene que luchar contra la asimetría que le causa VOX. Fortaleciendo el cordón sanitario que aísla a los ultras, como hacen los conservadores alemanes y franceses.