Opinión | ELECCIONES GENERALES

Los dilemas del 23J

Lo deseable es que se configure un gobierno para solucionar problemas y no para crear los que no tenemos

Debate en RTVE para las elecciones generales del 23J en el que participan Pedro Sánchez (PSOE), Yolanda Díaz (Sumar) y Santiago Abascal (Vox).

Debate en RTVE para las elecciones generales del 23J en el que participan Pedro Sánchez (PSOE), Yolanda Díaz (Sumar) y Santiago Abascal (Vox). / José Luis Roca

Los ciudadanos estamos llamados a las urnas este domingo. Serán unas elecciones anómalas por la fecha en que se celebran, el 23 de julio, cuando muchos españoles están ya de vacaciones repartidos por la península, lejos de su domicilio habitual. La masiva solicitud del voto por correo, que finalmente ha funcionado razonablemente bien por el esfuerzo de Correos y la flexibilidad de la Junta Electoral, augura que el calor no será un impedimento insalvable para la participación de los electores. Pero sigue siendo una incógnita que provoca que el margen de error de todas las encuestas incluya resultados tan dispares como una mayoría absoluta de Feijóo o una mayoría suficiente de PSOE, Sumar y sus socios de la pasada legislatura. Todos son posibles pero más o menos probables. 

Por eso es importante la participación que en nuestro país no es legalmente obligatoria pero que es cívicamente exigible, sobre todo para los ciudadanos que, con posterioridad, quieren ser más exigentes. Una alta participación puede provocar en este contexto un mandato electoral más claro, con mayor protagonismo de los partidos centrales del espectro y con menos cancha para las formaciones minoritarias que tienden a ser más radicales en sus planteamientos. El primer dilema, ir o no a votar, está claro las consecuencias que tiene en uno u otro sentido.

El segundo dilema es decidir a qué opción votar. Aquí depende de los valores, las ideas y los intereses de cada elector. Quizás solo se pueden hacer dos consideraciones. La primera, que la actual incertidumbre internacional hace más necesario que nunca que la UE mantenga su fortaleza y su empeño en la defensa de un modelo de libertad individual y de cohesión social, frente a los que quieren rememorar los totalitarismos que hace un siglo provocaron dos guerras mundiales. Y la segunda, que es saludable un voto en positivo, a favor de unas u otras políticas, pero no un voto contra nadie. 

El tercer dilema lo tendremos a partir del lunes. ¿Cómo configurar una mayoría suficiente para investir un gobierno estable? Antes de saber el resultado, y por lo tanto sin ningún espíritu partidista, nos atrevemos a pedir responsabilidad a todos los partidos, que se debería concretar en respetar el mandato de los ciudadanos, evitar la configuración de mayorías que incluyan fuerzas contrarias al europeísmo en las instituciones y garantizar la gobernabilidad. Cualquier cosa es mejor que un bloqueo que nos lleve a una repetición electoral. 

En determinados escenarios, este mandato puede exigir sacrificios a unos o a otros. Pero la centralidad de los ciudadanos no entendería la irresponsabilidad de tener el país paralizado en plena presidencia de la UE, con una guerra a las puertas del continente y con una economía lacerada por la inflación que se ceba con todos, pero muy especialmente con los más vulnerables. Lo deseable es que se configure un gobierno para solucionar estos problemas y no para crear los que no tenemos en torno a cuestiones ideológicas e identitarias. Está en la mano de cada uno de nosotros decidir qué fuerza le damos a cada uno para intervenir en la gobernación. Así que estos dilemas colectivos no son más que el resultado de todos los dilemas individuales que hay que dirimir este 23J.