Opinión | EL CUERPO EN GUERRA

Cambiar de opinión

Aquellos que llevaban denunciando la debacle económica de la última legislatura han pasado por alto que se trata del Gobierno que ha tenido que capear las circunstancias más duras de los últimos años

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), entrevistado por Ana Rosa en su programa de Telecinco el pasado día 4 de julio.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), entrevistado por Ana Rosa en su programa de Telecinco el pasado día 4 de julio. / Mediaset

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, ha defendido esta semana en el programa de Ana Rosa que cambiar de opinión no es mentir, que se trata de rectificar. Todos cambiamos de opinión varias veces en nuestra vida cotidiana sin darle mayor importancia; en cambio, mentir ya es pecado. Siendo «gente de bien», como se consideran a sí mismas las derechas del país, debiésemos suponer que son personas de palabra.

Sí, aquellos que llevaban denunciando la debacle económica de la última legislatura han pasado por alto que se trata del Gobierno que ha tenido que capear las circunstancias más duras de los últimos años (una pandemia mundial, el estallido de una guerra en territorio europeo, el desastre del volcán en Canarias...) y también que ahora somos líderes del crecimiento del PIB en la zona euro, contamos con la segunda inflación más baja de la UE o con las mejores cifras de empleo desde 2008 -¿será esto el sanchismo?-.

Tanta no sería su preocupación ni tan segura su «palabra», si al llegar a las instituciones su primera medida ha sido aumentar exponencialmente sus sueldos y contratar más asesores. Municipios como Cádiz, Marbella, Torrelodones, Ferrol, Plasencia... han derrochado generosidad en las retribuciones de los alcaldes, rozando el límite permitido establecido. Por otro lado, han arrancado -jactándose de ello- las banderas Lgtbiq+ de los balcones y han censurado varias obras teatrales -#stopcensura siempre; sin libertad de expresión y cultura no hay democracia-.

Quienes se han pasado meses denunciando la puesta en libertad de agresores y violadores -a raíz de las leyes aprobadas para la protección de las mujeres de todo tipo de violencia machista-, se han mostrado preocupadísimos por ello al negociar en Valencia con un condenado por este motivo. Qué rápido han perdonado los actos de hace dos décadas de un maltratador y de exculparlo achacándolo a un «divorcio difícil», o han pactado en Extremadura con aquellos que alardean de negar la violencia machista. Una vez más, un ejemplo de palabra y de la hoja de ruta «sorpresa» que tienen reservada para España en los próximos cuatro años.

Ya han anunciado que bajarán los impuestos y no subirán la edad de jubilación. Me pregunto cuánto tardaremos en verlos tomar medidas en la dirección contraria en el caso de llegar al poder y con qué «seguridad» pueden ir a votar a las derechas los ciudadanos el próximo 23J.