Opinión

No es país para adultos

No es país para adultos

No es país para adultos / AFP

Detecto un recrudecimiento de las relaciones entre generaciones que empieza a preocuparme. Un enfrentamiento absurdo entre quienes niegan a los jóvenes su capacidad de impulsar cambios, y quienes niegan a los mayores lo que su experiencia y templanza puede aportar. Ambas posiciones tienden a despreciar o ridiculizar al otro. Expresiones como ninis, pollas viejas, perroflautas, ok boomer…Todas tan ofensivas que solo incrementan esta nueva forma de odio generacional que nos rompe socialmente y nos hace desperdiciar talento.

Por algún motivo que no entiendo, muchos boomer culpan a la generación millenial de las siete plagas. Si salen son irresponsables, si se quedan en casa solo saben estar delante de una pantalla, si no trabajan son vagos, si trabajan solo tienen derecho a ser precarios porque aún no saben nada… y así hasta el aburrimiento. No les reconocen ser la generación mejor formada de la historia, la que con las crisis más difícil lo ha tenido, la que ya está en edad adulta y debe hacerse cargo de las tareas de este tiempo. No, están verdes, deben esperar. Los boomer tienen una expectativa de vida muy larga y, sintiéndose en plenas facultades, se niegan a ceder espacio sin más.

"Los 'millenial' viven en una contradicción entre reivindicarse “jóvenes” hasta los 40 y sentir que merecen el centro del tablero mucho antes de llegar a esa edad"

Por su parte a muchos millenial les divierte insultar y despreciar a los boomer. Para ellos todo el que haya nacido antes del 65, pinte canas, o no sea tecnológicamente avanzado, es inútil, ha caducado, ya no sirve y hay que apartarlo. Los millenial son una generación que ha nacido en democracia, se ha formado más que ninguna otra y, por tanto, quiere todo. Quieren su espacio, quieren el poder, quieren decidir su futuro. Pero tras las crisis y un mercado laboral adverso con mucha temporalidad, no pueden. Así que algunos, desde su arrogancia, podrían haber llegado a la conclusión de que les sobra gente para poder alcanzar lo que merecen. Viven en una contradicción entre reivindicarse “jóvenes” hasta los 40 y sentir que merecen el centro del tablero mucho antes de llegar a esa edad.

Jóvenes viejos, viejos jóvenes

Pero si uno es joven hasta los 39 y demasiado viejo a partir de los 56, faltan adultos. Los de la generación X -los que nacimos aproximadamente entre el 65 y el 82- estamos en medio y, según parece, seríamos los únicos adultos en la sala. A nuestros hijos de la generación Z -menores de 15-, todo esto les da mucha risa, para ellos los de más de 30 no son jóvenes, “no se enteran ni del clima”, todos los anteriores nos estamos cargando su planeta y su futuro. Resulta sorprendente que, pudiendo vivir hasta los 90, pretendamos que la adultez dure apenas 16 años de nuestra vida. Si además somos mujeres y hemos decidido dejar de teñirnos el pelo, esto podría reducirse drásticamente.

Mi generación es la que ocupa hoy el poder, el espacio central, la que decanta unas elecciones -no solo porque somos la franja más ancha de la pirámide de población, también somos los que más nos movilizamos y los que más votamos- hoy decidimos y, además, somos los que más tiempo vamos a trabajar (desde muy jóvenes hasta lo que pretenda Escrivá). Pero este espacio central no debería alcanzar solo a un margen tan estrecho de edad.

En la crisis de 2008 las pensiones de las abuelas ayudaron a los nietos, muchos hijos volvieron a casa de los padres, y entendimos que sin este apoyo intergeneracional no habríamos podido aguantar. Durante la crisis de la covid fueron los jóvenes quienes ayudaron a los mayores. Cediendo de buen grado el principio de la cola de vacunación a los más mayores, desde sus puestos de trabajadores precarios pero esenciales, ayudando a sus vecinos para mantenerles protegidos en casa, los hijos cuidaron de los padres y los adolescentes se recluyeron para frenar el contagio aún siendo de menor riesgo. Siempre el acuerdo intergeneracional nos hace mejores.

"Los entornos con diversidad de género, racial y generacional son mucho más ricos. Pero hoy la diversidad generacional cotiza a la baja"

Las multinacionales ya han descubierto que la diversidad de su plantilla es un elemento de competitividad. Los entornos con diversidad de género, racial y generacional son mucho más ricos. Pero hoy la diversidad generacional cotiza a la baja. Es absurdo. Es injusto que los jóvenes estén preparados para un trabajo de adultos a los 25, per no lo consigan hasta los 35. Es dramático que quienes pierden su trabajo después de los 52 tengan casi imposible conseguir uno nuevo. Una población adulta amplia debería trabajar unida para aprovechar al máximo todo el potencial, aprendiendo a cuidarnos en una sociedad longeva, diversa y tolerante.

Si la adultez nos dura 16 años en vez de 45, si cada generación juega al sálvese quien pueda, machando a quien le sobra para ocupar el espacio central, perdemos todos. Es más inteligente aprender a compartir el espacio sin insultos ni desprecios y así ensancharlo. Permitir a los jóvenes asumir responsabilidades teniendo condiciones de vida dignas, reconociendo toda la creatividad e impulso que pueden aportar. Respetar el espacio de los más mayores, apreciando lo que su experiencia y su templanza puede sumar. Compartir el espacio, aprender unos de otros, nos permitiría progresar mejor como sociedad.