Opinión | LA CARTILLA DE LA DIRECTORA

El 28M y los sucesores de Sánchez y Feijóo

En un año que ha de cerrarse también con unas elecciones generales que ya se apuntan reñidísimas entre los bloques de izquierda y derecha, es inevitable que de la inminente cita con las urnas deriven no una, sino varias lecturas nacionales

El próximo cara a cara entre Sánchez y Feijóo será a un mes de las elecciones

El próximo cara a cara entre Sánchez y Feijóo será a un mes de las elecciones / EFE/ Fernando Alvarado

En capilla electoral. El viernes arrancan las elecciones más cercanas al ciudadano, esas que deciden buena parte de los presidentes autonómicos y los alcaldes de España para los próximos cuatro años. Pero en un ejercicio como el de 2023, que ha de cerrarse también con unas elecciones generales que ya se apuntan reñidísimas entre los bloques de izquierda y derecha, es inevitable que de la inminente cita con las urnas deriven no una, sino varias lecturas nacionales que marcarán los análisis políticos de los próximos meses. Sin excluir el espinoso asunto de la futura sucesión de los ahora todopoderosos líderes de partido. Vamos a ello. Y vamos por partes.

El resultado del próximo 28-M ayudará a concluir si los socialistas aguantan o no el desgaste gubernamental o si los populares han cambiado realmente de pantalla y logran su primera victoria municipal con Alberto Núñez Feijóo como jefe de filas. Especial atención tendrá la resilencia que sea capaz de exhibir Podemos –tanto por lo relevante que resulta para garantizar o frustrar gobiernos en coalición con el PSOE como para ver su músculo en su pugna con ‘Sumar’-, como el despeje de la incógnita Vox: ¿tiene tras sus aspirantes voto oculto que esquiva los radares de los sondeos? Y sobre Ciudadanos… la demoscopia apunta a un entierro electoral que influirá en las cosechas de otras organizaciones, fundamentalmente en la del PP.

Además sabremos allá donde no haya mayorías qué precio ponen los potenciales aliados a los que pretendan hacerse con comunidades, alcaldías o diputaciones a costa de sumar siglas y forjar alianzas. Si las promesas electorales calan en los ahora indecisos y si la abstención cotiza al alza o a la baja en una sociedad a ratos harta del ruido de sus políticos de cabecera. Y de las trincheras.

Conoceremos asimismo cuál es el color o colores predominantes en el mapa de España y los nombres de los nuevos y nuevas presidentes, presidentas, alcaldes y alcaldesas… y, como colofón, según el peso que logren algunos de los candidatos en las urnas, empezarán a tomar forma las quinielas sobre los que, en un futuro, podrían ser relevo de Pedro Sánchez en el PSOE, si perdiera el gobierno tras las próximas legislativas, o de Alberto Núñez Feijóo si no consigue el reto que él mismo se ha puesto de ganar las generales en el primer intento (ojo, vencer, que no gobernar).

Por el lado de los populares Feijóo ha dejado y deja hacer a Juanma Moreno en Andalucía e Isabel Díaz Ayuso en Madrid, señalados ya por sus compañeros como posibles delfines en la organización. Él ha logrado la proeza de catapultarse con una mayoría absoluta en la Junta de Andalucía, hasta hace bien poco territorio tradicional de los socialistas. Y granero de voto fundamental junto a Cataluña para poder llegar a la Moncloa, por cierto. Ella aspira a coronarse también como reina absoluta en su comunidad y, por tanto, como dirigente incuestionable en un PP que aumenta el respeto a sus cargos proporcionalmente a la solvencia de los resultados que obtiene en las urnas. Bien lo sabe el actual presidente del partido, señor de mayorías absolutas durante muchos años en Galicia y el gran esperado para ser el candidato conservador a dirigir España

El PSOE está en una situación distinta. Por primera vez en los últimos tiempos, el líder del partido no tiene quien le haga sombra. O quien se atreva a hacerlo públicamente. Apenas se habla de quién pudiera suceder a Pedro Sánchez en caso de que su estrategia, sumada a la de Yolanda Díaz a su izquierda, no lograra revalidar el Gobierno por falta de números. Sin embargo el 28M será una oportunidad para que algunos de sus barones se miren en el espejo de las urnas y se pregunten si, con el paso de los meses, querrán aspirar a más en caso de que los ministros también resultaran quemados. ¿Emiliano García Page? ¿Adrián Barbón? ¿Ximo Puig? ¿Se animan a añadir más nombres a la lista…..?. Seguiremos hablando del tema. Prometido.