Opinión

Muerte sobre muerte en las llanuras de Ucrania

Afloran en el barro del Dniéper cráneos de la Segunda Guerra Mundial

Residentes y trabajadores de los servicios de rescate usan barcas para moverse en una zona inundada de Jersón, Ucrania.

Residentes y trabajadores de los servicios de rescate usan barcas para moverse en una zona inundada de Jersón, Ucrania. / EFE/STAS KOZLIUK

En los campos de Ucrania están apareciendo esqueletos de la Segunda Guerra Mundial. Tras la voladura de la presa de Nova Kajovka, a unos 60 kilómetros de la ciudad de Jersón, el progresivo vaciamiento del enorme embalse está dejando al descubierto sobre las marismas, aguas arriba del río Dniéper, huesos y cráneos, algunos con el viejo casco de combate encajado en los parietales. Aunque no han sido identificados, el periódico británico ‘The Guardian’ aventura que podría tratarse de soldados caídos en la batalla del Dniéper (agosto–diciembre, 1943), en que el ejército soviético perdió entre 30.000 y 60.000 hombres y el alemán, unos 20.000. Las calaveras pertenecerían a efectivos de la Wehrmacht.

Muerte sobre muerte. Cadáveres que el agua y el lodo se tragaron hace 80 años afloran ahora como un aviso, como el susurro ahogado de una Casandra a la que nadie quiere escuchar. Después de 477 días de combate, tras la injustificable invasión, no toma cuerpo iniciativa alguna de alto el fuego en una guerra que ya ha causado 11,6 millones de desplazados, dentro y fuera de las fronteras ucranianas.

Sobre las cifras de muertos resulta dificilísimo sacar el agua en claro. Lo mismo ocurre respecto a las informaciones provenientes del campo de batalla: tras el inicio de la contraofensiva ucraniana, sin grandes golpes de efecto, se han difundido imágenes de tanques Leopard y vehículos de infantería Bradley destrozados, pero la prudencia obliga a sopesar las proclamas de ambos bandos, como si uno caminara sobre una alfombra de ascuas y vidrios rotos. La única certeza es la prolongación de una ya larga guerra de desgaste en un frente de 1.500 kilómetros, sobre el que las tropas ucranianas intentarán abrir alguna fisura, plausiblemente, quizá, destinada a aislar la península de Crimea. Rusia empeñará hasta el último kópek, hasta la última gota de sangre, en mantener la ciudad de Sebastopol, sede de la flota del Mar Negro.

Flagrante contradicción

Mientras, en los despachos, se está produciendo una especie de cortocircuito: mientras se procede con el envío masivo de armas, la OTAN ha anunciado que no ofrecerá a Ucrania, en la cumbre de julio en Vilnius (Lituania), un calendario claro para su ingreso en la organización ni un compromiso de seguridad vinculante contra Rusia. Ahí se esconde la madre del cordero. 

No habrá un atisbo de solución sin regresar al punto de partida"

No habrá un atisbo de solución sin regresar al punto de partida. Como asegura el economista norteamericano Jeffrey Sachs, profesor de la Universidad de Columbia, en un artículo reciente, la clave para la paz en Ucrania radicaría en una negociación basada en la neutralidad de Ucrania y la no ampliación de la Alianza.