Opinión | LAS CUENTAS DE LA VIDA

Los tres retos de Marga Prohens

La nueva presidenta balear afronta una legislatura difícil que debe ser la de las reformas

Prohens toma posesión del cargo como presidenta: "Actuaremos sin el intervencionismo de los últimos años".

Prohens toma posesión del cargo como presidenta: "Actuaremos sin el intervencionismo de los últimos años".

Con el Govern balear recién estrenado, tres son los grandes desafíos que deberá afrontar Marga Prohens en esta legislatura que ahora se inicia. Comentémoslos brevemente:

1 Activar el crecimiento económico

A pesar del atractivo indudable de las teorías decrecentistas (crecer menos para vivir mejor), no hay alternativa al crecimiento. Es el desarrollo –y, por lo tanto, la riqueza– lo que permite mejorar todos los estándares de vida. Es la expansión –y no el empobrecimiento– lo que hace posible impulsar modos de vida independientes, incrementar los salarios y modernizar el Estado del bienestar. Los recursos públicos –las escuelas y la sanidad, los centros de día y las infraestructuras, los seguros de desempleo y las pensiones– exigen fondos que sólo se obtienen con una economía saneada y vigorosa, capaz de atraer capital y talento. Otra cuestión es cómo crecer y, en concreto, cómo hacerlo desde nuestra realidad insular. Un turismo low cost implica empleos low cost con la consiguiente masificación. Al privilegio que supone un clima mediterráneo y una situación geográfica perfectamente conectada con el corazón de Europa, habrá que añadirle una fiscalidad atractiva (la supresión de impuestos especialmente gravosos como el de Patrimonio o el de Sucesiones, la rebaja del IRPF, etc.) que facilite la inversión internacional. La riqueza genera riqueza, del mismo modo que la pobreza llama a la pobreza. Un mensaje inequívoco que venda a las Baleares como la comunidad autónoma con la fiscalidad más baja de España debería ir acompañado de una liberalización decidida –de las farmacias, de las empresas VTC, etc.– y de una notable simplificación administrativa. El archipiélago reúne todas las condiciones para crecer más y mejor.

2 Invertir en vivienda pública

Con la hiperinflación inmobiliaria propia de las geografías de éxito, el factor clave que explica la diferencia de clases sociales no es otro que el acceso a la vivienda. Hace falta más vivienda pública, tanto en propiedad como en alquiler. Y son necesarias fórmulas novedosas –públicas y privadas– para que haya más inmuebles en el mercado. Desde la construcción directa de apartamentos de protección oficial hasta medidas fiscales que impulsen las hipotecas, desde la protección al alquiler hasta medidas anti okupas y ayudas a la rehabilitación, no hay política social más necesaria que la del alojamiento. «Trabajo, ahorro y hogar» no es precisamente un eslogan populista.

3 Educación, cultura y ciencia

Las sociedades modernas se definen por su capital humano, que es su mayor activo. Y este capital humano depende de una decidida apuesta por la excelencia. Una escuela de calidad es exigente, poco ideologizada y con recursos. Una cultura de calidad es la que mira hacia los más amplios horizontes de Europa y el mundo –en bibliotecas, en conservatorios, en festivales, en programación– y no cede a la tentación fácil del intervencionismo narcisista. Una ciencia de calidad es la que busca su engarce con la ciencia internacional y trabaja de abajo arriba con unos criterios claros de independencia y unos presupuestos suficientes. Hay sobrados modelos nacionales para imitar: en educación, Castilla y León, por ejemplo; en bibliotecas, la red de Barcelona (o, si miramos fuera, los países escandinavos); en programación cultural, la ciudad de Málaga; y en ciencia, el País Vasco.

Cuatro años dan para mucho o para poco, según se mire. Es cuestión de no perder el tiempo, si no se quiere malgastar la legislatura.