Opinión | DESCENTRALIZACIÓN

Desconcentrar y cohesionar

El Gobierno da el pistoletazo de salida al proceso de dispersión de instituciones con la Agencia Espacial Española y con la Agencia para la Inteligencia Artificial

Díaz y Calviño Senado

Díaz y Calviño Senado / David Castro

Además de la unicidad y homogeneidad de todo el Estado en los ámbitos lingüístico, jurídico y cultural, la centralización impulsada por la Ilustración supuso una concepción centralizada del poder con la capitalidad en Madrid y una estructura radial de comunicaciones para un mejor control del territorio desde la residencia del poder real. La centralización fue considerada entonces un factor de desarrollo, pero las corrientes revolucionarias del XIX marcaron otras pautas y fueron asentando el principio de subsidiariedad: el poder debe estar ubicado en el lugar más eficiente que resulte más cercano al ciudadano. 

El federalismo pasó así a ser signo de modernidad y las libertades prevalecieron sobre el control. Si la fallida primera República fue federalista y la segunda admitió las autonomías en los territorios históricos, la etapa democrática estrenada en 1978 ha consumado el Estado de las autonomías con un reparto del poder distribuido entre las administraciones central, autonómica y local.

Aunque algunos la cuestionen, la descentralización es un elemento vertebrador del territorio y en ese contexto se enmarca la intención gubernamental de instalar agencias e instituciones de nueva creación fuera de la capital, distribuyéndolas mediante criterios lo más objetivos posible. Persigue así fortalecer la igualdad de oportunidades al facilitar que la ciudadanía, con independencia de su lugar de residencia, pueda relacionarse o incluso trabajar directamente en unidades de las instituciones públicas estatales. Es el espíritu del proceso de desconcentración para establecer las futuras sedes físicas de la Agencia Espacial Española y de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial (Aesia). Esta última será clave para asegurar el cumplimiento de la regulación europea en materia de inteligencia artificial y concienciar sobre su impacto en la sociedad, con el objetivo de generar confianza en un ecosistema respetuoso y garantista en el uso de esta tecnología. En este sentido, tendrá como principal misión minimizar los riesgos que puede traer la IA en la seguridad, la intimidad y la salud de las personas.

El reparto territorial no es una medida contra Madrid, sino una fórmula para racionalizar la burocracia

La dispersión de organismos públicos es una decisión política que tendrá que responder a pactos de buena voluntad. No hace falta decir que no es una medida contra Madrid, que seguirá siendo la potente capital del Estado que siempre ha sido, sino una fórmula que, entre otras cosas, racionalizará la burocracia. No tiene sentido, por ejemplo, que el organismo que tutela los puertos esté en Madrid. Será igualmente un paso más hacia una España en red, una idea de quien fuera alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, que todavía no se ha interiorizado completamente y donde los inacabados corredores costeros del transporte son piezas clave. En definitiva, estamos ante una de las grandes decisiones políticas que pondrán a prueba la magnanimidad de todos. De entrada, las decisiones que se tomen se harán en comisiones creadas ad hoc y no se adoptarán de manera arbitraria.