Opinión | TECNOLOGÍA

Una buena dosis de RNG

El 'random number generator' es el algoritmo de la emoción, que genera en los videojuegos y en el juego online la adrenalina del azar, impidiendo la monotonía del aburrimiento

Un niño de diez años juega al videojuego 'Fortnite' con la Nintendo Switch.

Un niño de diez años juega al videojuego 'Fortnite' con la Nintendo Switch. / Ferran Nadeu

Es viernes por la tarde. Empieza el fin de semana. Un grupo de chavales se reúne alrededor de una consola. Se disponen a jugar al videojuego de moda. Con la excitación propia de la juventud, del juego y de los prolegómenos, uno de ellos exclama: "¡Vamos a necesitar una buena dosis de RNG para ganar esta!"

La escena me la cuenta un amigo con hijos adolescentes, dando pie a una conversación -una más- sobre las nuevas generaciones, su universo y su lenguaje propios. Propios de la edad y propios de la realidad digital y tecnológica en la que viven, crecen y sueñan. Tan distinta y tan parecida en realidad a la nuestra, adultos que les observamos con curiosidad y con ganas de entender, incapaces de anticipar cómo será el futuro en el que ellos serán adultos y en el que nosotros probablemente aún estaremos aquí, pues parece que vamos a vivir cien años.

En la jerga gamer, las siglas RNG responden a random number generator, en inglés, que significa generador de números aleatorios. Es un recurso algorítmico característico de la programación de videojuegos que sirve para introducir aleatoriedad en el juego y, por tanto, hacerlo más imprevisible, más divertido. El RNG garantiza el factor sorpresa, especialmente en los juegos de procesos, aunque tiene también aplicaciones en el campo de la seguridad y otros. No existe en todos los juegos y no a todos los jugadores les gusta que este factor sea determinante, pero es fundamental para el éxito del entretenimiento. Podríamos decir que es el algoritmo de la emoción. El algoritmo que genera en los videojuegos y en el juego online la adrenalina del azar, impidiendo la monotonía de la certeza, el aburrimiento, al fin y al cabo.

Por tanto, desearse un buen RNG antes del juego es, simplemente, desearse suerte. Encomendarse al azar y lanzarse en brazos de la incertidumbre como requisito preliminar y sine qua non de la diversión. Porque jugar, en el mundo físico y en el digital, con o sin tecnología, es un acto de fe. No habría juego sin esa incertidumbre y sin la excitación pura, gloriosa, de creer sin razón alguna, de creer muy fuerte, que la suerte se pondrá de nuestra parte.

Desearse un buen RNG antes del juego es, simplemente, desearse suerte

Quizás con una pizca de esta lógica del juego deberíamos enfrentar otras incertidumbres de la vida e, incluso, algunos de los miedos que depara el desarrollo tecnológico. Frente a las dudas y las amenazas, tal vez deberíamos ser optimistas y hacer un acto de fe. De fe en el ser humano, en su capacidad de creer y crear. Sin duda, sin renunciar a la razón del humanismo digital y sin dejar de pertrecharnos de mecanismos de protección y garantía de derechos porque los riesgos, como nos advierten, son muchos, inquietantes y difíciles de regular. Pero no renunciemos a jugar.

No alcanzamos a imaginar cómo será el futuro en el que nuestros hijos serán adultos, a pesar de estar inmersos ya en un cambio cultural de enormes proporciones. Sólo podemos desearles, como lo han hecho antes todos los padres de la historia, una buena dosis de RNG. Y para los muy cafeteros, don't you dare go hollow!