Opinión | TRIBUNA

Cayetana, la indómita activista política

Cayetana Álvarez de Toledo

Cayetana Álvarez de Toledo / EFE

Conozco a Cayetana desde hace unos 20 años. O sea, desde que ella era muy joven y yo, sin serlo tanto, mantenía una ingenua fe del carbonero en la meritocracia. Me gusta leer la prensa y tengo, desde siempre, la sistemática manía de fijarme en las nuevas firmas de opinión de los periódicos en busca de miradas inteligentes sobre la realidad: miradas que sepan combinar buen análisis con redacción atractiva. No siempre faltan buenos redactores, pero es más difícil que el don de mimar las palabras se combine con afinados análisis. La búsqueda es interesante.

Muy a principios de los 2000 (quizá 2001 o 2002) en la entonces página 2 de El Mundo me topé con uno de esos raros ejemplares. Una mujer de apellido rimbombante escribía estupendamente y analizaba con la precisión del bisturí. Le pregunté a mi amiga Carmen Remirez de Ganuza, entonces en El Mundo, quién era esa señora nueva. “Es una chica jovencísima, un fichaje de Pedro J, y es una intelectual como tú”. Protesté contra lo obvio: “Yo no soy intelectual ni nada parecido, y esa mujer no puede ser joven porque no escribe como joven”. Me la presentó a las pocas semanas y sí: era una mujer muy joven aunque no escribiera como joven.

Veinte años después, y aún joven, Cayetana Álvarez de Toledo acaba de publicar un libro que no solo promete ser un best seller sino que puede pasar el aún más difícil filtro de mantenerse como uno de esas pocas obras que duran. Como el Fuego y cenizas de la política española, con permiso del maestro Ignatieff.

La noche electoral de abril de 2019 cuando el PP se quedó con solo 66 escaños en toda España y una solitaria diputada en Barcelona (ella), le sugerí que escribiera su fuego y cenizas. La había acompañado en campaña electoral como una suerte de ayudante para todo, eso que los finos llaman jefe de gabinete… lo que después me nombró. Esa noche respondió que ya había pensado que debía escribirlo, y que lo haría.

Con mi acreditada capacidad para prever enormidades que después, felizmente, no llegan a producirse, aquella noche temí que sólo podían faltar días para el abrupto final del recién estrenado liderazgo de Pablo Casado y de su equipo. Imaginé que un ente etéreo llamado PP reclamaría inmediatas responsabilidades por tan exiguo resultado electoral y que en el paquete de salida iría Cayetana, junto a Casado, al ser ella su más destacada y audaz apuesta como candidata por Barcelona.

En organizaciones tan presidencialistas como todos los partidos políticos en España, ese ente etéreo llamado PP era, en abril de 2019, lo que quisiera que fuese su joven presidente. Lo era y sigue siéndolo. Solo los votantes están en condiciones, a su manera, de pedir responsabilidades: en las urnas, no en las encuestas. Por eso no ocurrió nada parecido a lo que preveían mis temores y lo que sí fue pasando, gota a gota, lo relata estupendamente ella en su políticamente indeseable libro.

Pocos días después de su destitución como portavoz parlamentaria del PP, en agosto del año pasado, nos contó que le estaban llegando inesperadas ofertas editoriales para escribir, básicamente, lo que quisiera. Por decisión de la más alta dirección del PP, ella (y no solo ella) fue agasajada con el privilegio de tener todo el tiempo del mundo, quizá en la esperanza de que el ostracismo, el saberte alienado de un grupo humano, es la mejor invitación para abandonarlo con un discreto mutis por el foro. O no. También puedes dedicar tu tiempo recobrado a leer, o a pensar, o a escribir. O a lo que quieras.

Como es bien sabido, Cayetana lo ocupó, sobre todo, en escribir su libro con el objetivo declarado de denunciar las prácticas más indeseables de la política y el propósito de intentar conjurarlas. Cuando me harté de pedir leerlo, de ofrecerme a buscar erratas, de intentar ayudar en algo… decidí que lo compraría en Amazon en cuanto saliera en preventa. ¡Hala! Me llegó el 18 de noviembre, el día que salía a la venta, y ya como segunda edición.

Me había dejado leerlo pocas semanas antes, con las galeradas ya en imprenta, y solo encontré dos erratas y ni una coma contraria a la verdad de lo vivido. Lo devoré del tirón, no rebuscando qué dice de quién. Como es evidente, tengo buena opinión de la autora desde hace unos veinte años, lo que ha incluido algunos episodios de choque y discrepancia; he trabajado con ella y para ella, y he de decir que es toda una experiencia. Con todo, el libro me sorprendió. Me parece un texto excepcional que -quizá al elevado coste de cancelar a Cayetana de la política española- ofrece el diagnóstico, y las herramientas, para recuperar la mejor política para España. Y no solo para España. Desde hace algunos meses, ha empezado a ser reclamada para impartir conferencias, charlas y debates en privilegiados foros internacionales.

De momento, Cayetana ha dejado meridianamente clara su determinación de no conceder graciosamente a nadie el regalo de su cancelación. Quiere seguir siendo una indómita activista política de la mejor derecha: la que defiende la nación cívica y constitucional, la libertad individual y de empresa, la separación de poderes y el imperio de la ley; la que se impone gobiernos limitados y decidida apertura económica; la que cuida la escalera social del mérito logrado con conocimiento, trabajo y dedicación... No una profesional de la política volcada en los aparatos, sino -por vocación- una activista política de la democracia militante.

No sería muy buena idea, en mi humilde opinión, que también dejáramos el activismo político como otro monopolio de la izquierda. Lo digo como sugerencia.