Opinión | SOCIEDAD

Es la sanidad, estúpido

Es probable que los malos datos sean los que estén llevando a los líderes políticos del PP madrileño a intentar despolitizar el tema de la sanidad

Dos manifestantes en favor de la sanidad pública, este domingo en Madrid.

Dos manifestantes en favor de la sanidad pública, este domingo en Madrid. / Alejandro Martínez Vélez

El pasado domingo cientos de miles de ciudadanos salieron a las calles de Madrid en una manifestación en defensa de la sanidad pública. Unas movilizaciones que el vicepresidente y consejero de Educación y Universidades de la Comunidad de Madrid, Enrique Ossorio, calificó de políticas y de estar politizadas.

De las diferentes definiciones de política que se utilizan en Ciencia Política hay una que la considera como una actividad colectiva cuyo fin último es la gestión de los conflictos sociales. Estos surgen porque existen una serie de desigualdades, reales o percibidas, entre diferentes grupos de individuos en la sociedad. Frente a las posibles tensiones sociales que se derivan de esas situaciones de desequilibrio la política aparece como una respuesta colectiva al desacuerdo. Se confía a la política la regulación de esas tensiones. Aunque no es la única forma para resolver estas diferencias sociales existentes, la política es la única cuya decisión final es vinculante: es decir, tiene que ser aceptada y adoptada por todos los miembros de la comunidad (y por tanto, también por todas las partes implicadas en el conflicto).

Es este carácter de obligatoriedad (fundamentado, claro está, en un conjunto de reglas que es aceptado por todos) lo que provoca que algunos critiquen o renieguen de la politización de un tema concreto o que intenten, incluso, su despolitización. Actúan así quienes consideran que la intervención política —que, no olvidemos, conlleva decisiones vinculantes— puede acabar perjudicando sus propios intereses. Porque la ausencia de política —en condiciones de desigualdad— siempre permite jugar con ventaja a quienes ocupan la posición más favorable. De ahí su preocupación cuando perciben que el tema se está politizando.

En el caso concreto de la sanidad pública, el Partido Popular madrileño parece estar preocupado porque el conflicto se traslade al escenario público y con la reclamación de una parte numerosa de la ciudadanía para que se adopten decisiones vinculantes con el propósito de corregir un percibido desequilibrio: poner fin a los recortes y frenar el deterioro del sistema público de salud. Y es que este sigue constituyendo la joya de la corona institucional para los españoles: en un reciente estudio de la Fundación BBVA la sanidad pública ocupa el primer puesto de la clasificación de confianza ciudadana de un listado de 21 instituciones sometidas a evaluación. Por eso, su deterioro, ampliamente percibido, preocupa a muchos y debería ocupar a otros (los políticos). Los datos de la última oleada del Barómetro Sanitario, correspondientes a noviembre del año pasado, son los peores registrados en las últimas décadas (es un estudio de opinión pública que se lleva realizando desde 1993 por el Ministerio de Sanidad en colaboración con el Centro de Investigaciones Sociológicas). El descenso de la evaluación ciudadana afecta, sobre todo, a las consultas de atención primaria en centros de salud. Precisamente el colectivo que, en el caso concreto de Madrid, lleva más de dos meses en huelga con carácter indefinido.

Ahora que nos encontramos a tres meses de las elecciones autonómicas es importante recordar que las competencias en materia de asistencia sanitaria de la Seguridad Social están transferidas a las comunidades autónomas. Por eso de la rendición de cuentas democrática.

En este sentido, y según la reciente macroencuesta sobre tendencias en voto autonómico realizada por el CIS, hay dos regiones de las 12 en las que se celebran elecciones este próximo mes de mayo, en las que sus ciudadanos manifiestan una clara insatisfacción con los servicios sanitarios: Castilla La Mancha (un grado de satisfacción media de 4.8 en una escala 1-10, en la que el 1 significa que está totalmente insatisfecho y 10 que está totalmente satisfecho) y, sobre todo, la Comunidad de Madrid (4.4).

Es probable que sean estos datos los que estén llevando a los líderes políticos del PP madrileño a intentar despolitizar el tema de la sanidad. De hecho, en un reciente reportaje en el diario El país, Miguel Ángel Rodríguez, jefe de Gabinete de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, resumía en una frase cuál era o podría ser la mayor debilidad electoral de su jefa en estas próximas elecciones autonómicas: “Que cale entre los ciudadanos la idea de que la sanidad en Madrid no funciona”. Pero no es un problema de opinión que se pueda solucionar a través de una mejor comunicación política, parece ser un problema de percepción de la realidad. Y ese es más difícil de cambiar. Otra cosa es que haya cuestiones que los ciudadanos antepongan a la sanidad en su decisión final de voto. En tres meses lo veremos.