Opinión | EL CUERPO EN GUERRA

¿Cuándo dejamos de ser jóvenes?

Un día nos descubrimos casados, siendo padres, viviendo a las afueras o inmersos en una relación seria... ¿Dónde queda la vida que nos prometimos tener?

Una pareja camina por la calle.

Una pareja camina por la calle. / David Castro

Antes leíamos libros y luego veíamos sus adaptaciones cinematográficas. Ahora, cada vez más series son las que me conducen a los libros de los que surgieron. Hay de todo, series que son mejor que el propio libro, como Todos quieren a Daisy Jones, y otras adaptadas por los autores de la obra original que resultan maravillosas, como Fleishman está en apuros. Un amigo comentó que había visto la serie y que le maravillaba tanto como el libro, así que me lancé a ella.

Últimamente, las series y libros que llegan a mí reflejan una realidad que me desborda: ¿cuándo dejamos de ser aquellos jóvenes alocados que tenían todo por delante y en los que nos reconocíamos? De repente, un día nos descubrimos casados, siendo padres, viviendo a las afueras o inmersos en una relación seria y ¿dónde queda la vida que nos prometimos tener? Íbamos a ser mejores que nuestros padres y ¿nos hemos estancado? ¿Cuestionamos las relaciones con nuestro entorno por sentirnos desdichados? Y terminamos por romper amistades, relaciones familiares o acabar en divorcios que no nos hacen sentirnos mejor. El problema no son ellos, sino nosotros.

Teníamos metas y la mayoría se han quedado por el camino o... no es suficiente. De hecho, a menudo nos empeñamos en culpar a nuestra pareja de nuestro propio estado emocional: frustración, desencanto, aburrimiento. ¿Cómo es posible haber vivido tanto a estas alturas y sentirse tan confundido? ¿O acaso es que nos vemos incapaces de aceptar que dejamos de ser jóvenes cuando la terrible realidad es que nunca seremos tan jóvenes como ahora mismo?

¿Acaso tenemos lo que deseamos y, aún así, no es suficiente? Nos vendieron que las cosas mejorarían, el puñetero progreso, y estamos estancados en un trabajo de mierda o en una cotidianidad que se repite una y otra vez. ¿Dónde quedaron los años de universidad en los que íbamos a comernos el mundo pero, sobre todo, las personas que éramos entonces? ¿Qué nos ha hastiado tanto como para casi no reconocernos? Taffy Brodesser-Akner, autora de Fleisman está en apuros, no tiene las respuestas, pero quizás sí logrará que seamos algo más benévolos con nosotros mismos y que reconsideremos qué hemos ganado por el camino. Y que entendamos que ser joven también es cuestión de aquí y ahora.